miércoles, 26 de marzo de 2014
HIPERCUERPO. CRITICA AL CONCEPTO DE MENTE SANA EN CUERPO SANO
10:50
1.
Docente
de la Carrera de Psicomotricidad – U.S.B.
2.
Estudiantes
de octavo semestre de la carrera de Psicomotricidad – U.S.B.
Universidad
Salesiana de Bolivia, Carrera de Psicomotricidad Salud, Educación y Deportes
La
Paz, Bolivia
Noviembre-2013
Introducción
Fue Décimo
Juvenal en el Siglo I quien acuñó esta expresión, aunque actualmente solo se
conoce y aplica la mitad de este enunciado. Green (1998) afirma que
originalmente, este poeta y sátiro griego afirmó que "Orandum est ut sit
mens sana in corpore sano", que traducido al español significa “Orando es
como se obtiene una mente sana en un cuerpo sano”.
Juvenal, de esa
manera, pudo haberse referido a una época en su civilización caracterizada por
la dejadez e indolencia de sus gobernantes para con las necesidades del pueblo.
Pero a Juvenal también le molestaba la desidia y el desinterés del propio
griego “de a pie”, que no reclamaba nada a sus asambleas ni a sus
representantes, debido a que se encontraba distraído con espectáculos públicos
y se contentaba con tener que comer en casa. De ahí que Juvenal también pudo
haber puesto en circulación la frase de “Pan y Circo”, para precisamente
referirse al hecho de que el pueblo está contento con comer y con distraerse,
apartando su atención de temas más profundos y urgentes.
En un proceso
histórico de repercusiones sociales, políticas y sobretodo académicas, la frase
ha sobrevivido alrededor de 20 siglos; es el lema de instituciones educativas y
deportivas, y sirve de eslogan para campañas de prevención en salud, marketing
publicitario e incluso para la estructuración de un modelo ejemplar de
comportamiento. En términos de su uso concreto, incluso puede convertirse en un
ideal de vida y en una materia de debate casi irrefutable, debido a que
comunica una idea en apariencia totalmente útil, incorruptible y verdadera. En
todo caso, es probable que, como señala Richlin (1992), Juvenal haya querido
invocar el concepto de “Virtud Herculina”, una combinación de cualidades como
la sabiduría y la paz, o la ausencia de ira o codicia que solamente podían
habitar en un cuerpo genuinamente cuidado, pulcro, acabado, durable y cuasi
perfecto como el de Hércules. Es decir, virtudes susceptibles solamente de
existir en un cuerpo cuyas cualidades físicas no están al alcance de cualquiera
y cuya eficiencia y eficacia en la realización de tareas motoras sea el
distintivo blasón de su existencia y valoración social, una especie de
Hipercuerpo.
Si bien la
sociedad actual tiene mejores herramientas para poder deconstruir este
concepto, es probable que al hacerlo, se descontextualice el momento histórico
en el que fue emitido. Juvenal a partir de sus Sátiras, criticaba la falta de
voluntad de un pueblo con antepasados gloriosos para creer en algo; criticaba
una época donde el debate de las ideas era considerado como poco interesante y
la población en términos generales le daba más importancia a la cultura del
cuidado físico. Por tanto, se indicaba mediante esta frase que el desarrollo
físico va de la mano con el desarrollo mental o espiritual y viceversa
(Aristóteles no distinguía la mente del alma. A ambas les llamaba Psique). La
relación entre ambas entidades (la mente sana y un cuerpo sano), era recíproca
y respondía a condicionamientos propios de la civilización griega en ese
momento particular de la historia.
Por ello, es
necesario, en una primera instancia, delimitar el objetivo de reconstruir el
proceso mediante el cual este pensamiento, como estandarte de un dualismo
autómata y maquinal, fue filtrado, reconstruido y comunicado hacia el sistema
educativo imperante desde la revolución industrial y se convirtió en uno de los
ejes sociales y científicos que más poder ha tenido en marcar un pensamiento
mecanicista acerca de la vida del ser humano y justificar porqué desde la
Psicomotricidad, dichas connotaciones ya han empezado a ser superadas en una
búsqueda genuina de las posibilidades de desarrollo de las personas y en un
profundo respeto a las diferencias individuales en los ritmos de desarrollo,
los cuales en última instancia conduzcan, tanto desde el campo académico como
desde el social, a la tolerancia y a una manera más humanizada y científica de
contribuir a las Ciencias de la Salud.
1. El
Hipercuerpo Herculino
Un cuerpo sano,
para empezar, es un contenedor dictatorialmente gobernado por una mente sana,
la cual a su vez es una especie de caja negra demiúrgicamente introducida en él, que reside u ocupa un
lugar topológico en el cuerpo, y es la que administra los esfuerzos corporales,
la que filtra las experiencias diarias y la que puede aprender del entorno, en
el sentido mágico del término: (Deus ex machina – no se sabe cómo ocurrió, solo
se sabe que ocurrió, o no se sabe cómo funciona, solo se sabe que funciona).
Este es un concepto clave en la significación del Hipercuerpo, porque este es
un cuerpo sin control o voluntad, a menos claro que la mente pueda “ordenar” la
ejecución de alguna acción. Su
constitución biológica es la misma que otros cuerpos menos desarrollados en el
sentido material del término, pero sus posibilidades físicas necesariamente no
deberían resistir comparación ni paralelos. Es saludable en la medida en que la
ejecución de destrezas motoras o el aspecto exterior del mismo eliciten en el
individuo observador la intención de imitación, porque una salud física, a su
vez, implicaría la existencia de una
salud afectiva y cognitiva.
Esta mente es
equilibrada en el sentido geométrico del término. Es decir, es el lugar en el
cual van a confluir todas las energías corporales, las intenciones y las
motivaciones individuales para poder encarar la búsqueda de la salud. Es una
mente que funciona como un antivirus actual: la búsqueda de defectos de
razonamiento y de constitución corporal le ocupan recursos y tiempo. Adopta
mecanismos bidimensionales y de procesamiento serial de información . Trabaja para superarse a sí misma y el
Nonplus Ultra de su existencia es llevar, arrastrar o convencer al cuerpo para
subyugarse en ese proceso de “autosuperación”, aunque a veces tenga que
considerarlo un lastre y un obstáculo. Una mente sana no habita un cuerpo sano:
lo invade.
Por lo tanto, la
única posibilidad de existencia de esa mente “sana” es dentro de un Hipercuerpo
(el cuerpo sano por antonomasia), el cual, debido a sus posibilidades
fisiológicas y capacidades físico-condicionales, pueda contenerla y darle un
uso y un propósito. La mente sana es una entidad etérea que se hace corporeidad
y se concretiza mediante la ejecución excelsa de la fuerza, resistencia,
velocidad y flexibilidad del cuerpo sano, según estándares pre establecidos, a
las cuales pueden sumarse el equilibrio y la reacción.
En efecto, el
Hipercuerpo tiene una alta capacidad para ejercer influencia física sobre un
objeto, vencer su resistencia gravitatoria y cambiarlo de posición (Fuerza). Y
no es que otros cuerpos “menos sanos” que el Hipercuerpo no la tengan; es que
su capacidad de ejecutarla es mucho menor y por lo tanto menos valorable, es
decir, menos saludable.
