miércoles, 27 de marzo de 2019

AL ENCUENTRO DEL MEDIO ACUÁTICO RELATO DE UNA EXPERIENCIA EN PSICOMOTRICIDAD Javier Andrés Mennielli

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Resúmen
El presente es el relato de una experiencia que, hace dieciocho años, me llevó pensar al tratamiento en psicomotricidad en el medio acuático, como una vía de oportunidad. Un medio de abordaje que no se dio de hecho sino que ha ido hallando su sentido en el recorrido, atendiendo a las particularidades de la paciente, de su familia y por la significación que el agua ha tenido para ellos en su vida, previo al ACV de la pequeña. Proyectar la salida al mundo luego de semejante impacto, ubicando el lugar de la salud por sobre la enfermedad, encontrar el modo y el medio para hacer factible un deseo de la niña expresado a través de su gestualidad, ha sido el desafío.  Las vicisitudes atravesadas y las decisiones tomadas con sentido contextual real al elegir el natatorio posible, han estructurado la base para llevarlo a cabo.
Palabras clave
Organismo –Sostén – Mirada – Medio acuático – Cuerpo - Silencio – Oportunidad – Placer.

La experiencia
“El cuerpo ¿es “relato único” dueño de la verdad de la existencia o es multiplicidad de fragmentos flotantes de un territorio sumergido que sólo dejan ver algunas islas?”
Elina Matoso (1)
El siguiente es un trabajo basado en una experiencia de hace ya varios años, cuyo proceso me llevó delinear bases del abordaje en psicomotricidad en el medio acuático, contemplando la particularidad de una situación clínica que ameritaba ser evaluada y visionada desde diferentes variables y puntos de vista. La derivación no contemplaba dicho medio, la situación de internación domiciliaria no permitía salir del espacio del hogar. Era necesario hilar paso a paso estrategias que posibilitaran sustentarle a la niña salir al mundo, para favorecer su evolución.
Hace 18 años – tiempos de esta experiencia - no era tan difundido como lo es en la actualidad el abordaje psicomotor en el medio acuático; esa particularidad histórica me permitió una manera personal de ubicar el abordaje en esta especificidad, modalidad que conservo en la actualidad con algunas variantes. La misma no suscribe a dicho contexto solamente la opción de tratamiento, sino más bien me he dado la licencia de contemplar para cada quién lo necesario, complementando en ocasiones el contexto de consultorio con el del medio acuático, estructurando la compleja tarea de ubicar en cada caso el natatorio apropiado para cada situación; muchas veces pensando en proyección al paciente para que ese medio sea, una vez cumplido el proceso terapéutico, tal vez un modo de continuar otro tipo de actividades sociales de índole recreativa o deportiva, pero que contara con algo ganado , y es que el contexto pudiera comprender al sujeto – niño/a, jóven o adulto- en sus necesidades y así alojarlo en su comunidad. 
Particularmente hablo de situaciones en que hay necesidades que ameritan ser contempladas por los otros para que el sujeto pueda desplegar su potencial sabiéndose comprendido y consecuentemente incluido. Éste es un valor agregado en cada contexto que transité con pacientes en medio acuático, trabajar educativamente con quienes conforman el espacio para comprender a quien pudiera continuar habitándolo más allá de un tiempo y encuadre específico con el profesional tratante.
Llamaré a la protagonista de este escrito Sofía, en resguardo y respeto por su privacidad.
Al inicio de la terapia psicomotriz contaba con 5 años de edad. Una pequeña delgada, de pelo lacio castaño claro, con una mirada brillante y tintineante en sus ojos marrones que dejaba a su vez entrever un dejo de tristeza. Un cuerpito que no le respondía a lo que parecía deseaba hacer con y a través de él. Posibilidades con las que contaba que, por un ACV –Accidente Cerebrovascular-, tuvieron un vuelco y le ubicó una serie de limitaciones en su psicomotricidad, en su comunicación lenguaje expresivo gestual- verbal y en sus emociones, bajo el nombre diagnóstico de Hemiplejía Facio Braquio Crural Derecha.
