miércoles, 26 de marzo de 2014

HIPERCUERPO. CRITICA AL CONCEPTO DE MENTE SANA EN CUERPO SANO


Pacheco, Marcelo1; Carvajal, Ariel2; Torrez, Sarah2; Valverde, Helen2.

1.    Docente de la Carrera de Psicomotricidad – U.S.B.
2.    Estudiantes de octavo semestre de la carrera de Psicomotricidad – U.S.B.
Universidad Salesiana de Bolivia, Carrera de Psicomotricidad Salud, Educación y Deportes
La Paz, Bolivia
 Noviembre-2013




Introducción
Fue Décimo Juvenal en el Siglo I quien acuñó esta expresión, aunque actualmente solo se conoce y aplica la mitad de este enunciado. Green (1998) afirma que originalmente, este poeta y sátiro griego afirmó que "Orandum est ut sit mens sana in corpore sano", que traducido al español significa “Orando es como se obtiene una mente sana en un cuerpo sano”.

Juvenal, de esa manera, pudo haberse referido a una época en su civilización caracterizada por la dejadez e indolencia de sus gobernantes para con las necesidades del pueblo. Pero a Juvenal también le molestaba la desidia y el desinterés del propio griego “de a pie”, que no reclamaba nada a sus asambleas ni a sus representantes, debido a que se encontraba distraído con espectáculos públicos y se contentaba con tener que comer en casa. De ahí que Juvenal también pudo haber puesto en circulación la frase de “Pan y Circo”, para precisamente referirse al hecho de que el pueblo está contento con comer y con distraerse, apartando su atención de temas más profundos y urgentes.
En un proceso histórico de repercusiones sociales, políticas y sobretodo académicas, la frase ha sobrevivido alrededor de 20 siglos; es el lema de instituciones educativas y deportivas, y sirve de eslogan para campañas de prevención en salud, marketing publicitario e incluso para la estructuración de un modelo ejemplar de comportamiento. En términos de su uso concreto, incluso puede convertirse en un ideal de vida y en una materia de debate casi irrefutable, debido a que comunica una idea en apariencia totalmente útil, incorruptible y verdadera. En todo caso, es probable que, como señala Richlin (1992), Juvenal haya querido invocar el concepto de “Virtud Herculina”, una combinación de cualidades como la sabiduría y la paz, o la ausencia de ira o codicia que solamente podían habitar en un cuerpo genuinamente cuidado, pulcro, acabado, durable y cuasi perfecto como el de Hércules. Es decir, virtudes susceptibles solamente de existir en un cuerpo cuyas cualidades físicas no están al alcance de cualquiera y cuya eficiencia y eficacia en la realización de tareas motoras sea el distintivo blasón de su existencia y valoración social, una especie de Hipercuerpo.

Si bien la sociedad actual tiene mejores herramientas para poder deconstruir este concepto, es probable que al hacerlo, se descontextualice el momento histórico en el que fue emitido. Juvenal a partir de sus Sátiras, criticaba la falta de voluntad de un pueblo con antepasados gloriosos para creer en algo; criticaba una época donde el debate de las ideas era considerado como poco interesante y la población en términos generales le daba más importancia a la cultura del cuidado físico. Por tanto, se indicaba mediante esta frase que el desarrollo físico va de la mano con el desarrollo mental o espiritual y viceversa (Aristóteles no distinguía la mente del alma. A ambas les llamaba Psique). La relación entre ambas entidades (la mente sana y un cuerpo sano), era recíproca y respondía a condicionamientos propios de la civilización griega en ese momento particular de la historia.

Por ello, es necesario, en una primera instancia, delimitar el objetivo de reconstruir el proceso mediante el cual este pensamiento, como estandarte de un dualismo autómata y maquinal, fue filtrado, reconstruido y comunicado hacia el sistema educativo imperante desde la revolución industrial y se convirtió en uno de los ejes sociales y científicos que más poder ha tenido en marcar un pensamiento mecanicista acerca de la vida del ser humano y justificar porqué desde la Psicomotricidad, dichas connotaciones ya han empezado a ser superadas en una búsqueda genuina de las posibilidades de desarrollo de las personas y en un profundo respeto a las diferencias individuales en los ritmos de desarrollo, los cuales en última instancia conduzcan, tanto desde el campo académico como desde el social, a la tolerancia y a una manera más humanizada y científica de contribuir a las Ciencias de la Salud.

