jueves, 15 de octubre de 2015

Recorrido por los fundamentos psicoanalíticos de la Práctica Psicomotriz.





                               
                                                                                                    José  Ángel Rodríguez Ribas.
                                                                                                      
  Sevilla. Septiembre 2015.
  
Datos del autor.

José Ángel Rodríguez Ribas es Licenciado en Medicina, DEA y Doctor en Psiquiatría (USE). Psicoanalista (Miembro de la ELP y la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP. París)), Psicomotricista y Formador en Práctica Psicomotriz (ASEFOP. Bruselas). Educador, terapeuta clínico y docente desde hace más de veinticinco años, es Formador en la AEC/ASEFOP de Barcelona y profesor de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física (Universidad de Wales/EADE.Málaga) donde imparte materias relacionadas con la psicomotricidad. Asimismo es Director del Experto Universitario en Desarrollo Psicomotor de la Universidad Isabel 1ª (MEDAC. Málaga), Codirector del curso: Psicoanálisis y Sociedad Contemporánea (CFP/USE) e investigador del Grupo: Sujeto, sufrimiento y sociedad (HUM. 018. USE).
Miembro APP, AEC, AEH X-XI, Asociación de Estudios Heideggerianos, Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) y de CORPUS, también es miembro de la Comisión Científica de Revistas como Desenvolupa, Haser, Differenz  y Entrelíneas.
Ha impartido numerosas conferencias, talleres y seminarios por España y el extranjero; y publicado artículos sobre la práctica psicomotriz –en relación con el psicoanálisis-   orientada especialmente al ámbito de la psicopatología y Salud Mental en adolescentes y adultos.
Recientemente acaba de publicar un texto titulado: “La práctica psicomotriz en el tratamiento psíquico” (Ed. Octaedro. BCN, 2013).

Resumen

Es bien conocido que la manera de comprender el cuerpo y la psicomotricidad misma, sufrió una mutación importante sobre los años 70 del pasado siglo, a partir del encuentro de los profesores A. Lapierre y B. Aucouturier en el seno de la SFERP  dando lugar al fructífero trabajo desarrollado por ambos. Ya desde sus primeras obras conjuntas, la adscripción de la psicomotricidad vivenciada y relacional al paradigma psicoanalítico, sentaría las bases de una nueva manera de concebir la relación entre el cuerpo y el inconsciente, modificando las bases psicopedagógicas y terapéuticas de la intervención psicomotriz sobre las diversas producciones expresivas: motrices, pulsionales, fantasmáticas y representativas. Dicho mérito, no se redujo simplemente a aproximar la perspectiva psicodinámica a lo atinente al cuerpo y al juego sino que, a su vez, permitió ofrecer a los propios psicoanalistas postulados que posteriormente resultarían decisivos en su teorización y práctica terapéutica. Al punto que, actualmente y en numerosos centros -especialmente en Atención Temprana y Salud Mental Infantil- ambas disciplinas trabajan conjuntamente y en red, haciendo notar sus efectos sobre el aprendizaje y el sufrimiento subjetivo.
Por todo ello, creemos que el mejor homenaje que podemos rendir a ambos autores, especialmente al Prof. Bernard Aucouturier (BA) en este caso, sea  intentar una sinopsis de lo que ha constituido la evolución psicodinámica y conceptual de la Práctica Psicomotriz (PP), a lo largo de sus años de enseñanza.

                                                        
Palabras Clave.

Psicomotricidad vivenciada. Psicomotricidad relacional. Psicoanálisis. Fantasmas, Engramas y Esquemas de acción. A. Lapierre. B. Aucouturier. S. Freud. J. Lacan. Globalidad somatopsíquica. Pulsionalidad motriz. Transferencia y resonancias tónico-afectivas. Angustias arcaicas. Esquema corporal inconsciente.

Abstract.

It is a well-known fact that the way to understand the human body and its psychomotricity (i.e. the motor skills of the body) suffered a major change during the seventies of the past century, this was due to a meeting between the renowned professors A. Lapierre and B. Aucouturier in the bosom of the SFERP, which resulted in a fruitful research carried out by both. Since their early joint research, the secondment of experienced and relational psychomotricity in the psychoanalytic paradigm would lay the foundations of a new way of conceiving the relation between the body and the unconscious by modifying the therapeutic and psycho-pedagogical bases on different of the psychomotor intervention over the diverse expressive productions: motrices, pulsionales, fantasmáticas y representativas. The said merit would not be simplified to approximating the psychodynamic perspective to the body and the game's pertains, instead it would permit future postulate psychoanalysts to use this research in theoretical and pragmatical therapy. To the extent that at present, numerous institutions (specially in the Early Age Attention and Child mental Health centres) make use of both disciplines which carry out a study over the effects on learning and subjective suffering. This is why we believe that the best tribute which we can pay to both authors, specially to Prof. Bernard Aucouturier (BA) in this case, is to attempt a synopsis of what has been the psychodynamic and conceptual evolution of Psychomotor Practice (PP) throughout their years of teaching.