Además, el
Hipercuerpo debe demostrar que tiene la capacidad física de sostener y repetir
la intensidad de esa fuerza (Resistencia), lo cual determinará el crecimiento
muscular de su forma exterior característica, muy distinta de los cuerpos
“normales”, muy cercana al estereotipo herculino, por lo menos en alguno de los
segmentos corporales. El recorrido máximo de las articulaciones del Hipercuerpo
(Flexibilidad) y su capacidad de desplazarse en una distancia determinada en el
menor tiempo posible (Velocidad), agregan nuevas características a las ya
descritas. Concretamente, el Hipercuerpo tarda más que otros cuerpos en perder
su flexibilidad con el paso del tiempo y consistentemente es más rápido que los
demás. La interacción directa de la mente sana con estas capacidades se traduce
en la pericia del cuerpo sano en redistribuir el peso de sus diferentes
segmentos (Equilibrio), y en disminuir el tiempo que transcurre entre el
procesamiento de una orden y su ejecución (Reacción).
Figura: 1 El Hipercuerpo Herculino
Fuente:
Elaboración Propia
Y desde el dualismo de Descartes, el deseo de
ser más alto, más rápido y más fuerte se convierte en una búsqueda sin pausa
del ser más valiente, más apto, más útil y más valorado.
Los ideales de
una sociedad de consumo irresponsable y masivo son claros: “Debo verme bien
para sentirme bien”, lo que crea una falsa ilusión de darlo todo en una
actividad particular, bajo el condicionante de tener un cuerpo sano. Por lo
tanto, el control sobre los eventos de la propia vida y la responsabilidad de
las decisiones están supeditadas a ideales de salud física y de la salud
mental, los cuales determinan no una manera de valorar a las personas, sino más
bien una forma impune de juzgarlas: El flaco es envidioso, el alto quiere
poder, el gordo es sucio y el chico es un resentido social; la rubia es tonta,
el migrante es ignorante y el moreno es de clase media.
Pero más allá de
estos ejemplos arbitrarios, el concepto de Mente Sana incluye la intención de
“hacer el bien”. El bien, pero, ¿Para quién o con qué intenciones? Un “bien”
visto desde la perspectiva del Hipercuerpo, donde sus capacidades sean
exaltadas y perseguidas. Donde su manera de comportarse sea el modelo a seguir,
donde la eficacia y la eficiencia sean los parámetros prevalentes de evaluación
de su rendimiento, y donde el poder de decisión recaiga en las mentes que lo
“habitan”, de tal manera que estos formatos se reproduzcan y se perpetúen en el
tiempo.
El ser humano,
ante situaciones desesperantes o de estrés desbordante, libera adrenalina, la
cual le proporciona un aumento importante en su fortaleza física y su estado de
vigilia. El corazón late más rápidamente para que la sangre llegue en menos
tiempo al cerebro y a los músculos. Hace que los vasos sanguíneos se contraigan
para evitar que en caso de alguna herida externa, la sangre no coagule. Las
pupilas se dilatan y la segregación de dopamina puede causar una distorsión
temporal de la capacidad de interpretar la realidad. Esta sobreactivación
psicobiológica es la vivencia más cercana que el ser humano ha tenido con
respecto al Hipercuerpo y según esta lógica mecánica, la consecución de una
mente sana debería dar como resultado el desarrollo de un Hipercuerpo, o al
revés, la consecución de un Hipercuerpo debería dar como resultado la aparición
topológica de una mente sana.
2. Los Elementos
Filosóficos de Reproducción de la Mente Sana en Cuerpo Sano
Portela (2001),
afirma que “el capitalismo define al cuerpo como un objeto físico sometido por
leyes naturales, cognoscible y condicionado para evitar el caos social”. Pero
este razonamiento es una consecuencia de la reproducción de paradigmas
filosóficos a lo largo de casi 700 años.
Para empezar,
Descartes afirmaba que nada de lo que le pertenecía a la mente le pertenecía al
cuerpo, ni nada de lo que le pertenecía al cuerpo le pertenecía a la mente.
Concebía al cuerpo como una entidad punible para purificar la mente.
Básicamente, fusionó la idea de Mente a la existencia de Dios, y opinó que los
seres humanos son una especie de ego divino prisionero en un calabozo hecho de
ligamentos, articulaciones, músculos y órganos. Esto, por ejemplo, ha impedido incluir los aspectos
psicológicos, afectivos, culturales y sociales en el análisis de la enfermedad
mental (solo hasta hace no más de 10 años, el estudio del TDAH en Estados
Unidos ha incluido en su matriz académica las variables psicosociales del
trastorno, más allá de la visión médico-psiquiátrica – www.biobiochile.cl).
Para él, el
universo es una máquina cuyo fin no es otro que seguir funcionando eternamente y
este era aprehensible solamente a partir de la matemática. Concebía a animales
y plantas como máquinas que se podían explicar en términos de su disposición y
del movimiento de sus partes (Gomez, 2007). Es interesante notar que en
términos de su contenido, la botánica y la anatomía fueron disciplinas muy
estimuladas en el entorno académico a partir de estas ideas cartesianas.
Y fue Sir Isaac
Newton en el siglo XVI que a partir de la invención del cálculo diferencial, la
física vectorial y sus estudios sobre la ley de gravedad, confirmó la
apreciación cartesiana de la “máquina universal”, afirmando que “el universo
era un sistema mecánico regido por leyes matemáticas exactas” (Goldberg, 1988).
El pensamiento newtoniano abogaba por la practicabilidad de las ideas, una
especie de filosofía experimental donde una proposición debe ser deducida de un
fenómeno natural, comprobarse por inducción y luego ser universalizada. De ahí
que disciplinas como la física y la química tuvieran un gran avance en esa
época. En la ciencia newtoniana, el objeto de estudio debe ser reducido a su
mínima expresión, hasta que alcance un nivel imposible de ser dividido. Cuando
se descubra esa imposibilidad de reducción, recién es apropiado postular una
ley que describa su funcionamiento. Dicha ley, una vez comprobada, era
considerada inmutable. Y bajo esta manera de pensar es que se construyó el
sistema educativo tradicionalista, resistente al cambio, negador de la
actualización permanente y lapidario de las iniciativas nuevas.
Entonces el
cosmos, por lo que quiera que signifique esa palabra (vida, universo,
existencia, vivencia, etc.), es completamente causal – determinado por causas y
consecuencias predecibles – porque su
funcionamiento da lugar a un mundo mecánico perfecto. Siguiendo la línea de Newton, John Locke en
el siglo XVII desarrolló una visión mecánica y atomística de la realidad. Para
Locke el ser humano era el resultado de su entorno y de su apego y obediencia a
las leyes naturales. Indicó que si el ser humano debiera cambiar, el entorno
debería propagar ese cambio. Pero lo que debería ocurrir es un cambio ordenado,
en función del mejoramiento de estructuras y de funciones, el cual es
precisamente el funcionalismo que ha caracterizado la filosofía educativa de
comienzos del siglo XX. Muchos
historiadores de la ciencia entre ellos Toynbee (1983) y Toffler (1989) afirman
que esa fue la idea nuclear del paradigma estímulo – respuesta. Es la búsqueda
de la verdad por medio de la formulación de leyes el objetivo que guía al pensamiento
newtoniano, objetivo que se aplicó a la materia y a la mente, junto con
procedimientos reduccionistas y analíticos que sustentan su vigencia.