1. El Hipercuerpo Herculino

Un cuerpo sano, para empezar, es un contenedor dictatorialmente gobernado por una mente sana, la cual a su vez es una especie de caja negra demiúrgicamente  introducida en él, que reside u ocupa un lugar topológico en el cuerpo, y es la que administra los esfuerzos corporales, la que filtra las experiencias diarias y la que puede aprender del entorno, en el sentido mágico del término: (Deus ex machina – no se sabe cómo ocurrió, solo se sabe que ocurrió, o no se sabe cómo funciona, solo se sabe que funciona). Este es un concepto clave en la significación del Hipercuerpo, porque este es un cuerpo sin control o voluntad, a menos claro que la mente pueda “ordenar” la ejecución de alguna acción.  Su constitución biológica es la misma que otros cuerpos menos desarrollados en el sentido material del término, pero sus posibilidades físicas necesariamente no deberían resistir comparación ni paralelos. Es saludable en la medida en que la ejecución de destrezas motoras o el aspecto exterior del mismo eliciten en el individuo observador la intención de imitación, porque una salud física, a su vez,  implicaría la existencia de una salud afectiva y cognitiva.
Esta mente es equilibrada en el sentido geométrico del término. Es decir, es el lugar en el cual van a confluir todas las energías corporales, las intenciones y las motivaciones individuales para poder encarar la búsqueda de la salud. Es una mente que funciona como un antivirus actual: la búsqueda de defectos de razonamiento y de constitución corporal le ocupan recursos y tiempo. Adopta mecanismos bidimensionales y de procesamiento serial de información .  Trabaja para superarse a sí misma y el Nonplus Ultra de su existencia es llevar, arrastrar o convencer al cuerpo para subyugarse en ese proceso de “autosuperación”, aunque a veces tenga que considerarlo un lastre y un obstáculo. Una mente sana no habita un cuerpo sano: lo invade.

Por lo tanto, la única posibilidad de existencia de esa mente “sana” es dentro de un Hipercuerpo (el cuerpo sano por antonomasia), el cual, debido a sus posibilidades fisiológicas y capacidades físico-condicionales, pueda contenerla y darle un uso y un propósito. La mente sana es una entidad etérea que se hace corporeidad y se concretiza mediante la ejecución excelsa de la fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad del cuerpo sano, según estándares pre establecidos, a las cuales pueden sumarse el equilibrio y la reacción.

En efecto, el Hipercuerpo tiene una alta capacidad para ejercer influencia física sobre un objeto, vencer su resistencia gravitatoria y cambiarlo de posición (Fuerza). Y no es que otros cuerpos “menos sanos” que el Hipercuerpo no la tengan; es que su capacidad de ejecutarla es mucho menor y por lo tanto menos valorable, es decir, menos saludable.
Además, el Hipercuerpo debe demostrar que tiene la capacidad física de sostener y repetir la intensidad de esa fuerza (Resistencia), lo cual determinará el crecimiento muscular de su forma exterior característica, muy distinta de los cuerpos “normales”, muy cercana al estereotipo herculino, por lo menos en alguno de los segmentos corporales. El recorrido máximo de las articulaciones del Hipercuerpo (Flexibilidad) y su capacidad de desplazarse en una distancia determinada en el menor tiempo posible (Velocidad), agregan nuevas características a las ya descritas. Concretamente, el Hipercuerpo tarda más que otros cuerpos en perder su flexibilidad con el paso del tiempo y consistentemente es más rápido que los demás. La interacción directa de la mente sana con estas capacidades se traduce en la pericia del cuerpo sano en redistribuir el peso de sus diferentes segmentos (Equilibrio), y en disminuir el tiempo que transcurre entre el procesamiento de una orden y su ejecución (Reacción).



