José Ángel Rodríguez Ribas.
Sevilla.
Septiembre 2015.
Datos del
autor.
José Ángel Rodríguez Ribas es Licenciado en
Medicina, DEA y Doctor en Psiquiatría (USE). Psicoanalista (Miembro de la ELP y la Asociación Mundial
de Psicoanálisis (AMP. París)), Psicomotricista y Formador en Práctica
Psicomotriz (ASEFOP. Bruselas). Educador, terapeuta clínico y docente desde
hace más de veinticinco años, es Formador en la AEC /ASEFOP de Barcelona y profesor de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física
(Universidad de Wales/EADE.Málaga) donde imparte materias relacionadas con la
psicomotricidad. Asimismo es Director del
Experto Universitario en Desarrollo Psicomotor de la Universidad Isabel 1ª
(MEDAC. Málaga),
Codirector del curso: Psicoanálisis y Sociedad Contemporánea
(CFP/USE) e investigador del Grupo: Sujeto,
sufrimiento y sociedad (HUM. 018. USE).
Miembro APP, AEC, AEH X-XI, Asociación de Estudios
Heideggerianos, Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) y de CORPUS,
también es miembro de la
Comisión Científica de Revistas como Desenvolupa, Haser, Differenz
y Entrelíneas.
Ha impartido numerosas conferencias, talleres y
seminarios por España y el extranjero; y publicado artículos sobre la práctica
psicomotriz –en relación con el psicoanálisis-
orientada especialmente al ámbito
de la psicopatología y Salud Mental en adolescentes y adultos.
Recientemente acaba de publicar un texto titulado: “La práctica psicomotriz en el tratamiento
psíquico” (Ed. Octaedro. BCN, 2013).
Datos
de contacto: j.angelr.ribas@gmail.com;
http://jrribas.blogspot.com.es/
Resumen
Es
bien conocido que la manera de comprender el cuerpo y la psicomotricidad misma,
sufrió una mutación importante sobre los años 70 del pasado siglo, a partir del
encuentro de los profesores A. Lapierre y B. Aucouturier en el seno de la SFERP dando lugar al fructífero trabajo desarrollado
por ambos. Ya desde sus primeras obras conjuntas, la adscripción de la psicomotricidad vivenciada y relacional
al paradigma psicoanalítico, sentaría las bases de una nueva manera de concebir
la relación entre el cuerpo y el inconsciente, modificando las bases
psicopedagógicas y terapéuticas de la intervención psicomotriz sobre las diversas
producciones expresivas: motrices, pulsionales, fantasmáticas y representativas.
Dicho mérito, no se redujo simplemente a aproximar la perspectiva psicodinámica
a lo atinente al cuerpo y al juego sino que, a su vez, permitió ofrecer a los propios
psicoanalistas postulados que posteriormente resultarían decisivos en su
teorización y práctica terapéutica. Al punto que, actualmente y en numerosos
centros -especialmente en Atención Temprana y Salud Mental Infantil- ambas
disciplinas trabajan conjuntamente y en red, haciendo notar sus efectos sobre
el aprendizaje y el sufrimiento subjetivo.
Por
todo ello, creemos que el mejor homenaje que podemos rendir a ambos autores,
especialmente al Prof. Bernard Aucouturier (BA) en este caso, sea intentar una sinopsis de lo que ha constituido
la evolución psicodinámica y conceptual de la Práctica Psicomotriz
(PP), a lo largo de sus años de enseñanza.
Palabras Clave.
Psicomotricidad
vivenciada. Psicomotricidad relacional. Psicoanálisis. Fantasmas, Engramas y
Esquemas de acción. A. Lapierre. B. Aucouturier. S. Freud. J. Lacan. Globalidad
somatopsíquica. Pulsionalidad motriz. Transferencia y resonancias
tónico-afectivas. Angustias arcaicas. Esquema corporal inconsciente.
Abstract.
It is a well-known fact that the way to understand the
human body and its psychomotricity (i.e. the motor skills of the body) suffered
a major change during the seventies of the past century, this was due to a
meeting between the renowned professors A. Lapierre and B. Aucouturier in the
bosom of the SFERP, which resulted in a fruitful research carried out by both.