Figura: 2 Los
Elementos Filosóficos de Reproducción de
la Mente Sana en Cuerpo Sano
Fuente:
Elaboración Propia
Retornando al
razonamiento de Portela (2001), el Hipercuerpo reconoce la diferencia entre su
propia mente y él, pero debido a que el Hipercuerpo es el único que puede
contener a una mente sana, no pueden ser elementos de interacción cero, aunque
el único camino que le queda a la Mente Sana, para mantenerse así, es poder
hacer de su calabozo corporal un cuerpo también sano. Por ello es que hoy en
día, en muchas escuelas, los programas de Educación Física se han
diversificado. Se han introducido nuevas disciplinas deportivas y se siguen
potenciando las más tradicionales, al mismo tiempo que se ha potenciado también
la enseñanza de idiomas en un nivel comunicativo muy alto, ya sean nativos o
universales. Todo ello en detrimento de la transversalidad de los valores
sociales, educación para la paz, ciudadanía o democracia.
Por tanto, el
pensamiento newtoniano ha transformado a la cita de Juvenal en un objetivo
social de convivencia. Social porque debe ser perseguido por todos y una vez
conseguido, permitiría convivir sanamente, dando lugar a la aplicación de leyes
universales, inmutables, determinadas por herencia cultural e imposibles de ser
cuestionadas. La mente sana en cuerpo sano constituyen una entidad irreductible
y, como le hubiese gustado a Newton, susceptible de que a su tenor, se postulen
leyes que describan su funcionamiento junto con sus supuestas consecuencias
sociales positivas: buen humor, responsabilidad, solidaridad, la capacidad de
darlo todo, empatía, paciencia, etc., solamente obtenidas a partir de la
construcción de un Hipercuerpo.
3. Fin del Hipercuerpo
Eventualmente,
el Hipercuerpo tiene que dejar de actuar. Sus funciones y sus estructuras
disminuirán su efectividad y eficiencia con el paso del tiempo. O con la
presencia de una enfermedad. Y en este contexto de presencia de entidades
patológicas, ¿Cuál es el lugar de la Mente Sana en Cuerpo Sano?
Figura: 3 Fin
del Hipercuerpo
Fuente:
Elaboración Propia
El mismo
concepto que sustenta filosóficamente a esta afirmación es el que provoca una
autodestrucción del modelo. Si bien la física Newtoniana ha sido superada de
alguna manera a finales del siglo XX a partir de excelentes investigaciones en
física cuántica, bolsones de materia oscura o física subatómica, la relevancia
social y la reproducción cultural de la Mente Sana en Cuerpo Sano se está
empezando a combatir, primero desde el terreno de las ideas.
Y este ciclo
autodestructivo, como una bomba de tiempo, funciona de la siguiente manera: el
razonamiento atomístico y sus premisas previas considerarían a la enfermedad
como un ente ahistórico, es decir, sin un punto de origen aparente o fijo.
Trataría de establecer el punto de aparición según leyes preestablecidas
inmutables que por más exactas que sean o pretendan ser, no podrían impedir la
experiencia, subjetiva e individual, de vivencia de enfermedad.
Dentro del
paradigma biomédico – directa consecuencia del dualismo cartesiano – la
experiencia de anormalidad es inevitable. La mente sana que invade el
Hipercuerpo rechaza los signos de “contaminación” por enfermedad porque estos
amenazan su existencia. Se harían esfuerzos por volver a la normalidad, dado
que los niveles de eficacia y eficiencia han disminuido y las capacidades
condicionales y sus elementos asociados han perdido vigencia. El Hipercuerpo
está corrompido y ahora es un enemigo del sistema filosófico que ha promovido
su consecución.
El sistema
filosófico entiende la enfermedad también en términos newtonianos. Espera a que
su desarrollo determine cronológicamente su propia desaparición. Por ello
intenta conceptualizar la patología presente como una enfermedad egosintótica,
es decir, sin vivencia de sufrimiento “mental”. Una especie de Apartheid que la
Mente Sana le hace al cuerpo ya no tan sano, manteniendo el ideal de
Hipercuerpo que puede ser recuperado
luego de la desaparición de la enfermedad. Pero esta tendencia tiene una
posibilidad muy incómoda para la Mente Sana: la posibilidad de que ella también
pueda enfermar.
La
psiquiatrización del comportamiento es una manera de convencer a las personas
de que tienen comportamientos anormales, contraproducentes para el progreso
colectivo, pero que pueden ser controlados a partir de la medicación. La Mente
Sana en principio aceptaría esta oportunidad, porque implicaría la vuelta del
cuerpo que invade hacia el estado de salud nuevamente. Pero no pasa mucho
tiempo hasta que la Mente Sana caiga en cuenta de que estos mecanismos de
control tienen que ver con la acción del medicamento sobre estructuras y
funciones del Hipercuerpo que indefectiblemente, al cambiar su funcionamiento
por acción del medicamento, cambian también la manera de la mente sana para
autopercibirse como una entidad separada del Hipercuerpo, y entiende que su
destino está ligado al de él.
Por ello el
Hipercuerpo se convierte ahora en una excreción del sistema, en una
contradicción destructiva que pone en juego la credibilidad del sistema
filosófico y por lo tanto sus medios de reproducción y eternización. La
enfermedad es newtoniana porque es un mecanismo defectuoso, imperfecto,
incompatible con la gran máquina cósmica, y principalmente cuestionador de la
función del mecanismo. Al ser imposible que siga funcionando eternamente, por
primera vez el hipercuerpo puede buscar un propósito propio y un objetivo
existencial individual. Puede dejar de ser Hipercuerpo para convertirse en
sujeto.
4. Conclusión
La frase no
solamente ha sido aplicada a las particularidades de su contexto y época
propia, sino que ha servido como una vía de reproducción cultural del dualismo
y de una manera irreal e inalcanzable de percibir la realidad. Entonces, ¿por
qué la frase sigue vigente? Porque relaciona un ideal de salud imposible de
conseguir con la felicidad, un estado afectivo ilusorio atemporal. Pero los
tiempos actuales de la humanidad, es decir, la Modernidad, reclaman el rescate
científico de la subjetividad de las personas (Poggio, 2013). La realidad está
en constante mutación, y los conceptos teóricos tendrían que ser también
flexibles, sistémicos y susceptibles a la obsolescencia. Entonces, a diferencia
del Hipercuerpo, el cuerpo, en su relación con los sistemas socioafectivos,
cognitivos y motores, establece un diálogo semiótico con ellos. Es decir que el
cuerpo se construye como símbolo a partir de la toma de posición no solamente
espacial, sino también temporal por parte del sujeto, y por lo tanto dicha toma
de posición es subjetiva, es vinculante, es histórica, es imperfecta, es
particular y es co-formante y co-formada (todas características carentes en el
Hipercuerpo). Tomar una posición no solamente es situarse en términos de
distribución de un espacio. Es vincularse con la propia historia personal,
social y mundial, al mismo tiempo que se adopta una perspectiva para poder
filtrarla y percibirla.
