lunes, 22 de febrero de 2021

Dossier psicomotor literario: MAFÜL (Leyenda) por Yasmin Beato

 


MAFÜL

Leyenda

 

Hace tanto años que es difícil contarlos, la tierra estaba habitada por una muy pequeña cantidad de personas. Todas gozaban de buena salud, pero sus cuerpos tenían una particularidad: No poseían brazos.

Podían hacer absolutamente todas las tareas con los pies, con la boca, hasta incluso con la cabeza, y eran muy felices viviendo así. No conocían otro modo.

Había una muchacha en particular, la más valiente y alegre. Le gustaba mucho estar con su familia y trabajar haciendo los mejores utensilios de cerámica. Pero lo que más disfrutaba era treparse a un árbol particular, el de las hojas más grandes, al cual solía hablarle y observar desde arriba el vasto mundo, pensando en su hermana quien se había ido hacía muchos años buscando nuevas aventuras. Pensar en ella y en lo que la extrañaba le provocaba una gran tristeza que se traducía en lágrimas que recorrían a diario sus mejillas y caían sobre la base del árbol, regando sus raíces.

Pero hubo un día especial, en el que algo sucedió. Desde lo alto de su árbol divisó a lo lejos que una persona se acercaba. Sin dudas era ella. Sintió tanta emoción que de un salto bajó del árbol y corrió a buscarla. Se sentía tan feliz de volver a verla, su sonrisa ocupaba todo su rostro y sus lágrimas esta vez eran de felicidad. Pero sentía algo tan fuerte dentro de ella que no podía demostrar, no sabía como hacerlo.

Era la sensación más fuerte que jamás había sentido. Era como si su corazón quisiera salir de su cuerpo para encontrarse junto al de su hermana, como si sus almas quisieran unirse en una sola.

Una extraña fuerza en su interior hizo que se arrodillara. Su hermana sin entenderlo, también lo hizo. En ese instante sintió un gran dolor sobre su pecho, como si su corazón realmente pudiera estar saliendo y un extraño viento a su alrededor, que trajo con él las hojas de aquel árbol, la obligó a cerrar los ojos.

El intenso dolor comenzó a extenderse por el costado de su cuerpo y comenzaron a brotar dos protuberancias. Eran como las ramas de su árbol, pero éstas estaban cubiertas de piel. No podía entender que sucedía.  Pero esta misma fuerza que brotó de su interior la impulsó contra su hermana y la llevó a rodearla con esas nuevas partes.

A través del más profundo suspiro pudo por fin expresar esa sensación. Rodeando a su hermana podía realmente sentir que sus almas eran solo una, que sus corazones estaban unidos.

Y así es como, hace tantos años que es difícil contarlos, nacieron los abrazos.

 Se dice que, a partir de ese momento, cada vez que una de las personas sentía ese sentimiento tan profundo y regaba aquel árbol con sus lágrimas, brotaban de sus cuerpos los brazos que permitían unir sus almas a un ser querido.

Los abrazos se fueron multiplicando y esta sensación se volvió tan fuerte que a partir de ese momento cada niño que nacía venía equipado con la posibilidad del abrazo.

 Mafül significa abrazo y el objetivo de un abrazo no es sólo rodear a la otra persona con tus brazos, es acercar tu propio corazón al suyo.


Mí nombre es Yasmin Beato, tengo 33 años, soy de Ituzaingó, Buenos Aires.
Estudié el profesorado de  Educación Especial en el Instituto Ricardo Rojas, Moreno. Me recibí hace 11 años y desde entonces trabajé en distintas escuelas de la zona. También soy educadora scout. 
Siempre me gustó escribir, pero durante el 2020 hice algunos talleres que me incentivaron a lanzarme a la escritura. 
Gracias al taller "Jugar, Sentir, Escribir" logré descubrirme como escritora, dejando de lado mis inseguridades y animándome a compartir lo que escribo.