Since their early joint research, the secondment of experienced and relational
psychomotricity in the psychoanalytic paradigm would lay the foundations of a
new way of conceiving the relation between the body and the unconscious by
modifying the therapeutic and psycho-pedagogical bases on different of the
psychomotor intervention over the diverse expressive productions: motrices,
pulsionales, fantasmáticas y representativas. The said merit would not be
simplified to approximating the psychodynamic perspective to the body and the
game's pertains, instead it would permit future postulate psychoanalysts to use
this research in theoretical and pragmatical therapy. To the extent that at
present, numerous institutions (specially in the Early Age Attention and Child
mental Health centres) make use of both disciplines which carry out a study
over the effects on learning and subjective suffering. This is why we believe
that the best tribute which we can pay to both authors, specially to Prof.
Bernard Aucouturier (BA) in this case, is to attempt a synopsis of what has
been the psychodynamic and conceptual evolution of Psychomotor Practice (PP)
throughout their years of teaching.
Keywords.
Experienced psychomotricity. Relational
psychomotricity. Psychoanalysis. Ghosts, engrams and action schemes. A.
Lapierre. B. Aucouturier. S. Freud. J. Lacan. Global somatopsiquica. Motor Pulsionalidad. Transfer and tonico-afectivas resonances. Archaic
anxieties. Unconscious body scheme.
1.-
Ejes convergentes.
El
hecho de plantearnos volver a pensar y valorar los fundamentos psicoanalíticos[i] de la PP es un tema que consideramos de
enorme interés dado que nos retrotrae por un lado, a las bases mismas que
sustentan nuestra teorización y clínica y por otro, porque nos permite ajustar
una semántica moderadamente compartida de los conceptos específicamente aucouturianos.
Ni
el cuerpo de hoy en día, ni sus manifestaciones expresivas, ni los
requerimientos sociales al niño.a, ni siquiera, las alternativas terapéuticas ofertadas
actualmente son las mismas que el tiempo en que nació la psicomotricidad, allá con
Dupré o la década de los 70.s, cuando germinó lo que vino en denominarse una psicomotricidad vivenciada. Digamos que
habitamos un tiempo que bien podríamos definir como postlapierriano y postaucouturiano (Rodríguez Ribas, 2013): por lo que una permanente labor de
reactualización, de rigor, pero también de difusión nos es permanentemente requerida[ii].
¿Dónde
radicaría, para nosotros y en última instancia, la concepción inaugural de lo que
terminó siendo un cambio de paradigma, una ruptura
epistémica, en la manera de entender la psicomotricidad de hasta entonces?.
Sostenemos que al igual que anteriormente sucedió con S. Freud, la podemos encontrar en el intento de
superar la lectura de una fenomenología corporal desde una razón meramente neuromotriz o
psicopedagógica, hasta elevarla a
planos donde la
expresividad particular quedara subjetivamente implicada. Es desde ahí, donde podemos reconocer algunas de sus más
genuinas aportaciones y originalidad.
Con
lo que, a renglón seguido y a fin de sostener esta tesis, deberemos indagar
cuales han sido los nexos que fueron implantándose entre el psicoanálisis y
esta psicomotricidad, psicoanalíticamente orientada[iii].
A nuestro juicio, hemos encontrado varios. Resumiendo
rápidamente: primero, el hecho de compartir una similar concepción de la
subjetividad parlante, sexuada y mortal humana entendida esta como
deseante y pulsional a partir de lo que del universo simbólico pudo
inscribirse, dando como resultado la humanización de un cuerpo: es
decir, el inconsciente, sus afectos, sus fenómenos y acontecimientos. En
segundo lugar y de no menor importancia, la operación que consistió en
equiparar la actividad motriz espontánea de los niños[iv],
el juego espontáneo, a la
inferida por el propio Freud[v]
a través de la asociación libre. Y
por último, la asimilación del fort-da
freudiano, del juego del carretel, a los juegos
de seguridad profunda aucouturianos (llenar-vaciar, entrar-salir,
atrapar-escapar, mater-sacar…), es decir: plantear la acción y la actividad
corporal como condiciones de posibilidad para la constitución de los primeros “ladrillos” simbólicos, la materialidad
significante, aquellos elementos que siendo tomados del Lenguaje en su función estructurante,
constituyen la radical singularidad de
una historia y de un cuerpo (su imagen
corporal, también única e irrepetible). De ahí que si seguimos el conocido
aforismo lacaniano: “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” (Lacan,
J., 1990) podremos afirmar de manera decidida que el cuerpo mismo, está estructurado como un lenguaje (Rodríguez
Ribas, 2011).