“La experiencia del cuerpo nos hace reconocer una imposición del sentido que no es la de una consciencia constituyente universal, un sentido adherente a ciertos contenidos. Mi cuerpo es este núcleo significativo que se comporta como una función general y que, no obstante, existe y es accesible a la enfermedad.” (2)
Cuando en estas circunstancias la vida da un giro las marcas se hacen cuerpo, en lo orgánico y en lo que representa.
Llega a tratamiento por derivación de su pediatra de internación domiciliaria, por lo tanto el espacio terapéutico inicialmente tuvo que desarrollarse en su hogar. Una sencilla casa habitada junto a sus padres y dos hermanos varones, mayores que ella. En su interior la sala y dos habitaciones con poco espacio y por fuera un enorme patio-terreno; lugar por excelencia en que la niña deseaba pero casi no podía estar. Espacio en el que siempre se montaba una pileta – piscina- en verano, el agua ha sido placer y símbolo de la unidad familiar.
Al momento contaba con seguimiento pediátrico y neurológico, Kinesiología diaria con bases en Neurodesarrollo, Neurolingüística tres veces a la semana y se sumaba Psicomotricidad como la instancia que acudiría a ver qué hacer con tanta ansiedad, con sus movimientos sin aparente sentido, con su fuerza muscular ganada, su  desorganización pósturo motríz, desequilibrios, distonías y una torpeza que se hacía evidente pero que no le obstaculizaba sus ansias de autonomía. Un organismo muy bien atendido que necesitaba volver a ser un Cuerpo. Aquí es donde ubico mi mirada, la del tratamiento en psicomotricidad.
Las palabras de Merleau Ponty me llevan pensar a su cuerpo y movimientos en este aparente sin sentido: “Si el espacio corpóreo y el espacio exterior forman un sistema práctico, siendo aquél el fondo sobre el que puede destacarse, o el vacío ante el que puede aparecer el objeto como objetivo de nuestra acción, es evidentemente en la acción que la espacialidad del cuerpo se lleva a cabo, y el análisis del movimiento propio tiene que permitirnos el comprenderla mejor.
Comprendemos mejor, en cuanto consideramos el cuerpo en movimiento, cómo habita el espacio (y el tiempo, por lo demás), porque el movimiento no se contenta con soportar pasivamente el espacio ν el tiempo, los asume activamente, los vuelve a tomar en su significación original que se borra en la banalidad de las situaciones adquiridas.”(3). Ofrecerle a Sofía un espacio y un tiempo para ser habitado, darle marco al movimiento en su relación significativa con los objetos, le dará la oportunidad de que sus acciones tornen a un sentido lúdico.
Una corta vida muy atravesada recientemente por la necesaria acción médica que propendía a que fuera manipulada por otros, todas intervenciones que le permitieron salir de un cuadro complejo de salud, cuyas secuelas mermaron funciones motrices y del lenguaje. Ahora era tiempo de darle lugar al desarrollo de sus funciones al encuentro de un funcionamiento que le permitiera encauzar sus deseos, organizar sus movimientos, arribar al juego, elaborar lo necesario y regresar a la vida social al encuentro con pares y por fuera de su casa. Hallarse con su nuevo cuerpo, sus limitaciones y posibilidades, para desde allí desarrollar su potencial.
Cuerpo y lenguaje, significar su historia, lo que era cambió. Sin saber lo que será en su evolución, las funciones que puedan ser gradualmente recuperadas o no, recurro a Françoise Dolto: “El esquema corporal es una realidad de hecho, en cierto modo es nuestro vivir carnal al contacto del mundo físico. Nuestras experiencias de la realidad dependen de la integridad del organismo, o de sus lesiones transitorias o indelebles, neurológicas, musculares, óseas y también de nuestras sensaciones fisiológicas viscerales, circulatorias…
Ciertamente, afecciones orgánicas precoces pueden provocar trastornos del esquema corporal, y éstos, debido a la falta o interrupción de las relaciones del lenguaje, pueden acarrear modificaciones pasajeras o definitivas de la imagen del cuerpo.