Keywords.

Experienced psychomotricity. Relational psychomotricity. Psychoanalysis. Ghosts, engrams and action schemes. A. Lapierre. B. Aucouturier. S. Freud. J. Lacan. Global somatopsiquica. Motor Pulsionalidad. Transfer and tonico-afectivas resonances. Archaic anxieties. Unconscious body scheme.

 1.- Ejes convergentes.

El hecho de plantearnos volver a pensar y valorar los fundamentos psicoanalíticos[i] de la PP es un tema que consideramos de enorme interés dado que nos retrotrae por un lado, a las bases mismas que sustentan nuestra teorización y clínica y por otro, porque nos permite ajustar una semántica moderadamente compartida de los conceptos específicamente aucouturianos.
Ni el cuerpo de hoy en día, ni sus manifestaciones expresivas, ni los requerimientos sociales al niño.a, ni siquiera, las alternativas terapéuticas ofertadas actualmente son las mismas que el tiempo en que nació la psicomotricidad, allá con Dupré o la década de los 70.s, cuando germinó lo que vino en denominarse una psicomotricidad vivenciada. Digamos que habitamos un tiempo que bien podríamos definir como postlapierriano y postaucouturiano (Rodríguez Ribas, 2013): por lo que una permanente labor de reactualización, de rigor, pero también de difusión nos es  permanentemente requerida[ii].
¿Dónde radicaría, para nosotros y en última instancia, la concepción inaugural de lo que terminó siendo un cambio de paradigma, una ruptura epistémica, en la manera de entender la psicomotricidad de hasta entonces?. Sostenemos que al igual que anteriormente sucedió con S. Freud, la podemos encontrar en el intento de superar la lectura de una fenomenología corporal desde una razón meramente neuromotriz o psicopedagógica, hasta elevarla a planos donde la expresividad particular quedara subjetivamente implicada. Es desde ahí, donde podemos reconocer algunas de sus más genuinas aportaciones y originalidad.
Con lo que, a renglón seguido y a fin de sostener esta tesis, deberemos indagar cuales han sido los nexos que fueron implantándose entre el psicoanálisis y esta psicomotricidad, psicoanalíticamente orientada[iii].
A nuestro juicio, hemos encontrado varios. Resumiendo rápidamente: primero, el hecho de compartir una similar concepción de la subjetividad parlante, sexuada y mortal humana entendida esta como deseante y pulsional a partir de lo que del universo simbólico pudo inscribirse, dando como resultado la humanización de un cuerpo: es decir, el inconsciente, sus afectos, sus fenómenos y acontecimientos. En segundo lugar y de no menor importancia, la operación que consistió en equiparar la actividad motriz espontánea de los niños[iv], el juego espontáneo, a la inferida por el propio Freud[v] a través de la asociación libre. Y por último, la asimilación del fort-da freudiano, del juego del carretel, a los juegos de seguridad profunda aucouturianos (llenar-vaciar, entrar-salir, atrapar-escapar, mater-sacar…), es decir: plantear la acción y la actividad corporal como condiciones de posibilidad para la constitución de los primeros “ladrillos” simbólicos, la materialidad significante, aquellos elementos que siendo tomados del Lenguaje en su función estructurante,  constituyen la radical singularidad de una historia y de un cuerpo (su imagen corporal, también única e irrepetible). De ahí que si seguimos el conocido aforismo lacaniano: “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” (Lacan, J., 1990) podremos afirmar de manera decidida que el cuerpo mismo, está estructurado como un lenguaje (Rodríguez Ribas, 2011).
A estas iniciales conexiones fundantes, habrán de sumarse algunas otras: la concepción global del sujeto (como la continua, aunque siempre provisional, interrelación entre las esferas afectivas, cognitivas, sociales y neuromotrices de la persona), lo que conlleva la ausencia de una totalidad corporal y más aún, la falta de una relación directa causa-efecto en lo que al cuerpo de la subjetividad compete[vi] ; a lo anterior habrá de añadirse el tratamiento dado a la pulsionalidad motriz, lo inseparable de la acción y la dicción (hechos y dichos) del sujeto como caras de una misma moneda, la importancia dada a la experiencia y la vivencia como factores de acceso a una identidad definida, y todo ello enmarcado en la aguda escucha y observación de la fenomenología expresiva e inconsciente que mostraron dichos autores, a la hora de ajustarse e intervenir sobre las producciones infantiles.
No en vano en las escasas ocasiones que el mismo  B. Aucouturier dió cuenta de sus propias referencias se refirió a sí mismo como freudiano. Siendo algunas de sus fuentes inspiradoras las provenientes del movimiento postfreudiano francés: D. Anzieu, B. Golse,  R. Kaes, Laplanche y Pontalis, G. Haag, G. Mendel, S. Tisseron, P. Marty, S. Lebovici, B. Gibello, F. Tustin, D. Meltzer, B. Bettelheim, Sapir…sin desdeñar en absoluto las influencias kleinianas, annafreudianas o las lacanianas.
Veamos, entonces, como fueron evolucionando los conceptos psicoanalíticos aucouturianos a la hora de articular los pilares teóricos y aplicados a la educación y la ayuda, de lo que más tarde se denominaría la Práctica Psicomotriz Aucouturier. Para ello, hemos extractado no menos de 30 seminarios y conferencias, en su mayoría no publicadas ni establecidas por el Prof. Aucouturier, que abarcan el periodo transcurrido desde el año 1990 hasta el 2008. Sin embargo, al analizar cada concepto en su particularidad, sí que hemos tenido en cuenta los diversos textos publicados.