A
estas iniciales conexiones fundantes, habrán de sumarse algunas otras: la concepción global del sujeto (como la continua,
aunque siempre provisional, interrelación entre las esferas afectivas,
cognitivas, sociales y neuromotrices de la persona), lo que conlleva la
ausencia de una totalidad corporal y
más aún, la falta de una relación directa
causa-efecto en lo que al cuerpo de la subjetividad compete[vi] ; a lo anterior habrá de
añadirse el tratamiento dado a la pulsionalidad
motriz, lo inseparable de la acción y
la dicción (hechos y dichos) del sujeto como caras de una misma moneda, la
importancia dada a la experiencia y la
vivencia como factores de acceso a una identidad definida, y todo ello
enmarcado en la aguda escucha y
observación de la fenomenología expresiva e inconsciente que mostraron
dichos autores, a la hora de ajustarse e intervenir sobre las producciones infantiles.
No en vano en
las escasas ocasiones que el mismo B.
Aucouturier dió cuenta de sus propias referencias se refirió a sí mismo como freudiano. Siendo algunas de sus
fuentes inspiradoras las provenientes del movimiento postfreudiano francés: D. Anzieu, B. Golse, R. Kaes, Laplanche y Pontalis, G. Haag, G.
Mendel, S. Tisseron, P. Marty, S. Lebovici, B. Gibello, F. Tustin, D. Meltzer,
B. Bettelheim, Sapir…sin desdeñar en absoluto las influencias kleinianas,
annafreudianas o las lacanianas.
Veamos,
entonces, como fueron evolucionando los conceptos psicoanalíticos aucouturianos
a la hora de articular los pilares teóricos y aplicados a la educación y la
ayuda, de lo que más tarde se denominaría la Práctica Psicomotriz Aucouturier. Para ello, hemos extractado no menos de 30 seminarios
y conferencias, en su mayoría no publicadas ni establecidas por el Prof.
Aucouturier, que abarcan el periodo transcurrido desde el año 1990 hasta el
2008. Sin embargo, al analizar cada concepto en su particularidad, sí que hemos
tenido en cuenta los diversos textos publicados.
2.-Evolución conceptual.
El
Prof. B. Aucouturier en determinado momento de su obra (Aucouturier, Darrault
y Empinet, 1985: 20-21), al tratar de dar
cuenta de su itinerario profesional, describe cierto número de etapas por las
que pudo transitar. La primera consistió en una etapa Educativa,
propuesta por Le Boulch y Vayer: toda práctica corporal solo puede concebirse
partiendo de la estructuración del esquema corporal, haciéndolo desde una
pedagogía bastante directiva. Más tarde, ya con A. Lapierre, sienten la
necesidad de observar a los niños pequeños. Intervención sutil que se articula sobre
los deseos de los niños, aunque tomada desde una óptica intelectualista. La
segunda etapa se define como Emocional: subraya el sistema simbólico de
la gestualidad como satisfacción de los deseos más profundos. Esta concepción,
dice, les arrastró hacia una práctica bastante regresiva que encuentra una
orientación terapéutica inmediata pero que no dejó de plantear algunos
problemas tanto de orden personal y profesional, como institucional. Su tercera
etapa, fue determinada por la
influencia del Psicoanálisis: acá se consideró la aparición del
fantasma originario de la carencia del cuerpo como fuente de toda dinámica
simbólica. Una etapa posterior consistiría en el Análisis de la PP , a partir de los índices
semióticos de la expresividad. Su último periodo (Aucouturier, 2004), consideramos
nosotros, ha estado dedicado a fundamentar una Fantasmática de la acción como eje vertebrador de los procesos de
transformación e interacción a través de los
esquemas de acción.