(…) Cuando el niño se ve atacado por una invalidez, es indispensable que su déficit físico le sea explicitado, referenciado a su pasado no inválido o, si éste es el caso, a la diferencia congénita entre él y los demás niños. Asimismo tendrá que poder, con el lenguaje mímico y la palabra, expresar y fantasmatizar sus deseos, sean éstos realizables o no según este esquema corporal lisiado.
(…) Hablar así de sus deseos con alguien que acepta con él este juego proyectivo, permite al sujeto integrar dichos deseos en el lenguaje a pesar de la realidad, de la invalidez de su cuerpo. Y el lenguaje le aporta el descubrimiento de medios personales de comunicación. “(4)
Realizaré una descripción general que permita conocer el proceso para luego situar cómo surgió pensar en el espacio de abordaje psicomotor en medio acuático.
Se pautaron 2 sesiones semanales en el domicilio, encuadrando un espacio y tiempo que le permitiera la privacidad necesaria; un trabajo intenso con la familia y con las enfermeras de turno para tal fin.
Durante las primeras sesiones se observó capacidad en su comprensión y atención – con mayor intencionalidad que posibilidad de sostenerla por largos períodos- . Era claro que sabía lo que deseaba decir, pero encontrar las palabras y articularlas le era complejo, resultándole difícil la comunicación, acompañada de una medida y desordenada gestualidad.
Pensando en su posibilidad expresiva me encuentro en líneas con Elina Matoso, quién a su vez cita en “El cuerpo territorio de la imagen” a Merleau Ponty “El cuerpo es eminentemente un espacio expresivo. El cuerpo es nuestro medio general de poseer un mundo”,  y desde aquí avanzo en palabras de la autora: “Lo expresivo es un concepto abierto, hay que desvestirlo de una carga de superficialidad o de espontaneismo banal, para reconocer en él, la potencialidad de ser surco a transitar. Lo expresivo es atajo donde se rastrea la pasión, el dolor, la emoción. Es machete que abre camino entre la maleza (que es el yuyal vital, como diría el tango)” (5). ¿Iniciar un camino de expresión para Sofía la haría poder transitar su surco?, tal vez encontrar un modo de hallarse en su cuerpo actual.   
Evidenciaba nulo dominio de su retraído brazo derecho. Su mano, de este mismo hemicuerpo, en puño con el pulgar replegado al interior.
En su pierna derecha, si bien no se observaba motilidad voluntaria, se registraba un nivel tónico que le permitía mantenerse en pie por corto tiempo, con apoyo externo y fijación en hipertensión en la articulación de su rodilla.
Se desplazaba arrastrándose sentada en el piso, movilizándose desde su hemicuerpo izquierdo; el resto del tiempo se la trasladaba en silla de ruedas.
Referían sus padres que era diestra y que la tenían que agarrar porque “se tira de la cama para caminar “.
Escaso interés por el espacio gráfico, realizó garabatos tomando el marcador en garra con su mano izquierda.
Sólo armaba rompecabezas de hasta 5 piezas, siempre los mismos y a una velocidad que dejaba ver la mecanicidad del acto.
Permanecía durante gran parte del día frente a la T.V., capturada por la imagen. Inactiva.
Gradualmente, pero en corto tiempo, se observaron cambios:  
-            Apareció interés por otro tipo de juegos, ya de exploración con uso funcional del objeto.  Tomaba mayores puntos de referencia visuales que le permitían organizarse en el espacio de otro modo.
-            Comienza a dar dos pasos con sostén de las manos del terapeuta.  Se mantiene de pie sola por corto tiempo, disfrutando de la sensación de estabilidad.
-            Hacia la octava sesión comienza a desplazarse caminando sola dos pasos, con intentos de reequilibrar su postura, deteniéndose en registro de la misma. Utilizaba además apoyos en el espacio físico – mobiliario, paredes, etc-.
-            Se registraba un indicio de comenzar a incluir su brazo derecho, conduciéndolo con el izquierdo. Sus movimientos comienzan a contar con cierta organización.
-            Aparece la risa, el enojo frente a lo que no puede y el claro intento por lograr lo que se propone.