Figura: 1 El Hipercuerpo Herculino
Fuente: Elaboración Propia

 Y desde el dualismo de Descartes, el deseo de ser más alto, más rápido y más fuerte se convierte en una búsqueda sin pausa del ser más valiente, más apto, más útil y más valorado.
Los ideales de una sociedad de consumo irresponsable y masivo son claros: “Debo verme bien para sentirme bien”, lo que crea una falsa ilusión de darlo todo en una actividad particular, bajo el condicionante de tener un cuerpo sano. Por lo tanto, el control sobre los eventos de la propia vida y la responsabilidad de las decisiones están supeditadas a ideales de salud física y de la salud mental, los cuales determinan no una manera de valorar a las personas, sino más bien una forma impune de juzgarlas: El flaco es envidioso, el alto quiere poder, el gordo es sucio y el chico es un resentido social; la rubia es tonta, el migrante es ignorante y el moreno es de clase media. 
Pero más allá de estos ejemplos arbitrarios, el concepto de Mente Sana incluye la intención de “hacer el bien”. El bien, pero, ¿Para quién o con qué intenciones? Un “bien” visto desde la perspectiva del Hipercuerpo, donde sus capacidades sean exaltadas y perseguidas. Donde su manera de comportarse sea el modelo a seguir, donde la eficacia y la eficiencia sean los parámetros prevalentes de evaluación de su rendimiento, y donde el poder de decisión recaiga en las mentes que lo “habitan”, de tal manera que estos formatos se reproduzcan y se perpetúen en el tiempo.
El ser humano, ante situaciones desesperantes o de estrés desbordante, libera adrenalina, la cual le proporciona un aumento importante en su fortaleza física y su estado de vigilia. El corazón late más rápidamente para que la sangre llegue en menos tiempo al cerebro y a los músculos. Hace que los vasos sanguíneos se contraigan para evitar que en caso de alguna herida externa, la sangre no coagule. Las pupilas se dilatan y la segregación de dopamina puede causar una distorsión temporal de la capacidad de interpretar la realidad. Esta sobreactivación psicobiológica es la vivencia más cercana que el ser humano ha tenido con respecto al Hipercuerpo y según esta lógica mecánica, la consecución de una mente sana debería dar como resultado el desarrollo de un Hipercuerpo, o al revés, la consecución de un Hipercuerpo debería dar como resultado la aparición topológica de una mente sana.

2. Los Elementos Filosóficos de Reproducción de la Mente Sana en Cuerpo Sano

Portela (2001), afirma que “el capitalismo define al cuerpo como un objeto físico sometido por leyes naturales, cognoscible y condicionado para evitar el caos social”. Pero este razonamiento es una consecuencia de la reproducción de paradigmas filosóficos a lo largo de casi 700 años.
Para empezar, Descartes afirmaba que nada de lo que le pertenecía a la mente le pertenecía al cuerpo, ni nada de lo que le pertenecía al cuerpo le pertenecía a la mente. Concebía al cuerpo como una entidad punible para purificar la mente. Básicamente, fusionó la idea de Mente a la existencia de Dios, y opinó que los seres humanos son una especie de ego divino prisionero en un calabozo hecho de ligamentos, articulaciones, músculos y órganos. Esto, por ejemplo,  ha impedido incluir los aspectos psicológicos, afectivos, culturales y sociales en el análisis de la enfermedad mental (solo hasta hace no más de 10 años, el estudio del TDAH en Estados Unidos ha incluido en su matriz académica las variables psicosociales del trastorno, más allá de la visión médico-psiquiátrica – www.biobiochile.cl).
Para él, el universo es una máquina cuyo fin no es otro que seguir funcionando eternamente y este era aprehensible solamente a partir de la matemática. Concebía a animales y plantas como máquinas que se podían explicar en términos de su disposición y del movimiento de sus partes (Gomez, 2007). Es interesante notar que en términos de su contenido, la botánica y la anatomía fueron disciplinas muy estimuladas en el entorno académico a partir de estas ideas cartesianas.
Y fue Sir Isaac Newton en el siglo XVI que a partir de la invención del cálculo diferencial, la física vectorial y sus estudios sobre la ley de gravedad, confirmó la apreciación cartesiana de la “máquina universal”, afirmando que “el universo era un sistema mecánico regido por leyes matemáticas exactas” (Goldberg, 1988). El pensamiento newtoniano abogaba por la practicabilidad de las ideas, una especie de filosofía experimental donde una proposición debe ser deducida de un fenómeno natural, comprobarse por inducción y luego ser universalizada. De ahí que disciplinas como la física y la química tuvieran un gran avance en esa época. En la ciencia newtoniana, el objeto de estudio debe ser reducido a su mínima expresión, hasta que alcance un nivel imposible de ser dividido. Cuando se descubra esa imposibilidad de reducción, recién es apropiado postular una ley que describa su funcionamiento. Dicha ley, una vez comprobada, era considerada inmutable. Y bajo esta manera de pensar es que se construyó el sistema educativo tradicionalista, resistente al cambio, negador de la actualización permanente y lapidario de las iniciativas nuevas.
Entonces el cosmos, por lo que quiera que signifique esa palabra (vida, universo, existencia, vivencia, etc.), es completamente causal – determinado por causas y consecuencias predecibles –  porque su funcionamiento da lugar a un mundo mecánico perfecto.   Siguiendo la línea de Newton, John Locke en el siglo XVII desarrolló una visión mecánica y atomística de la realidad. Para Locke el ser humano era el resultado de su entorno y de su apego y obediencia a las leyes naturales. Indicó que si el ser humano debiera cambiar, el entorno debería propagar ese cambio. Pero lo que debería ocurrir es un cambio ordenado, en función del mejoramiento de estructuras y de funciones, el cual es precisamente el funcionalismo que ha caracterizado la filosofía educativa de comienzos del siglo XX.  Muchos historiadores de la ciencia entre ellos Toynbee (1983) y Toffler (1989) afirman que esa fue la idea nuclear del paradigma estímulo – respuesta. Es la búsqueda de la verdad por medio de la formulación de leyes el objetivo que guía al pensamiento newtoniano, objetivo que se aplicó a la materia y a la mente, junto con procedimientos reduccionistas y analíticos que sustentan su vigencia.  