2.-Evolución conceptual.

El Prof. B. Aucouturier en determinado momento de su obra (Aucouturier, Darrault y  Empinet, 1985: 20-21), al tratar de dar cuenta de su itinerario profesional, describe cierto número de etapas por las que pudo transitar. La primera consistió en una etapa Educativa, propuesta por Le Boulch y Vayer: toda práctica corporal solo puede concebirse partiendo de la estructuración del esquema corporal, haciéndolo desde una pedagogía bastante directiva. Más tarde, ya con A. Lapierre, sienten la necesidad de observar a los niños pequeños. Intervención sutil que se articula sobre los deseos de los niños, aunque tomada desde una óptica intelectualista. La segunda etapa se define como Emocional: subraya el sistema simbólico de la gestualidad como satisfacción de los deseos más profundos. Esta concepción, dice, les arrastró hacia una práctica bastante regresiva que encuentra una orientación terapéutica inmediata pero que no dejó de plantear algunos problemas tanto de orden personal y profesional, como institucional. Su tercera etapa, fue determinada por la influencia del Psicoanálisis: acá se consideró la aparición del fantasma originario de la carencia del cuerpo como fuente de toda dinámica simbólica. Una etapa posterior consistiría en el Análisis de la PP, a partir de los índices semióticos de la expresividad. Su último periodo (Aucouturier, 2004), consideramos nosotros, ha estado dedicado a fundamentar una Fantasmática de la acción como eje vertebrador de los procesos de transformación e interacción a través de los esquemas de acción.
Prácticamente desde que se instauró su etapa vivenciada en la que el acento fue puesto en la exploración de una pedagogía corporal inductiva -que naciera de la propia experiencia en la adquisición de conceptos operativos- apareció en ellos, la necesidad lógica de dar un soporte teórico a la hora de observar a los niños desde esta posición.