Estos avances dieron lugar a pensarla más allá de su casa. Un hogar que había sufrido también cambios repentinos, adaptaciones en convivir con lo médico y con lo asistencial; espacios de privacidad familiar interrumpidos.
Dos situaciones me resonaban con firmeza; una de ellas la familia construyendo una pileta para congregarse en torno al agua en los veranos y la otra, ser testigo de lo recurrente en ver a la pequeña ubicarse en la reja del frente mirando, atenta, la calle y lo que allí pasaba, dando cuenta su gestualidad de una proyección hacia fuera. Salir al mundo se ha posicionado como un objetivo. Aquí es donde se me impone el medio acuático. Una opción ligada para ella y su familia al placer y a la socialización. No sólo por lo que el agua ofrece en sus propiedades físicas y químicas sino como envoltura del cuerpo proporcionando distintas sensaciones a través de la piel, como facilitadora de la movilidad por las condiciones de temperatura y densidad que dibujan en el cuerpo la posibilidad de percibirlo en sus contornos. La oportunidad de una sensación de gravedad diferente que abre campo a los cambios posturales y otras exploraciones en los desplazamientos. La proyección del movimiento en muchos casos se puede ver amplificada por el transporte que el agua ofrece al desplazar los objetos. El agua como mediadora en la experiencia lúdico corporal con otro.  Una experiencia en y con el cuerpo, potenciando la oportunidad que aparece de otro modo en el medio terrestre. Para Sofía en particular sería también una manera de traspasar la reja del frente de su hogar hacia el mundo. Darle de este modo marco al proyecto que dejaba ver su gestualidad. Pasaje a una vida activa en sociedad.
El agua puede provocar distintas sensaciones ligadas al placer y/o al temor. Ninguna experiencia es sin un otro ofrecido como sostén emocional y físico en un cuerpo a cuerpo que oscila entre el tacto, contacto, la proximidad y la distancia óptima a cada circunstancia personal. Una mirada sensible atenta a las necesidades. Presencia en disponibilidad, segurizante, contenedora que da por hecho que el agua por sí misma nada hace; que la hacen viva quienes la habitan con sentido y significación en lo particular y desde allí expande a oportunidad prestando sus propiedades, tornándose recurso. Este es el punto de partida para convertirse en un medio facilitador y potenciador del desarrollo.
Se plantea entonces sumar una sesión de psicomotricidad en medio acuático, en un natatorio adecuado a las necesidades de Sofía, cercano a su hogar – zona Oeste de Provincia de Buenos Aires- ; con el objetivo de complementar la terapia psicomotriz con sus otras dos sesiones semanales en domicilio. Comenzando así a restablecer un circuito social en una dinámica que la corriera del lugar de enfermedad.
La búsqueda del natatorio no resultó sencilla, pocos eran los posibles y los viables no contaban con lo necesario en estructura. A priori no se los podía equipar. Ésta es una realidad que tal vez hoy encuentra, en algunos casos otra posibilidad, pero en ese tiempo no era tal. Entre las decisiones a tomar las variables oscilaban entre uno con mayor equipamiento y otro con mejor disponibilidad humana pero con una estructura edilicia con carencias.
Como muchas veces sucede en la vida, lo que se construye no tiene su base en el recurso material sino en el humano y por ese fui. Elegí un natatorio que tenía la disposición en alojarnos aún no sabiendo cómo nos podían ayudar. Un natatorio que no contaba con un acceso graduado al agua sino con escalinatas metálicas laterales. La vía a los vestuarios tenía en el trayecto varios escalones. Un clásico club de barrio antiguo en estructura. Al momento de una decisión tomada comenzó el trabajo con el coordinador del área de pileta y con el guardavidas, no solamente para ubicar el horario  propicio conociendo la dinámica de funcionamiento y las rutinas de la niña, sino para transmitirles el encuadre y modo de trabajo desde la mirada psicomotriz en un medio que conocía al entrenamiento como parte protagonista de sus jornadas, tal vez con algunas experiencias de rehabilitación y otras recreativas. Fue preciso ubicar cuestiones de la legalidad del espacio de sesión, tomando el criterio de realidad de un contexto en que habría otros en sus actividades. Además de lo legal en sí mismo en cuanto a la autorización escrita y firmada por los padres, la responsabilidad civil y de accidentes, asistencia médica, seguros con los que el natatorio contaba pero, por si resultaba necesario que existiera alguno en particular por mi parte, ya que desde ellos era nueva experiencia y no sabían si precisaban hacer algo especial.