Figura: 2 Los Elementos Filosóficos de Reproducción de 
la Mente Sana en Cuerpo Sano
Fuente: Elaboración Propia
Retornando al razonamiento de Portela (2001), el Hipercuerpo reconoce la diferencia entre su propia mente y él, pero debido a que el Hipercuerpo es el único que puede contener a una mente sana, no pueden ser elementos de interacción cero, aunque el único camino que le queda a la Mente Sana, para mantenerse así, es poder hacer de su calabozo corporal un cuerpo también sano. Por ello es que hoy en día, en muchas escuelas, los programas de Educación Física se han diversificado. Se han introducido nuevas disciplinas deportivas y se siguen potenciando las más tradicionales, al mismo tiempo que se ha potenciado también la enseñanza de idiomas en un nivel comunicativo muy alto, ya sean nativos o universales. Todo ello en detrimento de la transversalidad de los valores sociales, educación para la paz, ciudadanía o democracia.
Por tanto, el pensamiento newtoniano ha transformado a la cita de Juvenal en un objetivo social de convivencia. Social porque debe ser perseguido por todos y una vez conseguido, permitiría convivir sanamente, dando lugar a la aplicación de leyes universales, inmutables, determinadas por herencia cultural e imposibles de ser cuestionadas. La mente sana en cuerpo sano constituyen una entidad irreductible y, como le hubiese gustado a Newton, susceptible de que a su tenor, se postulen leyes que describan su funcionamiento junto con sus supuestas consecuencias sociales positivas: buen humor, responsabilidad, solidaridad, la capacidad de darlo todo, empatía, paciencia, etc., solamente obtenidas a partir de la construcción de un Hipercuerpo.


 3. Fin del Hipercuerpo

Eventualmente, el Hipercuerpo tiene que dejar de actuar. Sus funciones y sus estructuras disminuirán su efectividad y eficiencia con el paso del tiempo. O con la presencia de una enfermedad. Y en este contexto de presencia de entidades patológicas, ¿Cuál es el lugar de la Mente Sana en Cuerpo Sano?
     