Prácticamente desde
que se instauró su etapa vivenciada
en la que el acento fue puesto en la exploración de una pedagogía corporal
inductiva -que naciera de la propia experiencia en la adquisición de conceptos
operativos- apareció en ellos, la necesidad lógica de dar un soporte teórico
a la hora de observar a los niños desde esta posición.
En
la superficie, el cuerpo instrumental. Por debajo, todo un sustrato cognitivo.
Más profundamente todavía toda la organización tónica. Finalmente, un
imaginario inconsciente que
condiciona toda la vida relacional (Lapierre A. y Aucouturier, B. 1980: 60).
Como
comentan en Simbología del movimiento (Lapierre
y Aucouturier, 1977:
11) las filiaciones primeras a las que se adscribieron fueron las de Wernicke, Kleist, Dupré, Chorus. Y más tarde, Freud, Wallón, Ajuriaguerra, Piaget, Rogers, Laing,
Lacan, Decroly, Neil o Illitch. De los que, dice, no intentaron hacer
una imposible síntesis sino utilizar el concepto que más les convenía. Es en ese sentido que estos autores
acudieron al préstamo de determinados conceptos psicoanalíticos, para dar sentido a los fenómenos motrices y expresivos
observados y poder arribar al estado de elaboración del momento. Sin gran esfuerzo,
se puede cotejar en estos textos primigenios la enorme frescura de sus teorizaciones.
Un
provisional análisis textual permite, de entrada, cotejar una evolución casi
que continua en las matizaciones de sus conceptos y principios psicodinámicos; manteniendo
invariables algunos de ellos e introduciendo, o prescindiendo, otros de menor rango. Si
indagamos este decurso, cotejamos términos que mantienen su fijeza, como son los
conceptos fundamentales del psicoanálisis: inconsciente,
repetición, transferencia y pulsión. Junto con aquellos, como veremos al
final, cuya importancia fue oscilando en el tiempo pero que poseen un gran
valor definitorio para la PP :
acción, angustias, placer, totalidad
corporal y unidad de placer, fantasmas, empatía, continente psíquico y corporal,
aseguración profunda o superficial, representaciones…
Hagamos
pues, un recorrido histórico longitudinal[vii] de sus conceptos
preeminentes.
Del
año 1990, posterior a su etapa semiótica
del análisis de la PP (1985) datan los
conceptos de unidad de placer, totalidad
corporal, unidad corporal y continente corporal. La totalidad del cuerpo
vendría determinada por la unidad de placer
y el continente corporal lo que organiza una estructura que será determinante. De sus carencias y sufrimientos
surgen las zonas escotomizadas y las angustias de pérdida del cuerpo, como:
la angustia de licuefacción,
despellejamiento, caída o hemicuerpo. También de ahí provendrá una totalidad fragilizada o no estructurada a
partir de los fantasmas de incompletud. “No
porque el niño cambie de juego que él cambiará profundamente” recordará.
De
1991, data el acento puesto en la
represión: un exceso o un fracaso de
la represión van a tener sus efectos en la expresividad de la dialéctica apego-dominio.
En
1992, enuncia que el Todo es la madre, el continente
imaginario, con el que el niño recrea el todo. Para BA. no habría observación
sin transferencia. El transfert es lo
que permite la actualización de una historia de sufrimiento profundo: el inconsciente corporal solo se puede
revelar en la proyección de los afectos.
Apareciendo, en consecuencia, una psicopatología
del cuerpo; de las angustias, emergen los fantasmas: sádicos, de incorporación, de omnipotencia…Los
trastornos de la expresividad, aparecen, pues, como un sistema de expresividad
motriz, abierto o cerrado. Las condiciones de entorno maternante y autoridad estructurante surgen para favorecer
el despliegue de dicha historia.