Ambas partes confiamos en la sinceridad de la otra.
Con los fundamentos, cuidados particulares y legales necesarios se obtuvo la autorización médica; sucedían los traslados inicialmente en ambulancia contándose con enfermera y médico durante la sesión en dicho contexto; uno de los padres debía permanecer en la pileta – todas condiciones que además de ser parte del encuadre bajo internación domiciliaria, le daban al contexto del natatorio, a mí y sobre todo a Sofía, la seguridad por si alguna eventualidad sucedía- .
Pudo concretarse el abordaje a los cuatro meses, aproximadamente, de iniciado el tratamiento.
Al poco tiempo, lo que aparecía como un obstáculo físico, espacial, pasó a segundo plano. Las escaleras al vestuario contaron con una rampa humana que ayudaba a llevar la silla de ruedas con Sofía. Las escalinatas de metal tuvieron su acceso al agua gracias a colchonetas de goma eva pensadas por la gente del natatorio para tal fin. Sofía era recibida con alegría, se sentía a sus anchas habitando ese espacio y tiempo, su salida al mundo encontró a otros que la alojaron en darle contextual y humanamente lo necesario para fortalecerse. Por supuesto que contar con el espacio y los equipamientos óptimos sería lo fundamental, pero cierto es que aunque existieran, si no los sustenta el material humano, perderían su facilitación.
La disponibilidad de la pequeña ha sido maravillosa, el ámbito le producía enorme felicidad y el agua placer. Los padres relataban anécdotas en torno al espacio y al disfrute de su hija. Los hermanos pidieron ir a ver. Ya era otro el clima familiar.
El medio le propició enorme motivación. Contábamos con materiales brindados por el natatorio, propios del espacio que favorecían la actividad lúdico corporal, posibilidades para la flotación en un pasaje desde el sostén directo del profesional a tomar distancia, mediatizada inicialmente por el objeto y luego hacia soltarse y disfrutar de la autonomía. Un proceso de separación, sostenido en lo vincular, que representaba su salida al mundo sustentada en autoafirmación en el dominio de su cuerpo, ya capaz de producir sentido en su accionar, capaz de proyectarse en actividades lúdicas con contenido simbólico; proyectos psicomotores ejecutados con creciente riqueza. El juego simbólico que ha desarrollado le dio la oportunidad de elaborar lo necesario, o tal vez lo posible.
Nos encontrábamos en un momento en que se hacía visible su conciencia de algunas limitaciones, el enojo que le producía la frustración de no poder accionar a cómo se lo imaginaba, pero la enorme posibilidad de manifestarse y de poner en palabras lo que sentía, con la ayuda de alguna imagen que le permitiera situar la acorde y con la gestualidad al servicio de su comunicación, siéndole desde mi función decodificador de la misma, para orientarla en encontrar el modo de ser comprendida y alojar su sentir.
Hallarme en silencio para permitirle emerger fue todo un desafío, en el lenguaje y en la acción, fue indispensable. Difícilmente alguien pueda Ser si otro le obtura con su presencia. Fernando Baralo, especialista en lenguaje, dice “Algunos silencios logran lo que muy pocas palabras alcanzan…” y, más adelante agrega “Se trata pues de ofrecerse y exponerse a una materialidad significante, no mensurable, no ponderable, no conservable. (…)  ¿Qué lugar tiene para un niño el silencio como espacio desde donde produce significación, como lugar privilegiado en la producción de sentidos? Y no hablamos de estar callados. Y no hablamos de no hablar. Hablamos del silencio que se da en el encuentro de dos en un campo lingüístico.” (6)
La tarea interdisciplinaria con los distintos actores intervinientes y, especialmente con la profesional a cargo del tratamiento  en Neurolingüística, fue un puntal para acompañarla en su proceso y aprender a decodificarla pertinentemente, como facilitador de su expresión y comunicación, para no obturarle esa vía.
