EVALUATION OF THE LATERAL DOMINANCE IN A GROUP OF
CHILDREN OF INFANT AND PRIMARY EDUCATION.
AUTORES:
- Dra. Delia
Martín Domínguez
- Dr. Rafael
Andújar Barroso
- Dra. Carolina
Moreira da Silva de Fernández de Sousa
RESUMEN:
Las repercusiones que la dominancia
lateral tiene para la iniciación o potenciación de los aprendizajes escolares
es algo aceptado actualmente por bastantes maestros. Por esta razón, nos hemos
planteado realizar esta investigación, cuyo objetivo es analizar la fórmula de
lateralidad alcanzada por un grupo de 72 niños de Educación Infantil y 766 de
Educación Primaria. Entre las conclusiones fundamentales podemos destacar que, el 2,6 % de Educación Infantil y el 42 % de Primaria presentan una lateralidad “diestra afianzada” a nivel
de mano-ojo-pie, frente al 1,7 % de Infantil y el 11,5 % de Primaria de sujetos que muestran una lateralizad diestra sin
afianzar. Igualmente, el 3,7 % de Infantil y el 29,8 % de Primaria presentan una “lateralidad cruzada”.
PALABRAS CLAVE:
Evaluación lateralidad, test, educación infantil y primaria.
ABSTRACT:
The repercussions that the lateral dominance has for
the acquisition or reinforcement of is accepted at the moment by most teachers.
The main aim of this study was to collate information to analyze the lateral
dominance in a group of 72 children of Infant Education and 766 of Primary
Education. Among the main conclusions we can highlight that, 2,6 % of Infant
Education and 42 % of Primary Education
present a lateral preference “skillful secured” at hand-eye-foot level, in front of 1,7 % of Infant Education and 11,5 % of Primary Education that show a skilful lateralized without
securing. Likewise, 3,7 % of Infant Education and 29,8 % of Primary Education present a “crossed lateralized”.
KEYWORDS: Lateral
preference, test, Infant and Primary Education.
1.
INTRODUCCIÓN
La educación psicomotriz, en las
primeras etapas educativas, se constituye en el eje fundamental de toda actividad
psicoeducativa, pues el niño en los primeros años de vida estructura, mediante
su cuerpo, una unidad corporal afectivo-expresiva, como manifestación integrada
del binomio soma y psique. En palabras
de Martín y Soto (1997: 287): “Los que practican la educación psicomotriz y
creen en ella, como potenciadota del desarrollo global del niño, la consideran
como punto de partida de todos los aprendizajes escolares y, por ello, como
educación de base en Educación Infantil y en Educación Especial”. Autores como Wallon (1978), Piaget (1999) o
Gesell (1995), citados por Martín (2008), expusieron en profundidad en todas
sus obras, que en la primera infancia toda actividad educativa se centra
alrededor del “ser cuerpo”, “vivir el cuerpo” en un aprendizaje globalizador de
sí mismo. De la misma forma, corroborado por pedagogos ilustres a través de la
historia ha sido el uso del cuerpo con fines instrumentales, para la
adquisición de aprendizajes básicos y
como medio de integración social (Martín y Rodríguez, 2010).
Por tanto, la educación psicomotriz
va incorporándose paulatinamente en el sistema educativo al atravesar la
barrera de lo puramente preventivo o reeducador, para considerarse como una
filosofía educativa integral que utiliza la actividad corporal como vía de
“hacer”, “querer hacer”, “saber hacer” y “poder hacer” (Defontaine, 1978, 210).
Como exponen Martín y Soto (2009: 98):
El propio currículum del M.E.C (B.O.E. 4/01/07) establece
como contenidos de las diferentes áreas de educación infantil temas como el
cuerpo, la propia imagen y las referencias espaciales en relación con el propio
cuerpo; el juego y el movimiento; la actividad y la vida diaria; el cuidado
personal y la salud, todos ellos vinculados con los contenidos que se
desarrollan con la educación psicomotriz, a pesar de que en este currículum no
aparece ni una sola vez la palabra psicomotricidad.