En
1993, pone el acento en los afectos
como registro corporal de las sensaciones de placer, o no. El placer es lo que permite la separación del niño y la aparición
de las representaciones. Frente a las primeras angustias de pérdida del cuerpo y
del Otro, se proponen los mecanismos
de seguridad profunda o el placer
sensoriomotor, como niveles de expresividad
motriz. Y frente a la angustia de
incompletud, se proponen los juegos
de seguridad superficial: la expresividad plástica (simbólicos, representación
etc). “El placer de la acción es esencial para la anticipación, sin embargo, el
dominio de un acto no se enseña sino que es el resultado de un recorrido”,
recordará.
De
1994, entresacamos el hecho de que no hay
pensamiento sin el placer de la
acción: “al reactualizar sus recuerdos de placer, su motricidad adquiere el
sentido del Otro”, reforzando el sentimiento de sí y aumentando la estructura
del ser social responsable y creador. El factor
de cambio es la descarga emocional asociada a los fantasmas arcaicos: “cuanto menos se induce el cambio, más se
produce”. Profundiza en los índices sensoriales,
sensoriomotores y fantasmáticos del proceso de observación interactiva. Escuchar las resonancias afectivas consiste en privilegiar el abordaje de la
comunicación.”Favorecer un desarrollo armonioso es dar la posibilidad de
existir como persona única y ofrecer las condiciones más favorables para
comunicarse, expresarse, crear y pensar”. El niño es un ser de impulsividad motriz: agresión, posesión
y reproducción son sus maneras elementales de ser: “la impulsividad motriz,
siempre cargada de afectos de placer y displacer, de la historia afectiva
arcaica e inconsciente, facilita la recuperación de los fantasmas originales del cuerpo (sádicos, de persecución, de
omnipotencia, devoración, destrucción…)”. “Se trata de participar en la
aparición de una inteligencia con una dimensión más humana”.
De
1995, podemos destacar la unidad de
placer como aquel entorno que inviste al niño con placer y espejo de
unidad, lo que unifica los placeres parciales vividos en su cuerpo. De la unidad de placer y sus representaciones
saldrá el continente psíquico: si
faltan estos, habrá una pérdida de cuerpo
y emergerán las angustias arcaicas. Habla,
a su vez, de una represión primaria
positiva.
Del
96, sobresale la PP como
elección filosófica cuyos principios se resumen en: comprender para captar el sentido de un testimonio, creer en el autocambio y en el placer de
actuar como origen de la continuidad
de sí mismo, de las representaciones y de la maduración afectiva. “La Ayuda Terapéutica consiste en tomar a cargo a una
persona y su historia”, “cuando se tenga en cuenta el afecto en la escuela será
la revolución de la escuela”. Habla de los procesos
de acción-transformación: “la
acción es lo que se supone que ejerce un efecto sobre el otro o sobre sí mismo”
Toda acción es una transformación exterior como interior de la persona. Niveles de representación inconsciente son:los fantasmáticos (reactualización de los fantasmas sensoriomotores),
narcisísticos (representaciones de acción que aseguran la permanencia de sí
mismo: corresponde a los juegos de aseguración profunda) y cognitivos (corresponde a los índices externos y a los esquemas
de acción). Si la representación de sí no se desarrolla
estaremos ante la presencia de angustias
arcaicas de pérdida del cuerpo. El niño vive con la madre una unidad de placer, y las repeticiones de
la acción son las que están en el origen de las representaciones inconscientes:
de ahí surgen los fantasmas
sensoriomotrores originarios, como reactualización de los recuerdos de la
acción.”Nuestra elección es clara: el niño pequeño con dificultades, el
adolescente o el adulto que sufre, es considerado como una persona que atestigua una experiencia única”.
De
1997. El niño transforma el pensamiento por la acción, reactualizando la
presencia del Otro, en una dialéctica recíproca. Las condiciones de acción-transformación: es necesario que el Otro sea transformable, mutable y estable. ”No
podemos quedarnos en el cuerpo, si no la historia se repite”. Señala a la PP , como una auténtica psicoterapia por la vía
del cuerpo, que pretende construir una envoltura muy arcaica.
En
el 98 recuerda como la acción-interacción recíproca testimonian la integración.