En términos
sociales, la nocion hipercorporal remite a una economía falocéntrica, en la
cual el cuerpo es solamente una sede de impulsos instintivos arcaicos, y como
artefacto cultural, se convierte en mercancía, como casi todo y todos. Y en ese
sentido el manejo del hipercuerpo como categoría cultural de hipernormalidad
representa a un cuerpo que en realidad es chatarra, uno vehículo para lograr
una juventud tardía y eterna.
El Hipercuerpo y
sus estructuras internas invasoras, entre ellas la mente sana, no pueden
establecer un contacto saludable con su propia historia porque la ignoran, ni
con su historia social porque la desprecian, ni otro cuerpo co formado porque
lo rivalizan.
Por lo tanto es
el rescate del concepto de cuerpo que la Psicomotricidad puede realizar a
partir de sus fundamentos epistemológicos el que debe primar en un análisis de
la relación integral del ser humano consigo mismo. El dualismo cartesiano está
siendo superado por las características propias de los tiempos postmodernos y
por la lucha de la ciencia de superar sus propias limitaciones metodológicas y
de interpretación de datos. Por ello es importante rescatar esa dimensión
moderna y científica del cuerpo a partir de las concepciones que de él tiene la
Psicomotricidad.
Así pues, Coste
(1979) el hombre tiene un gran instrumento que puede ser utilizado “el cuerpo”
es la representación real de una persona en el mundo porque el cuerpo es
vivenciado y gracias a esto tenemos una representación en el mundo. el cuerpo
es la representación real del cuerpo en el mundo y es constructor de su propio
espacio y de su propio tiempo. Cada persona sigue su propia línea de
desarrollo, las cuales son incomparables entre sí. Esto significa que sus
determinantes varían desde su historia privada biográfica hasta la clase
social. Por ello, las maneras particulares de conquistar el espacio y el tiempo
son individuales y privativas. Entonces, el Hipercuerpo rehúye la enfermedad y
la considera anormal, mientras que desde la epistemología psicomotriz, se
invierten los recursos de tiempo y esfuerzo en encontrar posibilidades de
desarrollo y potencializar las conquistas evolutivas de ese cuerpo que marca el
objetivo existencial del ser humano.
Además, el
cuerpo conduce a un lugar de diferenciación con el otro y permite la
circulación del deseo (Da Fonseca, 1998). Esto significa que el cuerpo se
construye diacrónica y sincrónicamente
en relación recíproca y de interdependencia con sus ejes (Brito, Goitia,
Maldonado y Pacheco, 2012). El cuerpo nunca deja de desarrollarse, ni de
interrelacionarse, a diferencia del Hipercuerpo que propone una existencia
petrificada y aislada. Por ello, no puede existir un hipercuerpo en el sentido
concreto del término (por lo tanto tampoco la noción facilista de “mente
sana”), debido a que no es parte de ningún sistema teórico de descripción de
etapas de desarrollo. No tiene una fase anterior que le sirva de soporte ni
tampoco una fase para la cual sea la previa.
Finalmente, el
concepto de mente sana en cuerpo sano hace alusión a un cuerpo máquina, una
especie de laboratorio físico-químico puesto en marcha por un psiquismo que habita
en algún lugar del cerebro. Pero aunque este concepto fuese verdad, la
fisiología por sí sola no puede explicar la intención de cada movimiento, ni su
significación, ni su fundamento existencial, ni su huella en un espacio y en un
tiempo.
La Psicomotricidad
como una disciplina en constante construcción y reconstrucción propone al
cuerpo como el eje del aprendizaje, en tanto y en cuanto ese cuerpo es receptor
y constructor de los conocimientos, el punto cero o de origen de las
dimensiones del mundo – como lo afirmaba Merleau-Ponty –, pero también es un
depositario del estado social actual y de nuestra opinión sobre el mundo.
[2] Un mecanismo
bidimensional es una tendencia cognitiva a rescatar las propiedades físicas de
los cuerpos inertes: velocidad, aceleración, peso, etc, cualidades que se
pueden representar en los ejes cartesianos X y Y mediante fórmulas. Es la
situación en la cual una persona juzga la apariencia exterior de un objeto. Un
mecanismo serial de procesamiento de información se refiere a la facultad de la
mente de desmenuzar y dividir el todo en pequeñas partes hasta que éstas sean
indivisibles.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS.
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miércoles, 5 de marzo de 2014
EL ABORDAJE PSICOMOTOR DE ADULTOS
19:54
Resumen
El artículo que se
presenta surge de la necesidad de formalizar por escrito algunas referencias
conceptuales y prácticas ante la inquietud de colegas y alumnos del ámbito
disciplinar, quienes preguntan en qué consiste el Abordaje Psicomotor de
Adultos y cuál es su especificidad.
A partir de estas
cuestiones y de la experiencia práctica con pacientes Adultos en la terapia
psicomotriz he intentado, tanto por el compromiso con la docencia como por la
ética de la práctica misma, comenzar a ubicar algunas consideraciones que
permiten delimitar el quehacer de la psicomotricidad en esta nueva área.
El texto refiere a las herramientas
teóricas y técnicas que dan soporte a una práctica que algunos psicomotricistas
venimos desplegando desde hace más de veinte años, a partir de la demanda
concreta de Adultos que padecen en su cuerpo.
El escrito resulta
entonces de la revisión de una ficha de cátedra que hoy tiene la posibilidad de
ser transformada para su publicación, a través de la convocatoria de la Revista
de Psicomotricidad, a quien agradezco
enormemente esta valiosa oportunidad de escribir, y tal vez poder intercambiar
ideas o experiencias, acerca de una temática bastante poco nombrada.
Palabras
Clave
Psicomotricidad- Adultos-
Relajación terapéutica- Recursos
de Técnicas Corporales- Funcionamiento
psicomotor y psicocorporal- Signos
psicomotores y Síntomas corporales
Abstract
This
article appear from the needed to make some conceptual and practical references
official. Some colleagues and students are worried about the intrasubject
domain. They ask what is adult psychomotor approach and their specificity.
I
take those questions, and my adults psychomotor practical experience, as a
reference. I have try (following my
commitment with teaching and practical ethic) to place some considerations
which allow to delimit this new psychomotor field.
The
text refers to the theoretical and technical instruments that support the
practical. Some specialists in psycho-motor field have used it, for more than
twenty years, with adults that are suffering in their body.
The
writing appear from the chairmanship of department review. We have the
possibility to transform and publish it, using "Revista de
Psicomotricidad" call.
I
would like to express my gratitude to "Revista de Psicomotricidad" to
allow me to write in it, and also to exchange some ideas and experiences about
this subject.
key words
Psychomotor
education -adults- therapeutic relaxation- physical technic's way- psychomotor and
psiychocorporal working- psychomotor signs and corporal symptom.
Algunas consideraciones para un Dispositivo
posible.
Desde hace varios años
algunos psicomotricistas nos hemos venido preguntando por el Abordaje
Psicomotor de Adultos, y hemos desarrollado dispositivos de atención
exploratorios ante la creciente y variada demanda que se ha ido presentando en
los consultorios.