El cuerpo, elemento esencial que
engloba aspectos anatómicos, neuropsicológicos, mecánicos y locomotores, es el
cauce fundamental para emitir, recibir, significar y ser significante.
Dicha toma de
conciencia se va adquiriendo a lo largo de los distintos períodos del
desarrollo, proyectada en manifestaciones
psicomotoras-cognitivas-afectivo-sociales. Entre las diversas conductas
psicomotrices, que deben potenciarse para facilitar la iniciación de los
aprendizajes escolares, se encuentra las neuromotrices que incluyen el fomento
y afianzamiento de la lateralidad.
En
relación con ella, Lerbert (1977) plantea que hay una gran diversidad de métodos
y perspectivas de análisis de la lateralidad,
lo cual explica la imprecisión al tratar de definir el término. Así, hay
autores como Hildreth o Roudinesco y Thyss cit. por Lerbert (1977: 78), que al
hablar de lateralidad sólo implican a la preferencia manual, como se desprende
de sus definiciones: “diestro es un individuo que se sirve de la mano derecha
en la mayoría de las circunstancias que implican una elección de la mano, o, se
denomina zurdo al individuo cuya mano izquierda es más hábil o al menos lo
sería si no hubiera ninguna influencia externa que contrarrestase esa tendencia
natural”.
Consideramos,
y nos aproximamos al planteamiento de Ajuriaguerra y Hécaen (1963) cit. por
Lerbert (1977), cuando afirman que el concepto de lateralidad manual es demasiado
restringido, pues sólo indica la preferencia lateral de las extremidades superiores,
sin tener en cuenta la preferencia lateral de las extremidades inferiores y del
ojo.
Es
por ello que, nosotros nos identificamos con una conceptualización del término
más amplia, por lo cual, podremos definir la lateralidad tal como sugiere
Rigal et. al. (1987: 453): “Un conjunto de predominancias particulares de una u
otra de las diferentes partes simétricas del cuerpo al nivel de las manos,
pies, ojos y oído”.
Dicha definición se podría concretar del siguiente
modo: La lateralidad es el dominio funcional de un lado del cuerpo sobre el
otro y se manifiesta en la preferencia de servirnos selectivamente de un
miembro determinado (mano, pie, ojo, oído), para realizar actividades
concretas.
De otro lado, los
datos presentados por la literatura especializada sobre lateralidad humana,
muestran una gran variabilidad, según distintos investigadores. Hay autores que
opinan que un 83,0 % de sujetos son diestros (Jadoulle, 1986, citado por
Pérez (1994), entre ellos). Otros hablan de un 63,0 % (Huth, 1983). Mayolas
(2011) demuestra que la dextralidad manual aumenta con la edad (95% a los 7
años). Del mismo modo, Pérez menciona
que un 77,3 % de los niños de 6 años
manifiesta la lateralidad manual definida.
Las cifras sobre individuos zurdos, oscilan según los autores entre un 1
y un 30,0 % de la población (Zuckrigl, 1983). Leask y Crow (2001) y Nettle
(2003) afirman que cuanto más afianzada y fuerte sea la lateralidad (diestra
o zurda), mejor será la capacidad cognitiva. Por otro lado, la lateralidad cruzada puede producir dificultades en
la lectoescritura (Reid y Norvilitis, 2000; Siviero, Rysovas, Juliano, Del
Porto, & Bertolucci, 2002; Mayolas et al., 2010).
2.
OBJETIVOS
Teniendo presentes las distintas etapas en la
evolución de la lateralidad, en el propio cuerpo en el del otro y respecto a
los objetos, desde el nacimiento hasta los once o doce años, como sugieren Coste,
1979; Ajuriaguerra, 1981; Vayer ,1985; Le Boulch, 1990,1997, entre otros, en
esta investigación se pretendió el siguiente objetivo:
-
Analizar la fórmula de Lateralidad alcanzada por los niños, según el nivel
educativo al que pertenecían los mismos.