En la superficie, el cuerpo instrumental. Por debajo, todo un sustrato cognitivo. Más profundamente todavía toda la organización tónica. Finalmente, un imaginario inconsciente que condiciona toda la vida relacional (Lapierre A. y Aucouturier, B. 1980: 60).
Como comentan en Simbología del movimiento (Lapierre  y  Aucouturier, 1977: 11) las filiaciones primeras a las que se adscribieron fueron las de Wernicke, Kleist, Dupré, Chorus. Y más tarde, Freud, Wallón, Ajuriaguerra, Piaget, Rogers, Laing, Lacan, Decroly, Neil o Illitch. De los que, dice, no intentaron hacer una imposible síntesis sino utilizar el concepto que más les convenía. Es en ese sentido que estos autores acudieron al préstamo de determinados conceptos psicoanalíticos, para dar sentido a los fenómenos motrices y expresivos observados y poder arribar al estado de elaboración del momento. Sin gran esfuerzo, se puede cotejar en estos textos primigenios la enorme frescura de sus teorizaciones. 
Un provisional análisis textual permite, de entrada, cotejar una evolución casi que continua en las matizaciones de sus conceptos y principios psicodinámicos; manteniendo invariables algunos de ellos e introduciendo, o  prescindiendo, otros de menor rango. Si indagamos este decurso, cotejamos términos que mantienen su fijeza, como son los conceptos fundamentales del psicoanálisis: inconsciente, repetición, transferencia y pulsión. Junto con aquellos, como veremos al final, cuya importancia fue oscilando en el tiempo pero que poseen un gran valor definitorio para la PP: acción, angustias, placer, totalidad corporal y unidad de placer, fantasmas, empatía, continente psíquico y corporal, aseguración profunda o superficial, representaciones…  
Hagamos pues, un recorrido histórico longitudinal[vii] de sus conceptos preeminentes.
Del año 1990, posterior a su etapa semiótica del análisis de la PP (1985) datan los conceptos de unidad de placer, totalidad corporal, unidad corporal y continente corporal. La totalidad del cuerpo vendría determinada por la unidad de placer y el continente corporal lo que organiza una estructura que será determinante. De sus carencias y sufrimientos surgen las zonas escotomizadas y las angustias de pérdida del cuerpo, como: la angustia de licuefacción, despellejamiento, caída o hemicuerpo. También de ahí provendrá una totalidad fragilizada o no estructurada a partir de los fantasmas de incompletud. “No porque el niño cambie de juego que él cambiará profundamente” recordará.
De 1991, data el acento puesto en la represión: un exceso o un fracaso de la represión van a tener sus efectos en la expresividad de la dialéctica apego-dominio.
En  1992, enuncia que el Todo es la madre, el continente imaginario, con el que el niño recrea el todo. Para BA. no habría observación sin transferencia. El transfert es lo que permite la actualización de una historia de sufrimiento profundo: el inconsciente corporal solo se puede revelar en la proyección de los afectos. Apareciendo, en consecuencia, una psicopatología del cuerpo; de las angustias, emergen los fantasmas: sádicos, de incorporación, de omnipotencia…Los trastornos de la expresividad, aparecen, pues, como un sistema de expresividad motriz, abierto o cerrado. Las condiciones de entorno maternante y autoridad estructurante surgen para favorecer el despliegue de dicha historia.
En 1993, pone el acento en los afectos como registro corporal de las sensaciones de placer, o no. El placer es lo que permite la separación del niño y la aparición de las representaciones. Frente a las primeras angustias de pérdida del cuerpo y del Otro, se proponen los mecanismos de seguridad profunda o el placer sensoriomotor, como niveles de expresividad motriz. Y frente a la angustia de incompletud, se proponen los juegos de seguridad superficial: la expresividad plástica (simbólicos, representación etc). “El placer de la acción es esencial para la anticipación, sin embargo, el dominio de un acto no se enseña sino que es el resultado de un recorrido”, recordará.
De 1994, entresacamos el hecho de que no hay pensamiento sin el placer de la acción: “al reactualizar sus recuerdos de placer, su motricidad adquiere el sentido del Otro”, reforzando el sentimiento de sí y aumentando la estructura del ser social responsable y creador. El factor de cambio es la descarga emocional asociada a los fantasmas arcaicos: “cuanto menos se induce el cambio, más se produce”. Profundiza en los índices sensoriales, sensoriomotores y fantasmáticos del proceso de observación interactiva. Escuchar las resonancias afectivas consiste en privilegiar el abordaje de la comunicación.”Favorecer un desarrollo armonioso es dar la posibilidad de existir como persona única y ofrecer las condiciones más favorables para comunicarse, expresarse, crear y pensar”. El niño es un ser de impulsividad motriz: agresión, posesión y reproducción son sus maneras elementales de ser: “la impulsividad motriz, siempre cargada de afectos de placer y displacer, de la historia afectiva arcaica e inconsciente, facilita la recuperación de los fantasmas originales del cuerpo (sádicos, de persecución, de omnipotencia, devoración, destrucción…)”. “Se trata de participar en la aparición de una inteligencia con una dimensión más humana”.
De 1995, podemos destacar la unidad de placer como aquel entorno que inviste al niño con placer y espejo de unidad, lo que unifica los placeres parciales vividos en su cuerpo. De  la unidad de placer y sus representaciones saldrá el continente psíquico: si faltan estos, habrá una pérdida de cuerpo y emergerán las angustias arcaicas. Habla, a su vez, de una represión primaria positiva.
Del 96, sobresale la PP como elección filosófica cuyos principios se resumen en: comprender para captar el sentido de un testimonio, creer en el autocambio y en el placer de actuar como origen de la continuidad de sí mismo, de las representaciones y de la maduración afectiva. La Ayuda Terapéutica consiste en tomar a cargo a una persona y su historia”, “cuando se tenga en cuenta el afecto en la escuela será la revolución de la escuela”. Habla de los procesos de acción-transformación: “la acción es lo que se supone que ejerce un efecto sobre el otro o sobre sí mismo” Toda acción es una transformación exterior como interior de la persona. Niveles de representación inconsciente son:los fantasmáticos (reactualización de los fantasmas sensoriomotores), narcisísticos (representaciones de acción que aseguran la permanencia de sí mismo: corresponde a los juegos de aseguración profunda) y cognitivos (corresponde a los índices externos y a los esquemas de acción). Si la representación de sí no se desarrolla estaremos ante la presencia de angustias arcaicas de pérdida del cuerpo. El niño vive con la madre una unidad de placer, y las repeticiones de la acción son las que están en el origen de las representaciones inconscientes: de ahí surgen los fantasmas sensoriomotrores originarios, como reactualización de los recuerdos de la acción.”Nuestra elección es clara: el niño pequeño con dificultades, el adolescente o el adulto que sufre, es considerado como una persona que atestigua una experiencia única”.