Refiero a Adultos en la
franja etaria entre los 25 y los 65 años aproximadamente (1) y que, como
cualquiera de nosotros, presentan cierto grado de neurosis (2), y sus consecuentes
síntomas corporales (3).
Utilizo estas
categorías sabiendo que tomar ciertos aportes del psicoanálisis (*) contribuye
a pensar y precisar un dispositivo posible y específico desde la mirada
psicomotriz para el abordaje del sujeto Adulto, que es en general más frecuente
en la consulta psicológica o psiquiátrica. Emergen allí las preguntas:
¿Qué
podemos observar, mirar y escuchar desde lo psicomotor en el sujeto adulto que
padece en su cuerpo?
¿Cómo
intervenir desde y para el cuerpo atendiendo a la especificidad de lo
psicomotor?
¿Cómo dar forma a un dispositivo clínico de abordaje
psicomotor que permita al sujeto complementar su terapia verbal (u otros
tratamientos donde se habla del síntoma) y que al mismo tiempo no lo deje mudo,
como requieren muchas prácticas corporales?
¿Qué herramientas teóricas y técnicas sostienen esta
práctica psicomotriz que permite ligar el cuerpo a la palabra en un campo que
implica también a lo psicocorporal y no necesariamente a la motricidad?
Por ello, el tomar
aportes de otras disciplinas no conlleva a perder la especificidad del discurso
y la práctica psicomotriz, sino todo lo contrario. Se trata de una posición
interdisciplinaria necesaria para abordar la complejidad de lo que se presenta.
Esta posición obliga a establecer con claridad lo que es propio de nuestra
disciplina psicomotriz y aquello que no lo es, es decir, lo que pertenece a otros campos disciplinares
afines.
En este sentido
considero también muy valiosos para este campo de acción los aportes de la psiquiatría (**) de las
técnicas corporales (4), de la
creatividad y del psicodrama (5), y
fundamentalmente la perspectiva que la Relajación terapéutica (6) introdujo en
el quehacer psicomotor.
El encuentro con el
adulto en la terapia psicomotriz implica bucear en el funcionamiento psicomotor
(7) o bien en el modo de estructuración
de la trama psicocorporal (8) de cada
sujeto en relación a los requerimientos de la vida cotidiana y frente a las
situaciones problemáticas o conflictos que vive y padece.
Esta búsqueda o
registro de su propio funcionamiento corporal personal tiene la intención de
ubicar los obstáculos, modos de padecimiento o presentación de los bloqueos en
el funcionamiento psicocorporal propio, para poder acompañar un posible
desbloqueo y el consecuente despliegue de un hacer que pueda tornarse más
adecuado a la demanda sociocultural y lo más ligado posible a su deseo.
En términos de
Winnicott (1975), que el sujeto pueda
“ser y sentirse real”. Dicho de otro modo, el abordaje psicomotor del Adulto
está al servicio de su “realización”,
siguiendo el concepto de Bergés (1990). Esto implica que se puedan establecer nuevas relaciones
entre el sujeto, su cuerpo y su hacer en la vida cotidiana.
La consulta a
psicomotricidad se presenta desde
distintos síntomas corporales y signos psicomotores (9). Me han preguntado si
existe el trastorno psicomotor en el adulto. Por el momento preferiría hablar
de síntoma corporal.
Algo de lo que no se
ha podido metabolizar en relación a las “fallas no esperables”, según Winnicott
(1975), porque siempre hay fallas en los primeros vínculos, vuelve a
presentarse de manera sintomática en el cuerpo.
Sin embargo, lo que
vive el adulto en su cuerpo debe ser atendido como un fenómeno que se contextualiza en el aquí y ahora de su
experiencia vital y corporal, y que constituye una vuelta distinta sobre lo
vivenciado en otro tiempo, una reedición de algo anterior irresuelto, una repetición
en el sentido de recurso (10).
Resulta interesante
siguiendo a Winnicott (1975), pensar el síntoma como un “recurso” (16) y luego
ubicar el abordaje psicomotor como la creación de recursos para abordar al
síntoma o bien sobrellevar el propio funcionamiento psicocorporal si no es
susceptible de transformación o simplemente insiste en repetirse.
Por otro lado, y
siguiendo lo específico de la observación psicomotriz, los signos
psicomotores que se presentan con
frecuencia en los adultos que consultan a psicomotricidad son:
1.
Alteraciones
en el espacio y el tiempo, en el ritmo, en la diferenciación del espacio propio
y del otro.
2.
Alteraciones
en el tono y la postura, dificultad para mantener una posición, actitudes y
posturas muy rígidas o muy blandas, dolores tensionales o contracturas, tics,
sincinesias, paratonías, reacciones de prestancia.
3.
Desajustes
en la imagen del cuerpo, modos de pensarse a sí mismos desfasados de la
apariencia o de la potencialidad del propio cuerpo.
4.
Alteraciones
en lo tónico-emocional y afectivo,
tendencia a la baja autoestima,
actitud de omnipotencia o de impotencia, exceso de exigencia, labilidad
emocional, baja tolerancia a la frustración, reacciones emocionales
desbordadas.
5.
Signos
de disgrafía y de torpeza psicomotriz
6.
Funcionamiento inestable psicomotor o inhibido psicomotriz,
manifestaciones de ansiedad explosiva o retenida, hiper o hipokinesia, dispersión
de la atención, inquietud.
Los
funcionamientos psicomotores más frecuentes en la consulta se presentan al modo
de las inhibiciones o de las inestabilidades. Hay adultos que funcionan como
tensionales y otros como dehisentes en lo que hace a su posturomotricidad, y a
la envoltura corporal.
Se presenta como una
vivencia actual que reedita un exceso de anticipación por parte del otro, y que
ahora es del sujeto, o bien una falta de ligadura del cuerpo a la palabra, que
hace al desborde del funcionamiento, o a la inhibición del mismo.
Resulta un soporte fundamental retomar a J. Bergés (1996)
para repensar estos términos en la psicomotricidad del cuerpo adulto.
¿Qué
es un Adulto?
Posiblemente el “ser adulto” no está dado por
una edad definida y cronológica, sino que lo podemos pensar como una condición
de posibilidad que alcanza el sujeto,
que remite a estados de independencia más o menos relativos en los distintos
planos del desarrollo individual (personal, afectivo, social, cognitivo,
corporal, laboral, económico, etc.).
El “ser adulto” sería
entonces un estado de posibilidad de asumir responsabilidades, derechos y
obligaciones. Un estado de cierta autonomía, que en general se da entre los
veinte y los setenta y cinco años (aunque sabemos que en esta época se puede
extender a varios años más dados los avances en salud y ciencia).
Es decir que es una
larga etapa, de la cual incluso se puede salir y volver a entrar, alcanzarse
parcialmente en algunos planos, o no
alcanzarse nunca.
El
consultorio y los objetos de psicomotricidad para Adultos.
En
este apartado intentaré detallar las cuestiones metodológicas que puedan servir
para explicitar lo más precisamente
posible lo referente a técnicas, recursos, espacios y objetos que se utilizan
para llevar adelante el abordaje de los adultos en psicomotricidad. Se trata de
una descripción aproximada del cómo es este quehacer desde la perspectiva hasta
aquí descrita.