A
partir de ello, estudiaremos, posteriormente, si procede o no intervenir en el
cambio de manualidad, según la edad y problemática manifestada por los
escolares.
3.
MATERIAL Y
MÉTODO
Sujetos
La muestra estuvo compuesta por 838
niños de 4,5,6,7,8,9,10 y 11 años de distintos niveles educativos, de los cuales
6 tenían 4 años (1,3 %), 66 tenían 5 años (7,6%), 262 tenían 6 años (31,4 %),
220 tenían 7 años (25,3%), 125 tenían 8 años (15,7%), 96 tenían 9 años (11,3%),
36 tenían 10 años (4,6%) y 27 tenían 11 años (2,8 %). Todos ellos
pertenecientes a colegios públicos y privados de las provincias de Huelva (70,2
% del total), Cádiz (17,9 %), Sevilla (4,8 %) y otras provincias (7,1 %).
Instrumentos
de medida y procedimiento
Después de valorar los test que emplean los distintos
autores (Harris, 1961; Lerbert, 1977; Zazzo, 1984; Auzías, 1990; Maupas et al.
2002, entre otros), hemos decidido explorar la preferencia lateral a nivel de
mano-ojo-pie, a través del Test de Dominancia Lateral de Harris (1961),
adaptada por Picq y Vayer (1977: 245-247).
Dichas Pruebas, de fácil observación
y compresión para el niño, miden los siguientes aspectos:
1º- Preferencia de mano.
Contiene un total de 10 items: tirar
una pelota, dar cuerda al despertador de mamá, clavar un clavo, cepillarse los
dientes, peinarse, girar el pomo de la puerta, sonarse, utilizar las tijeras,
cortar con un cuchillo y escribir.
2º- Dominancia de los ojos.
Contiene un total de 3 items:
sighting, telescopio y escopeta.
3º- Dominancia de los pies.
Contiene un total de 2 items: juego
de la rayuela y chutar una pelota o balón.
A los niños se les pedía que
imitasen cada una de las acciones propuestas en las Pruebas, apuntando la mano,
pie u ojo usado por los mismos.
Tras la aplicación de este Test se
logró:
-
La fórmula de Lateralidad obtenida por los niños, según el grado de dominancia
manifestada por los niños de los
distintos niveles educativos.
Dicha fórmula de lateralidad se efectuó
a partir del predominio lateral de mano, ojo y pie mostrado por los sujetos. Se
realizó de la siguiente forma:
1-
Dominancia de
manos:
D.: cuando efectuaron las 10 pruebas con la mano
derecha (definido o afianzado).
d.: 7,8 ó 9 pruebas fueron realizadas con la derecha
(no definido).
I.: cuando ejecutaron las 10 pruebas con la mano
izquierda (definido o afianzado).
i.: 7,8 ó 9 pruebas fueron realizadas con la izquierda
(no definido).
M.: 4,5 ó 6 pruebas fueron ejecutadas con una u otra
mano.
2-
Dominancia de
ojos:
D.: si utilizaron el ojo derecho en las 3 pruebas
(definido o afianzado).
d.: si 2 de las 3 pruebas fueron efectuadas con el
derecho (no definido).
I.: cuando utilizaron el ojo izquierdo para realizar
las 3 pruebas (definido o afianzado).
i.: si 2 de las 3 pruebas fueron efectuadas con el
izquierdo (no definido).
M.: en los casos en que los niños usaron indistintamente los dos.
3-
Dominancia de
pies:
D.: si utilizaron el pie derecho para realizar las 2
pruebas (definido o afianzado).
I.: cuando emplearon el pie izquierdo para ejecutar
las 2 pruebas (definido o afianzado).
M. en los casos en que los niños usaron en una el
derecho y en otra el izquierdo.
A partir de la dominancia alcanzada en cada uno de los
elementos citados (mano-ojo-pie) se estableció la fórmula de lateralidad:
-
Diestro o Zurdo
afianzado: D.D.D; I.I.I.,
-
Diestro o Zurdo
sin afianzar: d.d.D.; i.i.i.;...