Del déficit de transformación del continente
del pensamiento, surge un déficit de la unidad
de sí y la patología de la acción. El
esquema de acción es el resultado de una integración somato-psíquica: son
los kinegramas. Lo sensoriomotor no existe sin los fantasmas:
el cuerpo está animado por fantasmas que representan la transformación de la
relación de placer con el Otro. A partir de los índices de maduración tónico-emocionales, insiste en la estrategia de rodeo que anima nuestra
intervención.
En
1999, subraya que la formación personal del
practicante debe permitir una nueva comprensión del niño. Si hay una disociación
emoción-representación o no se construye la representación mental, aparece la impulsividad o la inestabilidad motriz
que provocan tanto malestares del cuerpo como alteraciones de la expresividad motriz. ”Las estructuras tónico-emocionales se
construyen en relación con el Otro”. El niño representa su transformación en un
fantasma: los fantasmas son del orden del
deseo inconsciente, atenúan la angustia y la segurizan. El fantasma solo se encuentra en lo
simbólico: es la representación de la
presencia-ausencia. Por ello, la Hipótesis aparece aprés-cup, no haciendo falta comprender demasiado. Dar tiempo: no precipitar una terapia. Clarificar una observación no es hacer
un diagnóstico: “la finalidad no es la normalidad”. “Trabajar sobre el síntoma no tiene sentido: hay que trabajar sobre
el origen”.”La psicomotricidad ayuda a extraer las representaciones del
movimiento”. Y para esto, hace falta una
teoría que permita situar el proceso de seguridad profunda: se trata de la calidad del ajuste tónico-emocional; lo que nos permite pensar en una suerte de cultura psicomotriz. Añadiendo que:”No hay otro medio de entender el afecto
del niño que el psicoanálisis de Freud”.
En
el año 2000, recuerda que las teorías de la PP proceden de la psicología dinámica, del psicoanálisis y
de la psicosociología. “Hay una dialéctica continua entre la teoría y la
práctica, pero también evidentes
incompatibilidades epistémicas”. Se trata de un conocimiento eficaz que
toca emocionalmente a la persona: “si no fuera así, la práctica perdería su
sentido y la teoría se volvería delirante”. La educación tiene un vector terapéutico. ”Uno es sujeto en la palabra
y en el juego”. El continente psíquico,
el esquema corporal inconsciente, es el sentimiento de continuidad de
sí-mismo. “La PPA no es
un método, es una práctica que evoluciona en función de aportaciones nuevas
que van enriqueciendo la manera de hacer con el niño”.
Del
2001: “Los engramas son inscripciones
de transformación del cuerpo del niño”. Son las huellas de las transformaciones
vividas en el cuerpo del niño. Si hay un afecto de placer, surgen los fantasmas de acción y la pulsión de dominio. Si se da un afecto
displacentero, emergen los engramas de
inhibacción y las somatizaciones. Las
alteraciones psicomotrices provienen
de una disminución de los fantasmas de acción. “En el acto se suspende el
pensamiento”. Por ello en el proceso que va desde el fantasma a lo simbólico,
hay que propiciar las rupturas tónicas:
“no estar donde se espera”. “Cuanto mayor acogimiento, escucha y menor es el
deseo de hacerle cambiar, más cambio se produce”. En la culpabilidad excesiva de la pulsionalidad radica la pérdida de
representaciones del sujeto y objeto: angustias
de pérdida. “Prevenir y atenuar el sufrimiento de un niño es ayudarle a metaforizar por los símbolos
representativos o verbales”. Si los niños no se tocan a niveles
tónico-afectivos, no evolucionan. Se llama ayuda
psicomotriz a la terapia psicomotriz. ”El terapeuta no ha de tener memoria.
La confianza no se da, se gana a
través de la escucha”. “Las dudas son necesarias: una teorización nunca es
definitiva, se mueve”.
De
2002. Cierta culpa es necesaria,
facilitadora. Al no tener suficientes representaciones que lo seguricen,
aparecen las angustias. La culpa, origina
un desgarro de las representaciones originarias. “La represión es la base del cambio, aunque no sea suficiente”. Los fantasmas de acción permiten acceder a
la simbolización desde el esquema
corporal inconsciente, es decir, a la construcción
del continente narcisístico,
fantasmático y cognitivo. “El fantasma intenta reencontrar la pérdida, la
falta originaria que nunca encontraremos”.