Figura: 3 Fin del Hipercuerpo
Fuente: Elaboración Propia


El mismo concepto que sustenta filosóficamente a esta afirmación es el que provoca una autodestrucción del modelo. Si bien la física Newtoniana ha sido superada de alguna manera a finales del siglo XX a partir de excelentes investigaciones en física cuántica, bolsones de materia oscura o física subatómica, la relevancia social y la reproducción cultural de la Mente Sana en Cuerpo Sano se está empezando a combatir, primero desde el terreno de las ideas.
Y este ciclo autodestructivo, como una bomba de tiempo, funciona de la siguiente manera: el razonamiento atomístico y sus premisas previas considerarían a la enfermedad como un ente ahistórico, es decir, sin un punto de origen aparente o fijo. Trataría de establecer el punto de aparición según leyes preestablecidas inmutables que por más exactas que sean o pretendan ser, no podrían impedir la experiencia, subjetiva e individual, de vivencia de enfermedad.
Dentro del paradigma biomédico – directa consecuencia del dualismo cartesiano – la experiencia de anormalidad es inevitable. La mente sana que invade el Hipercuerpo rechaza los signos de “contaminación” por enfermedad porque estos amenazan su existencia. Se harían esfuerzos por volver a la normalidad, dado que los niveles de eficacia y eficiencia han disminuido y las capacidades condicionales y sus elementos asociados han perdido vigencia. El Hipercuerpo está corrompido y ahora es un enemigo del sistema filosófico que ha promovido su consecución.
El sistema filosófico entiende la enfermedad también en términos newtonianos. Espera a que su desarrollo determine cronológicamente su propia desaparición. Por ello intenta conceptualizar la patología presente como una enfermedad egosintótica, es decir, sin vivencia de sufrimiento “mental”. Una especie de Apartheid que la Mente Sana le hace al cuerpo ya no tan sano, manteniendo el ideal de Hipercuerpo  que puede ser recuperado luego de la desaparición de la enfermedad. Pero esta tendencia tiene una posibilidad muy incómoda para la Mente Sana: la posibilidad de que ella también pueda enfermar.
La psiquiatrización del comportamiento es una manera de convencer a las personas de que tienen comportamientos anormales, contraproducentes para el progreso colectivo, pero que pueden ser controlados a partir de la medicación. La Mente Sana en principio aceptaría esta oportunidad, porque implicaría la vuelta del cuerpo que invade hacia el estado de salud nuevamente. Pero no pasa mucho tiempo hasta que la Mente Sana caiga en cuenta de que estos mecanismos de control tienen que ver con la acción del medicamento sobre estructuras y funciones del Hipercuerpo que indefectiblemente, al cambiar su funcionamiento por acción del medicamento, cambian también la manera de la mente sana para autopercibirse como una entidad separada del Hipercuerpo, y entiende que su destino está ligado al de él.
Por ello el Hipercuerpo se convierte ahora en una excreción del sistema, en una contradicción destructiva que pone en juego la credibilidad del sistema filosófico y por lo tanto sus medios de reproducción y eternización. La enfermedad es newtoniana porque es un mecanismo defectuoso, imperfecto, incompatible con la gran máquina cósmica, y principalmente cuestionador de la función del mecanismo. Al ser imposible que siga funcionando eternamente, por primera vez el hipercuerpo puede buscar un propósito propio y un objetivo existencial individual. Puede dejar de ser Hipercuerpo para convertirse en sujeto.