Hacia fin de ese año, es decir transcurridos 10 meses desde el inicio en domicilio, se observó además de lo ya mencionado:
-         creciente autonomía en su vida cotidiana, posibilitada – desde lo psicomotríz- por una marcha con mayor estabilidad (dejó de usar la silla de ruedas). Mejoró sus reacciones equilibratorias y amplió su dinámica tónico postural.
-          Enriqueció su actividad lúdica, adquirió organización en espacio y tiempo.
-         Amplió sus posibilidades de movimiento, coordinación óculo manual y viso motora, con cambios favorables en sus ritmos de ejecución y sostenimiento de su atención.
-          En cuanto al entorno familiar se observó un ambiente un tanto más distendido.
Desde el plano socio afectivo se hizo notoria la necesidad de abordar la escolaridad de la niña. Ha sido favorecedor el contexto del natatorio ya que por haberse realizado en un horario en que acudían otros niños/as, se han dado situaciones de socialización que daban cuenta de estar preparada para retomar su escolaridad.
En la evolución de Sofía pudo virarse de un discurso circundante expresamente médico, otorgándole a sus movimientos una orientación reducida al campo fisiológico, para pasar a ser, apropiada de su cuerpo, productor de sentidos, en un lenguaje hablado por la niña.  Preciso acudir a Henry Wallon para traer al presente este pasaje. El autor refiere que gracias al movimiento “el acto se inserta en el momento presente” y que “puede pertenecer solo al medio circundante concreto por sus condiciones y objetivos; en este caso se trata del acto motor propiamente dicho.”  Ahora bien, cuando se impregna de carácter simbólico, dice el psicólogo francés “El movimiento mismo presenta una doble progresión: una relacionada con su agilidad (…) la otra relativa al nivel de la acción que lo utiliza.”.(7)
Más adelante expresa que “En el niño, los efectos correlativamente registrables en el campo de los diferentes sentidos se deben al movimiento que constituyen un nuevo medio  de coordinación en el mundo de las impresiones, permitiendo agrupar las que son relativas a una misma presencia, a una misma existencia y a un mismo objeto. Permitiendo también seguir aquello que se desplaza de un campo sensorial a otro, anticipar una impresión a otra, y, en resúmen, sustituir el polimorfismo y la fugacidad de las impresiones por la permanencia de la causa” (8)
No reductible a la proyección de la gestualidad, en el avance de las coordinaciones y en la posibilidad de mayor dominio del cuerpo en el espacio y con los objetos, sino que para ampliar me atrevo a enlazar con la Psiquiatra y Psicoanalista Piera Aulagnier, quien refiere que el cuerpo “Se ofrecerá y se convertirá en soporte de la catectización del Yo en cuanto origen, lugar, instrumento de placer que se experimenta en él. Placer que produce en el cuerpo el cuerpo del otro, el discurso que ese otro mantiene sobre ese cuerpo (el cuerpo hablado) y placer también que el niño descubre que puede dar a su propio cuerpo. Este cuerpo-placer es el primer bien propio, la primera posesión catectizada por el Yo (9)
La autora continúa diciendo “Al hallar su cuerpo como posibilidad de sufrimiento, el yo descubre que no puede existir, que no puede ser, si no logra preservar su catectización de ese objeto-cuerpo necesario para que él se torne visible, para que se imponga como existente real a su propia mirada y a la mirada del otro” (…) Al encontrar su cuerpo, el Yo encuentra la realidad como un lugar y un espacio que le garantizan la existencia de las cosas…” (10)
En el pasaje del organismo al cuerpo, en situación de encuentro, torna existente la mirada del otro al visibilizarse en esa presencia, con un lugar en el mundo en que sus movimientos –los de la niña- cobren sentido y significación, lenguaje del y en el cuerpo hablado por sí misma. Un proyecto utilizando como tránsito importante al medio acuático, símbolo familiar de placer, de unión y de socialización. La salida al mundo de Sofía tuvo ese marco. El placer de vivir se le hizo cuerpo.