De 1997. El niño transforma el pensamiento por la acción, reactualizando la presencia del Otro, en una dialéctica recíproca. Las condiciones de acción-transformación: es necesario que el Otro sea transformable, mutable y estable. ”No podemos quedarnos en el cuerpo, si no la historia se repite”. Señala a la PP, como una auténtica psicoterapia por la vía del cuerpo, que pretende construir una envoltura muy arcaica.
En el 98 recuerda como la acción-interacción recíproca testimonian la integración. Del déficit de transformación del continente del pensamiento, surge un déficit de la unidad de sí  y la patología de la acción. El esquema de acción es el resultado de una integración somato-psíquica: son los kinegramas. Lo sensoriomotor no existe sin los fantasmas: el cuerpo está animado por fantasmas que representan la transformación de la relación de placer con el Otro. A partir de los índices de maduración tónico-emocionales, insiste en la estrategia de rodeo que anima nuestra intervención.
En 1999, subraya que la formación personal del practicante debe permitir una nueva comprensión del niño. Si hay una disociación emoción-representación o no se construye la representación mental, aparece la impulsividad o la inestabilidad motriz que provocan  tanto malestares del cuerpo como alteraciones de la expresividad motriz. ”Las estructuras tónico-emocionales se construyen en relación con el Otro”. El niño representa su transformación en un fantasma: los fantasmas son del orden del deseo inconsciente, atenúan la angustia y la segurizan. El fantasma solo se encuentra en lo simbólico: es la representación de la presencia-ausencia. Por ello, la Hipótesis aparece aprés-cup, no haciendo falta comprender demasiado. Dar tiempo: no precipitar una terapia. Clarificar una observación no es hacer un diagnóstico: “la finalidad no es la normalidad”. “Trabajar sobre el síntoma no tiene sentido: hay que trabajar sobre el origen”.”La psicomotricidad ayuda a extraer las representaciones del movimiento”. Y para esto, hace falta una teoría que permita situar el proceso de seguridad profunda: se trata de la calidad del ajuste tónico-emocional; lo que nos permite pensar en una suerte de cultura psicomotriz. Añadiendo que:No hay otro medio de entender el afecto del niño que el psicoanálisis de Freud”.
En el año 2000, recuerda que las teorías de la PP proceden de la psicología dinámica, del psicoanálisis y de la psicosociología. “Hay una dialéctica continua entre la teoría y la práctica, pero también evidentes incompatibilidades epistémicas”. Se trata de un conocimiento eficaz que toca emocionalmente a la persona: “si no fuera así, la práctica perdería su sentido y la teoría se volvería delirante”. La educación tiene un vector terapéutico. ”Uno es sujeto en la palabra y en el juego”. El continente psíquico, el esquema corporal inconsciente, es el sentimiento de continuidad de sí-mismo. “La PPA no es un método, es una práctica que evoluciona en función de aportaciones nuevas que van enriqueciendo la manera de hacer con el niño”.
Del 2001: “Los engramas son inscripciones de transformación del cuerpo del niño”. Son las huellas de las transformaciones vividas en el cuerpo del niño. Si hay un afecto de placer, surgen los fantasmas de acción y la pulsión de dominio. Si se da un afecto displacentero, emergen los engramas de inhibacción y las somatizaciones. Las alteraciones psicomotrices provienen de una disminución de los fantasmas de acción. “En el acto se suspende el pensamiento”. Por ello en el proceso que va desde el fantasma a lo simbólico, hay que propiciar las rupturas tónicas: “no estar donde se espera”. “Cuanto mayor acogimiento, escucha y menor es el deseo de hacerle cambiar, más cambio se produce”. En la culpabilidad excesiva de la pulsionalidad radica la pérdida de representaciones del sujeto y objeto: angustias de pérdida. “Prevenir y atenuar el sufrimiento de un niño es ayudarle a metaforizar por los símbolos representativos o verbales”. Si los niños no se tocan a niveles tónico-afectivos, no evolucionan. Se llama ayuda psicomotriz a la terapia psicomotriz. ”El terapeuta no ha de tener memoria. La confianza no se da, se gana a través de la escucha”. “Las dudas son necesarias: una teorización nunca es definitiva, se mueve”.
De 2002. Cierta culpa es necesaria, facilitadora. Al no tener suficientes representaciones que lo seguricen, aparecen las angustias. La culpa, origina un desgarro de las representaciones originarias. “La represión es la base del cambio, aunque no sea suficiente”. Los fantasmas de acción permiten acceder a la simbolización desde el esquema corporal inconsciente, es decir, a la construcción del continente narcisístico, fantasmático y cognitivo. “El fantasma intenta reencontrar la pérdida, la falta originaria que nunca encontraremos”. De ahí, los Fantasmas de: elevación, de persecución, destrucción, aparecer, identificación al agresor, orales, anales, fálicos, omnipotencia, devoración, sádicos.
En el 2003, destaca que lo que diferencia a la PP del psicoanálisis, es que nos fijamos en la expresividad motriz del niño, sin, además, interpretar. El placer sensoriomotor, también es simbólico: a través del Otro, el niño va a encontrar la dinámica de placer. “En el fantasma hay una pérdida porque nunca podrá vivir en el fantasma lo que se ha perdido y ahí está la falta. De esa carencia, deriva el deseo”. “El psicomotricista es un especialista en las demandas del niño por la vía corporal”. “La formación personal no es una psicoterapia, pero tiene efectos terapéuticos evidentes”. El cuerpo deviene un objeto transicional, en tanto metáfora tónica que recrea al Otro en su fantasma. Aucouturier, define los tipos de reformulación, al intervenir sobre el cómo, la forma;  o sobre el porqué, el sentido.
Durante el 2006, declara que el niño juega para evitar el displacer. Dicho displacer tiene un componente biológico que impide construir sus fantasmas de acción. Existe una hormona, la dopamina, ligada al deseo, que condiciona la agitación y la inhibición, o pasividad psicomotriz. Hablamos en estos casos de pseudoaseguración.  Del placer de la acción surge el conocimiento de la acción. El deseo necesita de sus límites, de ahí, el decir no, a los niños.
En 2007, recuerda que las angustias son tensiones corporales ligadas al displacer que nacen de una necesidad insatisfecha. Para superar dicha angustia, el niño busca la respuesta en sus recuerdos de placer engramados y crea fantasmas de acción: de ahí aparecen las dificultades relacionales (habitado por un agresor, todo lo que rodea al niño se convierte en agresor y no puede retener los objetos buenos), dificultades  instrumentales (la angustia distorsiona la capacidad de sensaciones propioceptivas: una debilidad de ajuste práxico y del equilibrio).Y dificultades cognitivas (de permanencia, anticipación, memoria seriación, clasificación…).
Del 2008.”Los psicomotricistas no somos ni psicoterapeutas, ni psicoanalistas: trabajamos sobre el placer de actuar, y la consecuencia de este es la separación”. El juego permite liberar el inconsciente originario. Todo lo que el niño representa es la expresión de una memoria corporal engramada. La sala de psicomotricidad es una metáfora del cuerpo de la madre.

