Al
hablar de clínica se habla de sufrimiento, de algo que está obturando, algo que
genera malestar. Se piensa en el sufrimiento que se deja entrever en las
producciones tónico-posturales, y no de un desarrollo que se considere
esperable o saludable.
La
mirada técnica recae sobre el sujeto en relación con su cuerpo y con el Otro.
Es en el funcionamiento y la funcionalidad donde se encuentra la especificidad
de nuestra disciplina.
Se considera el funcionamiento, como el uso
singular que cada sujeto hace de una función. En la funcionalidad consta el valor que tienen para
el Otro los actos que el sujeto realiza y el significado que le otorga.
Función, funcionamiento y funcionalidad se encuentran entrelazados ya que el
sujeto en todo su accionar es y se encuentra en continua relación con un Otro.
Al
intentar comprender el sufrimiento desde la clínica psicomotriz, se hace
necesario un “viaje” por la historia
del sujeto, teniendo en cuenta que es en su historia donde se reflejan las
inscripciones de su cuerpo.
Se
considera fundamental comenzar por el inicio, emprender junto a ese Otro
significativo el recorrido de su historia, que cuenta, que dice y que calla,
sobre el padecer del niño.
El
cuerpo de un sujeto, antes de ser expresivo, es receptáculo, un lugar de
inscripción, una forma implacablemente destinada a imprimirse con los
escenarios y colores de otros.
Lo central del
diagnóstico, es ubicar la posición del cuerpo, el cual se encuentra atravesado por el discurso de
la familia, de la escuela, e inmerso en un contexto determinado.
El
quehacer que nos compete es el de observar, escuchar, leer y pensar lo que se
habla de ese cuerpo receptáculo, lugar de múltiples inscripciones, para así
intentar comprender qué sucedió en esas etapas de construcción y poder pensar
el porqué del origen de los síntomas.
La
clínica implica una posición interdisciplinaria y ética. Considero que puede
parecer cómodo trabajar con otros dado el origen de esta disciplina y he
observado que generalmente somos nosotros (los psicomotricistas), los que
buscamos a otros profesionales para resolver el tema que nos convoca (dada la
necesidad de estar con otros), para poder comprender, para dar completud.
Pueden
existir diversos caminos para arribar a un diagnóstico y/o tratamiento. Cada
uno encontrará su método propio para comenzar, pero con la certeza de que vamos
a tener modos de trabajo pensados a cada sujeto en particular y no en líneas generales.
Me gusta creer que a cada individuo le pueda corresponder tanto un diagnóstico
como un psicomotricista diferente.
Editora Licenciada en Psicomotricidad Mady Alvarado