-
Lateralidad
cruzada: D.I.D.; I.D.I; ...
-
Ambidextro:
M.M.M.
El
análisis estadístico de los datos se ha efectuado con el programa SPSS v.17.
bajo Windows. Licencia para La Universidad de Huelva. A partir de lo cual,
realizamos el análisis descriptivo de los resultados obtenidos para
lograr un conocimiento general de la muestra respecto al objetivo propuesto.
Estos datos descriptivos se exponen en forma de frecuencias y porcentajes, para
poder mostrar de forma simplificada los datos conseguidos.
4.
RESULTADOS
Hemos dispuesto los resultados de los 15 items en la tabla
que aparece a continuación, de forma que se pueden apreciar los porcentajes
conseguidos por los alumnos de distintos niveles educativos ante cada fórmula
de lateralidad, usando para ello la tabla de contingencia.
(Insertar Tabla
1. Fórmula de Lateralidad obtenida por los niños)
Con respecto al tipo de lateralidad (tabla 1), el 44,6 % de los sujetos
muestra una lateralidad diestra afianzada
a nivel de mano-ojo-pie, frente al 13,2 % que la tienen sin afirmar. Igualmente,
el 33,5 % de estudiantes que presenta una lateralidad cruzada.
5. DISCUSIÓN
Y CONCLUSIONES
Como se puede apreciar en la tabla 1, en
relación con la “Fórmula de Lateralidad” alcanzada por los niños, es de
destacar como el mayor porcentaje de destreza y de zurdería se alcanza a la edad de 6 años (1º de
Primaria) (127 sujetos y 9 respectivamente), dato significativo si tenemos
presente que la lateralidad referida al propio cuerpo se estabiliza a esa edad,
como sugieren Coste (1979); Ajuriaguerra (1981); Vayer (1985); Le Boulch
(1990,1997), entre otros. A este respecto, Coste (1979: 103) apunta que: “a los
6 años, el niño ya será capaz de tomar conciencia de la derecha y de la
izquierda sobre sí mismo, pero no sobre los demás, hecho que hasta los 8 años
no se produce”. Este dato nos hace pensar que es a partir de los 5 ó 6 años,
cuando el niño gracias a la afirmación progresiva de su lateralidad, es capaz
de orientarse en el espacio de forma más resolutiva, lo cual supondrá un logro
importante de su evolución motriz.
Hay que subrayar, igualmente, como desde los 4 años se
manifiestan preferencias en el uso de una u otra mano, al igual que a nivel de
ojo y pie, a favor de la derecha (4 sujetos de los 6 que componen la muestra),
aspecto nada sorprendente si tenemos presente que, tal como sugieren los
autores mencionados, a esa edad se inicia la predominancia óculo-manual.
Es interesante señalar también que el mayor porcentaje
de sujetos muestra una lateralidad diestra afianzada a nivel
de mano-ojo-pie (44,6 %), frente al 13,2 % que la tienen sin afirmar, siendo
los sujetos pertenecientes a 1º de Primaria los que alcanzan el mayor
porcentaje (15,2 %). Porcentaje bastante similar en Dextreza afianzada obtienen
Mayolas
et al. (2010) (42,4 %). De igual forma, el
porcentaje de zurdo afianzado es de 3,8 %, frente al 2,9 %
que la tienen sin afianzar, aspecto sugerente si tenemos presente que, como
afirma Zuckrigl (1983), las cifras sobre individuos zurdos fluctúan, según
diversos autores, entre un 1 y un 30 % de la población.