                                                         3.-Recapitulación.

Una vez expuesto el anterior recorrido, fijémonos -de manera transversal- como según qué términos van a oscilar en importancia dependiendo del momento y el contexto de su teorización. Sobre el 1992 la transferencia toma un valor que apenas volverá, siendo asimilada por la empatía. Si en 1991, la causa de una falta de estructura corporal era una represión excesiva, para el 2002 la represión resulta ser estructurante. Sin embargo, desde el 2001, la causa de la patología psicomotriz radica en una culpabilización excesiva. Alrededor de 1993 parecen tomar un gran valor los afectos, aunque ensombrecidos más tarde, prácticamente por las emociones. Desde 1994, las resonancias tónicas adquieren un gran valor, que se ha seguido mantenido. A partir de 1997 la fantasmática corporal que tenía una connotación, digamos negativa ligada a las angustias arcaicas, a primeros de los 90.s pasa a ser el recuerdo simbolizado de la acción, ligada al deseo, tomando por tanto un carácter más positivo. Situamos, también en el 93, el comienzo de los procesos de aseguración profunda y superficial. En 1998 BA, habla de kinegramas. Y desde finales de los 90.s, usa los engramas de acción como uno de sus términos más definitivos. En el 96 introduce los conceptos de transformación, ligada a la acción. Con el giro de finales de los 90.s con los esquemas de acción, aparece la insistencia en la calidad del ajuste, término que ha seguido manteniendo. Para terminar, hay que recordar que a mediados de la pasada década (2006) B.A. introduce tímidamente algunas bases neurofisiológicos que no habían estado presentes hasta entonces.
Concluyamos acá. A lo largo de esta exposición, creemos haber demostrado tanto el rigor y la seriedad de la fundamentación psicoanalítica de la PP, como su vigencia, fruto de la continuidad renovada de sus esfuerzos de transmisión, práctica e investigación.
Pues al final, final, el futuro de la Psicomotricidad, no va a depender de otra cosa que del deseo de sus propios practicantes.