Parece una ecuación sencilla decir que se existe porque alguien significa nuestra existencia. Winnicott lo sintetiza, para mi gusto, maravillosamente, cuando dice que “En asuntos humanos, lo más complejo sólo puede desarrollarse a partir de lo más simple” (11)
A posteriori del receso de verano se reposiciona el encuadre de psicomotricidad, situándose al medio acuático como protagonista, rescatando el lugar de placer que para la pequeña significa ese medio, dejando de realizarse las sesiones en su hogar. Otros tratamientos continuaban en ese encuadre. Se replanteó la dinámica de internación domiciliaria ya que se encaraba el retorno a la escolaridad. Cabe mencionar que su cuadro clínico, con los controles médicos pertinentes, evolucionaba satisfactoriamente.
Hacia fines del otro año, el segundo de tratamiento, continuó el avance favorable en cuanto al uso de su cuerpo en actividades de la vida cotidiana, logrando incorporar su hemicuerpo derecho en diferentes situaciones.
Su brazo derecho gradualmente adquirió mayor regulación tónica y movilidad voluntaria, registrándose fluctuaciones hacia estados de hipertono principalmente en sus dedos. No obstante logra cierta apertura de su mano en forma voluntaria. Tomaba principalmente objetos utilizando pulgar e índice. Se asistía con su mano izquierda.
En relación a los desplazamientos, comenzó a correr, trepar, saltar con pies juntos, ensayaba equilibrio en ambos pies registrándose mayor resistencia sobre su pierna izquierda. No obstante la derecha ganó precisión. Realizó espontáneamente, con sentido lúdico y en forma placentera, diversas figuras corporales con dominio del freno inhibitorio.
Se observó mayor estructuración en relación a su eje tónico postural.
Reconoció y dibujó todas las partes de su cuerpo, logrando en el espacio gráfico una representación completa de la figura humana.
En relación a su lateralidad, si bien era diestra, previo al A.C.V., utilizaba con precisión su mano izquierda para diferentes actividades y tomaba instrumentos de escritura de manera espontánea con la derecha.
En cuanto a su capacidad lúdica, desplegó con riqueza de contenidos y matices, ubicada en tiempo y espacio, observándose capacidad organizativa, creativa y simbólica. Amplió su comprensión y ejecución de consignas. Su atención se incrementó significativamente.  De manera espontánea, durante los juegos, se valía de recursos verbales y de una gestualidad enriquecida que posibilitaba comprenderla por parte del adulto.  Fluía en su comunicación.
Hacia ese tiempo concluye el tratamiento por decisión familiar, no fue dada el alta por el profesional pero ellos transmitían verla muy bien y, como había vuelto a  la escuela, consideraron no sobrecargarla de situaciones. La misma decisión ocurrió con los otros abordajes.
En cuanto al espacio del natatorio, quedó flotando la propuesta de acudir al mismo en un tiempo familiar de placer recreativo; ir a jugar en el agua.
Tal vez sea un final no esperado, más allá de coincidir o no, pero en respeto de la decisión de sus padres, cierto es que el valor radica en el recorrido durante el tiempo que ha sido factible, la oportunidad de la experiencia ha sido para Sofía, para su familia y para mí. Va mi agradecimiento en haberme permitido este pasaje por su vida.
Hay una síntesis que resulta esclarecedora y es la imagen que me dejó huella: ya era una niña que disfrutaba, su mirada tintineante reflejaba alegría de vivir.

Citas Bibliográficas
(1)   Matoso, Elina: “El cuerpo territorio de la imagen”. Ed. Letra Viva. Tercera edición, Agosto 2007, Bs. As, Argentina. Pág.11.
(2)   Ponty, M. Mearleau: “Fenomenología de la percepción”. Ed. Planeta- De Agostini S.A. España, Marzo 1994. Pág. 164.
(3)   Ponty, M. Mearleau: “Fenomenología de la percepción”, Ed. Planeta- De Agostini S.A. España, Marzo 1994. Pág 115
(4)   Dolto, Françoise, “La imagen inconsciente del cuerpo”. Ed. Paidós SAICF. Primera Edición Mayo 2015. Bs. As., Argentina. Págs. 18-19
(5)   Matoso, Elina: “El cuerpo territorio de la imagen”. Ed. Letra Viva. Tercera edición, Agosto 2007, Bs. As, Argentina. Pág. 119.