Respecto a ello, es preciso comentar la investigación realizada por
Pérez (1994) que con el objetivo de
explorar las formas de predominancia lateral de un grupo de escolares de 18
colegios urbanos de la provincia de Salamanca, trabajando con una muestra de
576 niños de 6 años, obtuvo los siguientes resultados: el 77,3 % mostraron una
lateralidad manual definida (el 74,3 % definida hacia la derecha
y el 3 % definida hacia la izquierda). Igualmente, el 22,7 % de los niños no
tenían definida claramente la lateralidad de la mano. En relación con la
lateralidad del ojo, el 86,1 % de sujetos la tenían ya definida. En cuanto a la dominancia
lateral del pie, el 69,6 % de la muestra la tenía definida. Igualmente,
De Agostini y Dellatolas (2001), evaluando a 254 niños de entre 3 y 8 años, manifestaron
que hay relación entre la dextralidad
del miembro superior y el mejor rendimiento de ciertas habilidades lectoras;
pero no se da esta relación si se contrasta con la lateralidad del miembro
inferior y la ocular.
De otra parte, el mayor porcentaje de diestros se
justifica por el hecho de que, vivimos en una sociedad que potencia el
uso de la derecha para casi todos los aprendizajes, tal como insinúa Journet
(1984: 47): “escribir es el acto sobre el que pesan más el control
social y la educación, y sobre él al principio se manifiesta esencialmente la
imposición”. Para Azemar (1970), citado por Martín (2008), el niño aprende a
escribir en nuestra civilización antes de haber integrado perfectamente
la noción de izquierda y derecha; la consecuencia de ello es que el niño al no
tener puntos de referencia estables tiene problemas en su organización
espacial, la cual puede transferirse a su lectura (dislexia) o a su grafía
(disgrafía) o a su lenguaje (dislalias).
El
aprendizaje de la lectura y la escritura, tanto por la presión de la
familia, como de la escuela, impone la orientación izquierda derecha
del grafismo, y por consiguiente, el uso de la mano derecha, lo cual
determina un conflicto neuromotor, principalmente en aquellos niños que por tendencia
natural utilizan la mano izquierda.
Pero nos encontramos con una mayor
tolerancia social, como se manifiesta por el porcentaje de personas que
escriben con la mano izquierda que ha pasado de 2,5 a 11% en menos de medio
siglo, confirmando una mayor tolerancia cultural y la influencia directa del
medio. No obstante, las influencias socioculturales siguen siendo todavía muy
fuertes en ciertos países. En Japón el porcentaje de adolescentes que escriben
con la mano izquierda varía de 0,7% a 1,7% mientras que el porcentaje de zurdos
en otras actividades llega cerca del 7% (Shimizu y Endo, 1983, cit. por Rigal,
1987b). En nuestro estudio, esta mayor tolerancia se aprecia al observar el
porcentaje de sujetos que presenta una lateralidad zurda en 1º y 2º de
Primaria (1,1 %), dato nada despreciable si lo comparamos con el porcentaje de
sujetos que muestran otras fórmulas de lateralidad.
De
igual forma lo contempla la investigación efectuada por Rodenas (1980), en la
que se considera que se aprecia un proceso de dextralización de la mano
a lo largo de los años, posiblemente, a causa de la presión social, no
detectándose este proceso en el caso del ojo. De la misma forma opinan Harris,
1961; Lerbert, 1977; Auzías, 1990 y Mayolas (2011)
Por
lo tanto, la sociedad condiciona hacia el uso de una u otra parte del
cuerpo, pero no es el único factor que determina el proceso de lateralización
de un individuo, ya que también los factores genéticos influyen en ello,
puesto que se observa una mayor proporción de hijos
diestros cuando los padres también lo son, así como una mayor proporción de
hijos zurdos cuando ambos progenitores son zurdos. Sin embargo, si la
influencia de los factores genéticos fuera el único determinante en la
estructuración de la lateralidad, no sería posible que de padres zurdos
naciesen hijos diestros y viceversa. La misma conclusión se obtiene cuando al
contrastar la lateralidad en gemelos idénticos se encuentra que en el 20% al
25% de los casos las manualidades de los gemelos monocigóticos son diferentes.
Luego, se concluye que “los factores genéticos juegan
un papel importante pero no se puede postular que intervengan solos” (Annet,
1967; Collins, 1977, citados por Rigal b, 456).
En nuestra investigación, es preciso resaltar,
igualmente, el 33,5 % de sujetos que presenta una lateralidad cruzada, siendo
los niños que pertenecen a 2º de Primaria los que alcanzan el mayor porcentaje
(9,7 %).