[i] En esta ocasión, hemos asimilado el término “psicodinámico” como paradigma y fundamento epistémico al psicoanálisis, haciendo de ellos un uso indistinto. Es evidente que esto no es exactamente así  y que por sus orígenes históricos, evolución y prácticas asociadas, pueden encontrarse  notables puntos de divergencia.
[ii] Sin duda, que el cuerpo y su experiencia no sean en absoluto ajenos a los determinantes socioculturales de su tiempo, implica tomar en consideración y en todo momento dichos determinantes. Si hoy, y según Lipovetsky (2006  y Sennett, 2007) habitamos un tiempo hipermoderno, el cuerpo actual no parece tanto el oprimido, el de la falta o el inhibido. Más bien, en general las manifestaciones  clínicas que se nos presentan son la del exceso, la inestabilidad  o las del paso al acto pulsional.
[iii]Este tema ha sido ampliamente desarrollado por el autor en el Cap. 2 de su texto La práctica psicomotriz en el tratamiento psíquico (2013).  No olvidemos que a pesar del mérito reseñado, por el contrario, numerosos conceptos tomados del psicoanálisis, a menudo fueron tratados por la psicomotricidad sin el rigor y la formación analítica que hubiera sido menester a tal intento epistémico.
[iv] Ver en Rodriguez Ribas, 2013b. “Regreso a la actividad motriz espontánea”. Rev. Entrelíneas. Nº 32. Edita APP. Barcelona.
[v] Cuando al cotejar la falta de objetivación neurológica de sus pacientes histeriformes les supuso una traducción psíquica a sus manifestaciones somáticas, inaugurando lo que se nombraría como la cura por la palabra (talking cure) y posteriormente, la práctica  psicoanalítica.
[vi] Fijémonos que, desde esta perspectiva la  presunta y tan promocionada cientificidad de la  psicomotricidad queda seriamente en entredicho. No así, la motricidad humana. Efectivamente, el hecho de hacer intervenir la subjetividad en el ámbito de la globalidad somatopsíquica, y a pesar de pretender encontrar una lógica inmanente sobre la que intervenir, no debe hacernos olvidar que no hay dos cuerpos, ni sujetos, iguales. Y por lo tanto que las mismas condiciones no pueden ser replicables, ni extrapolables, a todos.
[vii] Sin duda, esta revisión es necesariamente incompleta, quedando pendiente, por tanto, de nuevos estudios y aportaciones. Recordemos además, que a pesar de la preeminencia psicodinámica de la conceptualización aucouturiana, existen conceptos fundamentales de la PP que no necesariamente son psicoanalíticos. En este escrito hemos omitido cualquier comentario o matización de los conceptos propuestos. Entre comillas, hemos transcrito algunas citas literales.



                                                 Referencias bibliográficas.

Aucouturier, Bernard. 2004. Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz. Ed. Graó. Barcelona.
Aucouturier, B.; Darroult, I. y Empinet, J.L.1985. La práctica psicomotriz. Reeducación y terapia. Ed. Científico-médica. Madrid.