(6)   Baralo, Fernando R.: “Algunos silencios” en “Escritos de la infancia Año III, Nº 5”, Publicación de F.E.P.I., Agosto de 1995. Bs. As. Argentina. Págs. 39 a 41.
(7)   Wallon, Henry: “La evolución psicológica del niño”. Ed. Crítica, Barcelona España. Primera Edición en Biblioteca de Bolsillo, Enero del 2000. Págs. 116 117
(8)   Wallon, Henry: “La evolución psicológica del niño”. Ed. Crítica, Barcelona España. Primera Edición en Biblioteca de Bolsillo, Enero del 2000. Pág. 127.
(9)    Aulagnier, Piera: “Los destinos del placer: alienación, amor, pasión”. Ed. Paidós Ibérica S.A. , 1994. Bs. As. Argentina.   Págs. 132, 133.
(10)      Aulagnier, Piera: “Los destinos del placer: alienación, amor, pasión”. Ed. Paidós Ibérica S.A., 1994. Bs. As. Argentina.  Págs. 135, 136.
(11)      Winnicott, Donald W.: “Conozca a su niño. Psicología de las primeras relaciones entre el niño y su familia”. Ed. Paidós Ibérica S.A. 1970. Barcelona España. Pág. 37 .
Bibliografía
-          Aucouturier, B. – Mendel,G . :”¿Por qué los niños y las niñas se mueven tanto?. Ed. Graó., de IRIF, S.L. Barcelona, España. 1º edición, 2004.
-          Aucouturier, Bernard: “Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz”. Ed. Gra, de IRIF, S.L. Barcelona, España. 1º edición, Octubre 2004.
-          Aulagnier, Piera: “Los destinos del placer: alienación, amor, pasión”. Ed. Paidós Ibérica S.A., 1994. Bs. As. Argentina. 
-          Baralo, Fernando R.: “Algunos silencios” en “Escritos de la infancia Año III, Nº 5”, Publicación de F.E.P.I., Agosto de 1995. Bs. As. Argentina.
-          Dolto, Françoise, “La imagen inconsciente del cuerpo”. Ed. Paidós SAICF. Primera Edición Mayo 2015. Bs. As., Argentina.
-          Downie, Patricia A.: “Neurología para fisioterapuetas”. Ed. Médica Panamericana. 4º edición. Bs. As. Argentina. 1989.
-          Levitt, Sophie: “Tratamiento de la parálisi cerebral y del retraso motor” Ed. Médica Panamericana. 3º edición. Madrid, España. 2000.
-          Matoso, Elina: “El cuerpo territorio de la imagen”. Ed. Letra Viva. Tercera edición, Agosto 2007, Bs. As, Argentina.
-          Ponty, M. Mearleau: “Fenomenología de la percepción”. Ed. Planeta- De Agostini S.A. España, Marzo 1994.
-          Potel, Catherine: “El cuerpo y el agua. La mediación en Psicomotricidad”. Ed. Akal S.A. Madrid, España. 2003.
-          Sanz, Magdalena – Sanz, Martha: “El agua en la infancia. Natación temprana para bebés y niños pequeños”. Ed. Urano. Bs. As. Argentina. 1º edición 2015.
-          Wallon, Henry: “Estudios sobre psicología genética de la personalidad”. Ed. Lautaro. Argentina, 1965.
-          Wallon, Henry: “La evolución psicológica del niño”. Ed. Crítica, Barcelona España. Primera Edición en Biblioteca de Bolsillo, Enero del 2000.
-          Winnicott, Donald W.: “Conozca a su niño. Psicología de las primeras relaciones entre el niño y su familia”. Ed. Paidós Ibérica S.A. 1970. Barcelona España.
-          Winnicott, Donald W.: “Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría del desarrollo emocional”. Ed. Paidós SAICF. 1993. Bs. As. Argentina.