4. Conclusión

La frase no solamente ha sido aplicada a las particularidades de su contexto y época propia, sino que ha servido como una vía de reproducción cultural del dualismo y de una manera irreal e inalcanzable de percibir la realidad. Entonces, ¿por qué la frase sigue vigente? Porque relaciona un ideal de salud imposible de conseguir con la felicidad, un estado afectivo ilusorio atemporal. Pero los tiempos actuales de la humanidad, es decir, la Modernidad, reclaman el rescate científico de la subjetividad de las personas (Poggio, 2013). La realidad está en constante mutación, y los conceptos teóricos tendrían que ser también flexibles, sistémicos y susceptibles a la obsolescencia. Entonces, a diferencia del Hipercuerpo, el cuerpo, en su relación con los sistemas socioafectivos, cognitivos y motores, establece un diálogo semiótico con ellos. Es decir que el cuerpo se construye como símbolo a partir de la toma de posición no solamente espacial, sino también temporal por parte del sujeto, y por lo tanto dicha toma de posición es subjetiva, es vinculante, es histórica, es imperfecta, es particular y es co-formante y co-formada (todas características carentes en el Hipercuerpo). Tomar una posición no solamente es situarse en términos de distribución de un espacio. Es vincularse con la propia historia personal, social y mundial, al mismo tiempo que se adopta una perspectiva para poder filtrarla y percibirla.
En términos sociales, la nocion hipercorporal remite a una economía falocéntrica, en la cual el cuerpo es solamente una sede de impulsos instintivos arcaicos, y como artefacto cultural, se convierte en mercancía, como casi todo y todos. Y en ese sentido el manejo del hipercuerpo como categoría cultural de hipernormalidad representa a un cuerpo que en realidad es chatarra, uno vehículo para lograr una juventud tardía y eterna.
El Hipercuerpo y sus estructuras internas invasoras, entre ellas la mente sana, no pueden establecer un contacto saludable con su propia historia porque la ignoran, ni con su historia social porque la desprecian, ni otro cuerpo co formado porque lo rivalizan.
Por lo tanto es el rescate del concepto de cuerpo que la Psicomotricidad puede realizar a partir de sus fundamentos epistemológicos el que debe primar en un análisis de la relación integral del ser humano consigo mismo. El dualismo cartesiano está siendo superado por las características propias de los tiempos postmodernos y por la lucha de la ciencia de superar sus propias limitaciones metodológicas y de interpretación de datos. Por ello es importante rescatar esa dimensión moderna y científica del cuerpo a partir de las concepciones que de él tiene la Psicomotricidad.
Así pues, Coste (1979) el hombre tiene un gran instrumento que puede ser utilizado “el cuerpo” es la representación real de una persona en el mundo porque el cuerpo es vivenciado y gracias a esto tenemos una representación en el mundo. el cuerpo es la representación real del cuerpo en el mundo y es constructor de su propio espacio y de su propio tiempo. Cada persona sigue su propia línea de desarrollo, las cuales son incomparables entre sí. Esto significa que sus determinantes varían desde su historia privada biográfica hasta la clase social. Por ello, las maneras particulares de conquistar el espacio y el tiempo son individuales y privativas. Entonces, el Hipercuerpo rehúye la enfermedad y la considera anormal, mientras que desde la epistemología psicomotriz, se invierten los recursos de tiempo y esfuerzo en encontrar posibilidades de desarrollo y potencializar las conquistas evolutivas de ese cuerpo que marca el objetivo existencial del ser humano.
Además, el cuerpo conduce a un lugar de diferenciación con el otro y permite la circulación del deseo (Da Fonseca, 1998). Esto significa que el cuerpo se construye diacrónica y sincrónicamente  en relación recíproca y de interdependencia con sus ejes (Brito, Goitia, Maldonado y Pacheco, 2012). El cuerpo nunca deja de desarrollarse, ni de interrelacionarse, a diferencia del Hipercuerpo que propone una existencia petrificada y aislada. Por ello, no puede existir un hipercuerpo en el sentido concreto del término (por lo tanto tampoco la noción facilista de “mente sana”), debido a que no es parte de ningún sistema teórico de descripción de etapas de desarrollo. No tiene una fase anterior que le sirva de soporte ni tampoco una fase para la cual sea la previa.
Finalmente, el concepto de mente sana en cuerpo sano hace alusión a un cuerpo máquina, una especie de laboratorio físico-químico puesto en marcha por un psiquismo que habita en algún lugar del cerebro. Pero aunque este concepto fuese verdad, la fisiología por sí sola no puede explicar la intención de cada movimiento, ni su significación, ni su fundamento existencial, ni su huella en un espacio y en un tiempo.

La Psicomotricidad como una disciplina en constante construcción y reconstrucción propone al cuerpo como el eje del aprendizaje, en tanto y en cuanto ese cuerpo es receptor y constructor de los conocimientos, el punto cero o de origen de las dimensiones del mundo – como lo afirmaba Merleau-Ponty –, pero también es un depositario del estado social actual y de nuestra opinión sobre el mundo. 

[1] Originalmente hecho por Dios, y por lo tanto exento de toda crítica pero valorable en su intención original.
[2] Un mecanismo bidimensional es una tendencia cognitiva a rescatar las propiedades físicas de los cuerpos inertes: velocidad, aceleración, peso, etc, cualidades que se pueden representar en los ejes cartesianos X y Y mediante fórmulas. Es la situación en la cual una persona juzga la apariencia exterior de un objeto. Un mecanismo serial de procesamiento de información se refiere a la facultad de la mente de desmenuzar y dividir el todo en pequeñas partes hasta que éstas sean indivisibles.


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