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Lapierre, A. 1997. Psicoanálisis y análisis corporal de la relación. Ed. Descleé de Brouwer. Bilbao.
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-1980. El Cuerpo y el Inconsciente en educación y terapia. Ed. Científico-Médica. Barcelona.
Lacan, Jacques. 1990. Escritos 1. Siglo XXI Editores. México.
Lipovetsky, Gilles. 2006.  Los tiempos Hipermodernos. Ed. Anagrama. Barcelona.
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-2001: “La quietud del psicomotricista”. Actas I Congreso Estatal de  Psicomotricidad. ISNB: 84-607-2640- I.  Edita: FAPEE. Barcelona.
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-2004: “La Re- novada Práctica Psicomotriz”. Revista Entrelineas. Nº. 15. ISSN: 1575-0841.  Edita APP. Barcelona.
-2004: “Efectos Iatrogénicos en la Práctica de la Psicomotricidad”. Revista Cuadernos de Psicomotricidad. No 27. Edita: Escuela de Psicomotricidad. UNED. Bergara.
-2004: “Un Lenguaje: del Cuerpo al Inconsciente”. Revista Del Cuerpo  al Símbolo. Nº  1. Edita: AEPICSE. Madrid.
2005. Comunicación: “Epistemología de la Psicomotricidad”. En III Congreso FAPEE. Barcelona.
-2005:”Las letras del Cuerpo Hipermoderno”. Rev.: ETOR. Revista Internacional de Filosofía Práctica. Edita: Ediciones X-XI. Sevilla.
-2006:”Proyecto para una Psicoterapia Psicomotriz”. Con Iolanda Vives. Revista Entrelineas. ISSN 1575-0841. Edita APP. Barcelona.
-2007:”Un ensayo sobre los fundamentos éticos de la PPA” (1º parte).Revista Cuadernos de Psicomotricidad. Nº 34.Edita: Luzaro Escuela de Psicomotricidad. UNED. Bergara. Guipúzcoa.
-2008:”Que sería, entonces, lo específico de la  Práctica Psicomotriz? Revista de la ACAP. ISSN: 1887-1445. Edita: Paralelo Sur Ediciones. Barcelona.
-2008:”Principios para una ayuda psicomotriz de orientación psicodinámica”. Revista Entrelineas Nº 22. Edita APP. Barcelona.
-2008:”Un ensayo sobre los fundamentos éticos de la PPA” (2º parte).Revista Cuadernos de Psicomotricidad. Nº 3. Edita: Luzaro Escuela de Psicomotricidad. UNED. Bergara. Guipúzcoa.
-2009: “El Cuerpo de la experiencia contemporánea” (Avances en psicoterapia psicomotriz). Ponencia Congreso FAPEE. Bilbao. Inédita.
-2010:“Cuerpo: Inconsciente. Elogio de la presencia”. En Freudiana. Nº 58. Ed. RBA. Libros. Barcelona.
-2010: “Principios diferenciales entre una práctica (psicomotriz) educativa y una práctica terapéutica”. Nº26. Ed. APP. Barcelona.
-2011: Los paradigmas del cuerpo en psicoanálisis. Tesis Doctoral en Medicina (Psiquiatría). USE. Sin publicar. Sevilla.
-2013. La práctica psicomotriz en el tratamiento psíquico. Ed. Octaedro. Barcelona.
Sennett, Richard. 2007.  Carne y Piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Ed. Alianza. Madrid.
-2013b. Artículo. “Regreso a la actividad motriz espontánea”. Rev. Entrelíneas. Nº 32. Edita APP. Barcelona.
-2013c. Artículo. “Índices significativos de malestar infantil”. En: IN: Revista Electrónica d’Investigació i Innovació Educativa i Socioeducativa, vol. IV, núm. 1, pàg. 95-110. 
-2014. Artículo. “El cuerpo obsesivo en el paradigma psicoanalítico”. Rev. Lúdica. Espacio de creación e intercambio psicoanalítico. En: http://issuu.com/luis369gm/docs/revista_enero_2014#embed. Guatemala. Guatemala.


                                                 

                 Todo el Equipo de la Revista agradece públicamente a José Ángel Rodríguez Ribas por enviar este                         material  desde Sevilla, España.

Mady Alvarado (Buenos Aires-Argentina)
Carlos Caraballo (Santa Cruz de Tenerife- España)
Karina Gallo (Tucumán- Argentina)
Macarena Córdoba Lerma (Barcelona- España)