Resulta llamativo señalar tal porcentaje a esa edad (7
años), por las posibles repercusiones que dicha lateralidad puede conllevar de
cara a la adquisición y afianzamiento de los aprendizajes escolares, como
sugieren Cruz (2008) y Mayolas et al. (2010) que manifiesta que los sujetos con Lateralidad cruzada (el 42,4 % de la muestra) obtienen
puntuaciones más bajas en los aprendizajes escolares.
De igual forma, como apunta Santiago Molina (1981:133-141),
podemos asegurar que cerca de un 10 por ciento de niños tienen
lateralidad cruzada, y quizá nos quedemos cortos. Sugiere una amplia
bibliografía dirigida a autores que han investigado la posible relación entre
lateralización y aprendizaje lector. Entre otros, alude a Luria, Ajuriaguerra,
etc. pero, al parecer, las conclusiones de estos científicos, en cuanto a
porcentaje de niños con lateralidad cruzada se refiere, no parecen definitivas,
entre otras causas porque sus estudios parten casi siempre de niños con
problemas para la lectura.
En relación con este último aspecto mencionado, es
conveniente citar la investigación realizada por Martín (2006) que analizó la
necesidad de recoger información, entre
otros aspectos, sobre los contenidos psicomotores que se deben trabajar a nivel de aula para
potenciar los aprendizajes escolares, entre ellos, la adquisición y
afianzamiento de la lateralidad, a través de las opiniones manifestadas
por los maestros de Educación Infantil y de la Educación Especial de la
provincia de Huelva, usando como instrumento para ello un cuestionario
preparado para tal fin. Tras la aplicación del mismo a una muestra de 480
maestros, se realizó el análisis descriptivo de los resultados conseguidos. En
una segunda fase, se empleó la técnica del Grupo de Discusión,
con la finalidad de, en la medida de lo posible, mejorar la comprensión de los
resultados encontrados tras la aplicación del cuestionario.
Entre las conclusiones principales de esta investigación
podemos señalar que, la pregunta: “La afirmación y afianzamiento de la lateralidad
debe ser la conducta psicomotriz que más hay que ejercitar en el aula.”, fue
elegida por el 49,8 % de los profesores ante la opción “En desacuerdo” o “Muy
en desacuerdo”. Este porcentaje puede indicar que nuestros encuestados
manifiestan la importancia de trabajar la lateralidad en la escuela, pero sin ser éste el contenido más relevante a
fomentar. Dato corroborado, también, por los aspectos principales que
destacaron los participantes al Grupo de Discusión.
La importancia del trabajo corporal
para evitar problemas lecto-escritores, Fonseca (1996:180) lo manifiesta de la
siguiente manera:
Es a través del movimiento (acción) que el niño integra los
datos sensitivo-sensoriales que le permiten adquirir la noción de su cuerpo y
la determinación de su lateralidad, estructuras que aseguran la estabilización
del universo vivido y una mejor adaptación a las exigencias de los aprendizajes
escolares básicos. Así se evitan las desarmonías evolutivas de las dislexias,
de las disortografías, de las disgrafías y de las discalculias, hoy
consideradas como verdaderas epidemias escolares.
No obstante, respecto a la relación entre la lateralidad y la
disponibilidad para aprender a leer y escribir, es preciso mencionar la
investigación efectuada por Machuca (1995) que realizó su tesis doctoral para
analizar la posible vinculación entre la lateralidad y el dominio
lectoescritor. Para ello, utilizó cuestionarios construidos por el investigador
a partir de fuentes tomadas de otros autores, pero adaptadas al objeto de
estudio. Lo aplicó en una muestra de 122 niños de 7 y 8 años. Entre las
distintas conclusiones recogidas, afirmó que no existían diferencias
significativas en el rendimiento lectoescritor según la lateralidad de estos
escolares.