En mi experiencia, fue
una búsqueda exploratoria el uso de distintos espacios físicos. Al
principio utilizaba un consultorio pequeño, con una cama tipo diván para hacer
la relajación, donde había almohadones, una mantita y un velador, alfombra y
buena calefacción en caso de bajas temperaturas. Me parecía que el espacio
reducido y el diván daban mayor intimidad y contención, y sólo trabajaba a
través de las técnicas de Relajación.
Más adelante, a partir
de pensar la posibilidad de aplicar recursos de diversas técnicas corporales y
de lo que implicaba el uso del suelo, comencé a trabajar en el espacio más
amplio con el que cuento en mi consultorio que es el salón donde también
trabajo con los niños y con los grupos.
Allí el piso también tiene alfombra, hay colchonetas y diversos objetos.
A veces utilizo un
equipo de música donde puedo disponer
temas previamente seleccionados para acompañar o sostener un trabajo corporal,
en general es música instrumental donde puede predominar lo rítmico o lo melódico, pero no letras de canciones.
En otras ocasiones, también
uso algún instrumento de percusión y elementos de grafoplástica para la construcción de máscaras o mapeo
corporal.
Las telas, las sogas,
los almohadones, las pelotitas de tenis, las esferas inflables, las sillas o
banquetas, los tubos, las máscaras, el espejo, son los objetos que utilizo con más frecuencia en el trabajo con Adultos.
Las
sesiones de psicomotricidad con los Adultos.
He venido desarrollando
propuestas de trabajo corporal para
Adultos en grupos, a través del uso de Máscaras, el MFC (11) y las Escenas.
Se realiza el Trabajo
corporal siguiendo el formato en tres tiempos (caldeamiento, actividad central,
y retorno- reflexión).
Se incluyen también
objetos y ejercicios de las Técnicas corporales que resultan efectivos en
ciertos momentos y para cada situación en particular.
Los más utilizados
provienen de experiencias con la Eutonía, la Danzaterapia, la Esferodinamia, el
Contact improvisation, el Método Feldenkrais, el Chi Kung, el Tai Chi, los
Centros de energía, el Yoga.
Se intercalan
ejercicios en un marco lúdico y exploratorio y no desde lo reeducativo.
Resulta importante
situar que el uso de recursos de técnicas corporales no significa hacer de la
psicomotricidad un collage. No se trata de recortes técnicos
descontextualizados, sino de hacer uso de aquellas experiencias que resultaron
significativas en cierta situación dada y que se recurre a ellas como medios de
intervención.
También es importante
aclarar que la Psicomotricidad no es un invento chino, con esto me refiero a
que el hecho de incluir recursos de técnicas orientales no significa
transformarnos en profesores de Yoga o Tai Chi. En occidente estas técnicas se
difundieron ampliamente en los ámbitos
de la Salud y los médicos que percatan el padecimiento psicocorporal o
psicomotor del sujeto Adulto derivan a realizar estas actividades.
Por ello es fundamental
establecer las diferencias de encuadre y de perspectiva en relación al Abordaje
Psicomotor.
La intervención
psicomotriz siempre se desarrolla en un Campo de Juego, considerando la
psicomotricidad una Psicoterapia de mediación corporal, donde se superponen dos
zonas de juego, la del psicomotricista y la del sujeto (niño o adulto).
Por eso los ejercicios
procedentes de las Técnicas Corporales y las aplicaciones de Relajación se
consideran siempre dentro de un campo donde el sujeto se implica con su cuerpo
en el juego del encuentro con el otro.
Los dispositivos
grupales son de dos horas de duración ya que la reflexión grupal constituye un
aspecto importante del abordaje. No obstante, a veces no se habla de las
sensaciones de la experiencia, sino que se retoma en la sesión siguiente. Los
procesos de trabajo duran en general entre un año y tres años, aunque es
variable en cada caso.
El abordaje psicomotor de Adultos en forma individual, se enmarca en el
dispositivo de la Relajación Terapéutica.
Durante la sesión
individual hay un momento de conversación donde se escucha la versión, el texto
que trae el sujeto y luego se propone una relajación (a veces siguiendo una
técnica, otras veces sólo la entrada en calma y cuestiones puntuales de
contacto corporal, visualizaciones, u otras intervenciones de este tipo) o un
trabajo corporal a partir de ejercicios de Técnicas Corporales o del
Psicodrama.
Las sesiones en estos casos son de una
hora. La frecuencia es de una vez por semana o quincenal, según el caso.
El
balance psicomotor en relación al cuerpo Adulto.
En general resulta
oportuno situar 3 ó 4 encuentros al principio para recabar información, tanto
desde lo verbal como desde lo psicomotor.
En esos primeros
encuentros se observan modos de ser y hacer en lo referente a movimientos,
postura, tono, actitudes, emociones, gestos, praxias, formas de hablar, tonos
de voz, ubicación en el espacio, relación con los objetos y el tiempo,
posibilidad de sostener el encuadre, modo de relación con el terapeuta, estado
de la transferencia.
Complementariamente,
utilizo a modo de prueba diagnóstica el MFC que me aporta datos sobre la
relación del sujeto con su corporeidad, la imagen de sí, la vivencia del cuerpo
propio y sus representaciones.
Luego, se realiza una
sesión de devolución, al igual que sucede con los padres de los niños.
Allí se trata de ubicar
algunas líneas de la observación del funcionamiento psicomotor y o bien
psicocorporal, y establecer algunos ejes posibles del abordaje, teniendo en
cuenta las relaciones entre el motivo de consulta y lo que parece preciso
abordar.
En caso de considerar
que no fuera oportuno un tratamiento psicomotor se realiza la sugerencia de una
terapia psicológica o de otra índole, como consultas médicas, psiquiátricas u
otras.
Reflexiones
y propuestas respecto al rol profesional
Para concluir los
aspectos más descriptivos de este quehacer psicomotriz, resulta importante
señalar que, más allá de los espacios, objetos y demás formatos posibles, lo fundamental reside, al igual que en el
abordaje psicomotor con niños, en la posición desde donde se ofrece el cuerpo
del psicomotricista.
Se trata de un Adulto
frente a otro Adulto, que jugará su posición de manera diferente que el adulto
frente al niño, pero similar en cuanto a tomar su lugar para que el sujeto tome
el suyo propio.
En relación a este
fundamental aspecto de la práctica psicomotriz, sugiero siempre mantenerse
entrenados corporalmente para sostener la posición de la “distancia “operativa”
(12).
Conclusiones
para pensar...
Es frecuente y
aconsejable que los pacientes adultos sostengan este espacio en
complementariedad con la terapia psicológica. También puede darse que la
terapia psicomotriz sirva de apertura hacia la terapia psicológica, o
viceversa.
En cualquier caso,
siempre tenemos que considerar la posición interdisciplinaria del abordaje, que
no significa sólo poder consultar a otros profesionales, sino más bien tener
internalizado que existen otras disciplinas que también se ocupan del cuerpo y
más aún del Adulto en relación a su neurosis.
Esta actitud implica no
posicionarnos de manera omnipotente frente al padecimiento del otro. Esto
salvaguarda cualquier intervención y nuestro propio lugar de terapeutas.
Considero que es un compromiso seguir investigando los
recursos teóricos y técnicos que sustenten esta práctica en el campo de la
disciplina psicomotriz, ya que se ha comprobado su eficacia y su especificidad.
Cabe preguntarse, ¿la Psicomotricidad
podrá ser considerada en los campos disciplinares a los que recurrimos en su
justo lugar para la consulta interdisciplinaria?
En función de la
complejidad en la que vive el sujeto Adulto actual y de la diversidad en la
forma de presentación del síntoma, resulta inminente la escucha al cuerpo tanto
como al sujeto, acorde a lo que implica una mirada integradora del padecimiento
humano.
(*) En lo relativo al psicoanálisis, hay conceptos provenientes de dicha disciplina que se entrelazan con el discurso psicomotor por su implicancia en los efectos de la comprensión del padecimiento humano y se hacen cuerpo en la terapia psicomotriz con el Adulto. Algunos de ellos son: sujeto, síntoma, deseo, neurosis, inconsciente, función materna y paterna, el Otro y los otros, la transferencia, la demanda, la creatividad, la realización.
Por ello, el tomar aportes de otras disciplinas no conlleva a perder la especificidad del discurso y la práctica psicomotriz, sino todo lo contrario. Se trata de una posición interdisciplinaria necesaria para abordar la complejidad de lo que se presenta. Esta posición obliga a establecer con claridad lo que es propio de nuestra disciplina psicomotriz y aquello que no lo es, es decir, lo que pertenece a otros campos disciplinares afines.
En este sentido considero también muy valiosos para este campo de acción los aportes de la psiquiatría (**) de las técnicas corporales (4), de la creatividad y del psicodrama (5), y fundamentalmente la perspectiva que la Relajación terapéutica (6) introdujo en el quehacer psicomotor.
El encuentro con el adulto en la terapia psicomotriz implica bucear en el funcionamiento psicomotor (7) o bien en el modo de estructuración de la trama psicocorporal (8) de cada sujeto en relación a los requerimientos de la vida cotidiana y frente a las situaciones problemáticas o conflictos que vive y padece.
Esta búsqueda o registro de su propio funcionamiento corporal personal tiene la intención de ubicar los obstáculos, modos de padecimiento o presentación de los bloqueos en el funcionamiento psicocorporal propio, para poder acompañar un posible desbloqueo y el consecuente despliegue de un hacer que pueda tornarse más adecuado a la demanda sociocultural y lo más ligado posible a su deseo.
En términos de Winnicott (1975), que el sujeto pueda “ser y sentirse real”. Dicho de otro modo, el abordaje psicomotor del Adulto está al servicio de su “realización”, siguiendo el concepto de Bergés (1990). Esto implica que se puedan establecer nuevas relaciones entre el sujeto, su cuerpo y su hacer en la vida cotidiana.
(**) En lo relativo a la psiquiatría, recibí derivaciones de psiquiatría por casos diagnosticados como trastornos de la ansiedad y trastornos alimentarios como anorexia, bulimia, obesidad. Muchas de éstas personas estaban medicadas con psicofármacos. Tanto en estos casos como en otros, fui desarrollando una posición más flexible o menos cerrada acerca de la cuestión con la medicación.
En este aspecto tomo como referencia la experiencia práctica interdisciplinaria con la psiquiatría. Si bien creo que no debe ser el primer recurso frente a la angustia o al desorden del funcionamiento psicocorporal, y también creo que existen los medicamentos alternativos que muchas veces son eficaces, es de considerar que los nuevos psicofármacos indicados de manera oportuna pueden ayudar a transitar una crisis y a recibir los tratamientos terapéuticos de manera más efectiva, sin generar adicción. Esto depende sustancialmente del modo del uso y de las indicaciones.
La consulta a psicomotricidad se presenta desde distintos síntomas corporales y signos psicomotores (9). Me han preguntado si existe el trastorno psicomotor en el adulto. Por el momento preferiría hablar de síntoma corporal.
Algo de lo que no se ha podido metabolizar en relación a las “fallas no esperables”, según Winnicott (1975), porque siempre hay fallas en los primeros vínculos, vuelve a presentarse de manera sintomática en el cuerpo.
Sin embargo, lo que vive el adulto en su cuerpo debe ser atendido como un fenómeno que se contextualiza en el aquí y ahora de su experiencia vital y corporal, y que constituye una vuelta distinta sobre lo vivenciado en otro tiempo, una reedición de algo anterior irresuelto, una repetición en el sentido de recurso (10).
Resulta interesante siguiendo a Winnicott (1975), pensar el síntoma como un “recurso” (16) y luego ubicar el abordaje psicomotor como la creación de recursos para abordar al síntoma o bien sobrellevar el propio funcionamiento psicocorporal si no es susceptible de transformación o simplemente insiste en repetirse.
Por otro lado, y siguiendo lo específico de la observación psicomotriz, los signos psicomotores que se presentan con frecuencia en los adultos que consultan a psicomotricidad son:
Glosario
(1)
Adultos: la franja etaria de adultos puede
clasificarse en “ Adultos jóvenes”, de
21 a 40 años , “Adultos de mediana
edad” , de 40 a 60 años, y luego “
Adultos mayores”, de 60 años hasta la muerte ( E. Erikson)
El artículo aquí presentado se refiere a
Adultos jóvenes y de mediana edad.
(2) Neurosis:
según Janet (1909), las neurosis se establecen como enfermedades funcionales
frente al modelo anatómico fisiológico. Desarrolla así el paradigma médico que
basa el daño no en la alteración física del órgano, sino en su función.
Freud (1892 y 1899) desarrolló diversos trabajos en relación a la
histeria y los trastornos obsesivos sentando las bases psicogenéticas de lo que
él denominó “psiconeurosis”.
El término “neurosis” no es utilizado
por la psicología científica y la psiquiatría. La O.M.S (CIE 10) y la A.P.A
(DSM IV-TR) han cambiado la nomenclatura internacional para referirse a estos
cuadros clínicos como “trastornos” (ej. trastornos de ansiedad, trastornos de
angustia, trastornos del sueño, trastornos sexuales, tratornos depresivos,
trastornos de somatización, etc.)
Freud refirió a neurosis actuales y a
neurosis de trasferencia (Bragagnolo, 2013 )
(3) Síntoma
corporal: el concepto clásico de síntoma psicoanalítico implica que el
síntoma psíquico responde a un trauma, pero un trauma no físico sino psíquico,
inconsciente. Con lo cual se supone la existencia de un inconsciente al aparato psíquico. Freud (1978)
habla de representaciones que resultan intolerables, representaciones que se
van a volver traumáticas. Por tanto el aparato psíquico se defiende ante lo
intolerable a través de formaciones del inconsciente, como el síntoma. El
síntoma remite a un trauma o situación dolorosa en tanto representación de una
vivencia o experiencia de la vida del sujeto, especialmente de la infancia, que
se manifiesta en la actualidad como sufrimiento, por ello es siempre singular y
no es universalizable.
Las representaciones que están en juego
en el síntoma en algún momento se vuelven corporales, se alojan en el cuerpo (ej. le duele la
panza, está muy torpe, se agita, se ahoga, le cuesta caminar, tiembla, etc.)