A pesar de lo expuesto, Martín (2008) manifiesta acerca de
ello que:
-Las fórmulas homogéneas representan situaciones positivas para el aprendizaje
de la lectura. (De igual forma opinan Mayolas, Villarroya y Reverter, 2010).
-El predominio manual (diestro o zurdo) no está
significativamente vinculado a la capacidad lectora.
-Respecto al predominio ocular las informaciones son contradictorias.
Los niños que presentan problemas o dificultades en la
lectura son aquéllos que poseen una lateralidad cruzada (sobre todo mano
derecha ‑ ojo izquierdo), los ambidextros y los
zurdos contrariados. Parece ser que esta última es la que más se
asocia con este tipo de problemas, ya que la misma parece contribuir a un
cierto número de alteraciones motoras y psicomotoras como: la lentitud,
imprecisión de movimientos, sincinesias, paratonías, tics nerviosos, enuresis, encopresis, tartamudeo y
ciertos desórdenes del carácter (timidez, oposición, agresividad). Será, por tanto, contraproducente contrariar al
zurdo homogéneo (Ajuriaguerra, 1981).
Para finalizar este trabajo de investigación, es preciso
citar el 1,9 % de la muestra que
manifiesta un predominio lateral ambidextro, de los cuales el
mayor porcentaje se alcanza en 2º de Primaria (1,1 %). De nuevo, es significativo este dato, por la
posible influencia de este tipo de lateralidad respecto a los problemas
lecto-escritores, ya que, como apunta Portellano (1985: 32): “la ambidextría es
sinónimo de torpeza y de indiferenciación interhemisférica, y no
de destreza como comúnmente se cree”. Por ello, no es raro que entre los
niños ambidextros la frecuencia de trastornos vinculados con la psicomotricidad
y lectoescritura sea mayor que en los niños bien lateralizados. Sin embargo,
para otros autores (Zuckrigl, 1983; Wimmer y Mayringer, 2002), el ambidextrismo
tiene un efecto positivo sobre el desarrollo mental.
Antier y Dannic, citados por Martín (2008: 88) sugieren al
respecto que: “si realmente el lado es indiferente, entonces podrá alentarse al
niño a escribir con la mano derecha, por comodidad, pero incitándolo a cultivar
su habilidad con ambas manos”.
Para concluir la
presente investigación, debemos señalar que la preferencia mano, ojo, pie
depende de factores genéticos y culturales, ya que, en ocasiones, el ámbito
familiar y/o escolar condiciona la lateralidad de un individuo reforzando la utilización
de una parte del cuerpo sobre la otra en casi todos los aprendizajes. Dato
corroborado por el mayor número de sujetos diestros en la población objeto de
estudio. Del mismo modo, cada día son más los investigadores que estudian la
lateralidad no homogénea (cruzada entre ellas) por su posible relación con los aprendizajes
escolares (algunos de ellos se han
mencionado en el presente trabajo de investigación).
6.
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ZUCKRIGL, A. (1983). Los niños zurdos. Barcelona:
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PROFESIÓN Y CENTRO DE TRABAJO:
-Dra. Delia Martín Domínguez
Profesora Titular de Universidad
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Universidad de Huelva
Campus del Carmen. Facultad de Ciencias de la Educación. Avda. Tres de Marzo, s/n, 21071 Huelva.
Teléfono: 959219207
Fax: 959219201
Correo electrónico: delia@uhu.es
-Dr. Rafael Andújar Barroso
Profesor Titular de Universidad
Departamento de Psicología Clínica, Experimental y Social. Universidad de Huelva
Campus del Carmen. Facultad de Ciencias de la Educación. Avda. Tres de Marzo, s/n, 21071 Huelva.
Teléfono: 959219215
Fax: 959219201
Correo electrónico: delia@uhu.es
- Dra. Carolina Moreira da Silva de Fernández de Sousa
Profesora de la Escuela Superior de Educación y Comunicación de la Universidad de Algarve
Campus da Penha 8000 Faro. Portugal.
Teléfono: 00351919839062
Fax: 00351919864675
Correo electrónico: csousa@ualg.pt