Los síntomas finalmente son siempre corporales y se caracterizan porque
manifiestan algo a la vez que ocultan otra cosa. “La angustia no miente, cuando
uno siente angustia la siente en el cuerpo. Justamente la dificultad de la
angustia es muchas veces ponerle palabras”. (Bragagnolo, 2013)
(4) Técnicas
corporales: son las técnicas de Trabajo Corporal, es decir aquellas que
“ponen a trabajar activamente al cuerpo para tratar de destrabarlo”. (Papandrea,
2001 ) Muchas de ellas fueron creadas o aplicadas de manera más sistemática después
de las Guerras Mundiales, donde se tornó indispensable encontrar otros caminos
de reubicación corporal , y darle sentido a la vida, a partir de las heridas y
mutilaciones sufridas. Las técnicas corporales
pueden clasificarse en técnicas de concientización, lúdicas, energéticas,
fantasmáticas y dramáticas (Matoso, 1996)
(5) Psicodrama
. “En la práctica psicodramática hay un momento de coincidencia de la
máscara con el rol, por ejemplo, el rol del padre y la máscara del padre. Pero
también hay momentos en que máscara y rol no coinciden, y la máscara cuestiona
al rol. Lo fantasmático se estructura en escenas entrecruzado con lo real. Las
máscaras juegan un papel clave en cuanto a los fenómenos de velamiento y
develamiento ante la mirada del otro”. (Buchbinder,
2001)
(6) Relajación
terapéutica: método y perspectiva teórico técnica de abordaje psicomotor
creada por Bergés y Bounes (1998)
“El abordaje psicomotor es una manera de
comprender lo que el cuerpo envuelve” ( Bergés retomado por González , L. 2009)
“La psicomotricidad es un abordaje que obliga
a poner en relación informaciones de diferente índole, mientras que en las
perturbaciones motrices las informaciones son de una sóla índole, de índole
motriz (Bergés, retomado por González . L , 2009)
“La consulta por un síntoma en juego, da
lugar para que otros modos del discurso y otros modos de la mirada, lo vuelvan
al cuerpo apto para vehiculizar nuevas vivencias y para construir mediando la
experiencia de la relajación y el juego nuevas relaciones con su propio cuerpo,
con el otro y la realidad” (González, 2009)
(7)
Funcionamiento psicomotor:
puesta en funcionamiento de las funciones tonicoposturales y motrices bajo la
mirada de un otro, quien ejerce la función materna. Modo de ser y hacer. (Bergés,1996)
“es tarea de los psicomotricistas investigar, reflexionar y operar desde una
lógica que permita comprender por ejemplo ¿cómo y porqué aquello de los
movimientos reflejos se constituyen en movimientos voluntarios, dirigidos,
intencionados de un sujeto respecto a otro en un espacio y un tiempo dado?”.. O
bien reflexionar “¿cómo se piensa el sujeto que padece en su cuerpo?” (González,
2009)
(8)
Funcionamiento psicocorporal : se trata del vínculo de apuntalamiento que
estructura lo somático con lo psíquico y, a la inversa, lo psíquico se vuelca a
lo somático. (Lesage, 2009) Esta relación se actualiza en el trabajo que el
sujeto realiza con las técnicas corporales, y más aún con la Relajación
terapéutica . (A.Papandrea, 2011)
(9) Signo
psicomotor: es la alteración objetiva que se manifiesta como señal de la
desorganización psicomotriz del sujeto. Se puede explorar y evaluar mediante
test y pruebas diagnósticas, se caracteriza por ser observable, medible,
cuantificable. Observamos los signos de alteración psicomotriz en el plano de
lo tónicoemocional, en las coordinaciones estáticas y dinámicas generales,
manuales y visomotoras, en el plano de la organización espaciotemporal, de la
lateralidad, del esquema y la imagen del cuerpo, y en el dibujo y la escritura.
“El signo psicomotor es extraño para el
otro, porque no entra, como dice Calmels , en el archivo de los gestos
cotidianos”. “El signo psicomotor demuestra así su efectividad, su capacidad de
producir un efecto en la mirada del otro…” ¿no es acaso el signo psicomotor el
modo en que el niño dice sobre su psicomotricidad?” ( Papandrea, 2004)
(10) Recurso: la palabra recurso implica
acción de recurrir a algo frente a una situación a resolver, o bien es
efecto de recursar algo, como posibilidad de volver a cursar por algún trayecto
de otra manera. ( Papandrea,2004) .Resulta significativo pensar el síntoma como
un recurso (Winnicott, 1975)
(11) MFC. Mapa Fantasmático Corporal. Dispositivo de mapeo corporal a
través del ofrecimiento de una silueta en una actividad grafoplástica que
permite abordar cuestiones de la imagen del cuerpo (Matoso, 2001)
(12) Distancia operativa: refiere a la búsqueda continua de la posición
del psicomotricista para el desempeño saludable del rol profesional.
“En la intervención psicomotriz se opera
con las distancias, no sólo con la distancia física como medida de entrar y
salir del juego, sino aún más con la distancia psíquica, tónico-emocional,
afectiva. Es una medida de espacio, tiempo y acciones que le permite al
psicomotricista operar con su cuerpo, estando al mismo tiempo implicado y
distante”. (Papandrea, 2005)
“Tenemos
que tomar distancia de nuestras propias vivencias, para no invadir al paciente”
(Lesage, 2009)
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¿Existe el Trastorno psicomotor en el
Adulto? Signos psicomotores y síntomas corporales en el cuerpo en la adultez.
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D. (2006) La familia y el desarrollo del
individuo. Bs as Ed. Hormé
Acerca
de la autora:
Alejandra
Papandrea
-Psicomotricista
-Coordinadora de trabajo corporal grupal
recibida en el Instituto de la Máscara
-Especialista en Relajación Terapéutica
-Ex integrante del Equipo de
Psicomotricidad del Hospital Infanto juvenil “Dra C. Tobar García”
-Ex docente de Cursosde Psicomotricidad
en Extensión universitaria de la Facultad de Psicología de la UBA. Universidad
Nacional de Buenos Aires
-Ex docente de la Escuela Argentina de
Psicomotricidad de la AAP. Asociación Argentina de Psicomotricidad
-Ex capacitadora de la Fundación Lekotek
-Docente titular de la Licenciatura en
Psicomotricidad de la UNTREF. Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Materias: Formación Personal Corporal II, Teoría de la Psicomotricidad II y
Taller de Juego.
-Investigadora en formación. Convocada
como Experta en la investigación acerca del Trastorno de Inhibición
Psicomotriz, Directora S. Saal, UNTREF
-Tutora y Jurado de Trabajos Finales de
Grado de alumnos de la Lic. en Psicomotricidad de UNTREF
-Coordinadora general de “CENTRAR”.
Centro de abordaje psicomotor interdisciplinario para Adultos y Niños. Atención
en consultorio desde 1994.
www.revistadepsicomotricidad.com agradece públicamente a Alejandra Papandrea por enviar este artículo desde Buenos Aires, Argentina.
PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL DE ESTE TEXTO Y DISEÑOS, Y PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN PARCIAL SIN CITAR A www.revistadepsicomotricidad.com COMO FUENTE.
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