De ahí, los Fantasmas de: elevación, de persecución, destrucción, aparecer,
identificación al agresor, orales, anales, fálicos, omnipotencia, devoración,
sádicos.
En
el 2003, destaca que lo que diferencia a la PP del psicoanálisis, es
que nos fijamos en la expresividad motriz del niño, sin, además, interpretar.
El placer sensoriomotor, también es
simbólico: a través del Otro, el niño va a encontrar la dinámica de placer.
“En el fantasma hay una pérdida porque nunca podrá vivir en el fantasma lo que
se ha perdido y ahí está la falta. De esa carencia, deriva el deseo”. “El psicomotricista
es un especialista en las demandas del niño por la vía corporal”. “La formación
personal no es una psicoterapia, pero
tiene efectos terapéuticos evidentes”. El cuerpo deviene un objeto
transicional, en tanto metáfora tónica
que recrea al Otro en su fantasma. Aucouturier, define los tipos de reformulación, al intervenir sobre el cómo, la forma; o sobre el
porqué, el sentido.
Durante
el 2006, declara que el niño juega para evitar el displacer. Dicho displacer
tiene un componente biológico que impide construir sus fantasmas de acción. Existe
una hormona, la dopamina, ligada al
deseo, que condiciona la agitación y la inhibición, o pasividad psicomotriz.
Hablamos en estos casos de pseudoaseguración. Del placer de la acción surge el conocimiento
de la acción. El deseo necesita de sus límites, de ahí, el decir no, a los
niños.
En
2007, recuerda que las angustias son tensiones corporales ligadas al displacer
que nacen de una necesidad insatisfecha.
Para superar dicha angustia, el niño busca la respuesta en sus recuerdos de placer engramados y crea fantasmas de acción: de ahí aparecen
las dificultades relacionales (habitado
por un agresor, todo lo que rodea al niño se convierte en agresor y no puede
retener los objetos buenos),
dificultades instrumentales (la
angustia distorsiona la capacidad de sensaciones propioceptivas: una debilidad
de ajuste práxico y del equilibrio).Y dificultades cognitivas (de
permanencia, anticipación, memoria seriación, clasificación…).
Del
2008.”Los psicomotricistas no somos ni psicoterapeutas, ni psicoanalistas:
trabajamos sobre el placer de actuar, y la consecuencia de este es la
separación”. El juego permite liberar el inconsciente originario. Todo lo que
el niño representa es la expresión de una memoria
corporal engramada. La sala de psicomotricidad es una metáfora del cuerpo de la madre.
3.-Recapitulación.
Una
vez expuesto el anterior recorrido, fijémonos -de manera transversal- como según
qué términos van a oscilar en importancia dependiendo del momento y el contexto
de su teorización. Sobre el 1992 la
transferencia toma un valor que apenas volverá, siendo asimilada por la empatía. Si en 1991, la causa de una
falta de estructura corporal era una represión
excesiva, para el 2002 la represión resulta ser estructurante. Sin embargo, desde
el 2001, la causa de la patología psicomotriz radica en una culpabilización excesiva. Alrededor de 1993
parecen tomar un gran valor los afectos,
aunque ensombrecidos más tarde, prácticamente por las emociones. Desde 1994, las resonancias
tónicas adquieren un gran valor, que se ha seguido mantenido. A partir de
1997 la fantasmática corporal que
tenía una connotación, digamos negativa ligada a las angustias arcaicas, a
primeros de los 90.s pasa a ser el recuerdo simbolizado de la acción, ligada al
deseo, tomando por tanto un carácter más positivo. Situamos, también en el 93,
el comienzo de los procesos de aseguración
profunda y superficial. En 1998 BA, habla de kinegramas. Y desde finales de los 90.s, usa los engramas de acción como uno de sus
términos más definitivos. En el 96 introduce los conceptos de transformación, ligada a la acción. Con el giro de finales de los
90.s con los esquemas de acción, aparece
la insistencia en la calidad del ajuste,
término que ha seguido manteniendo.
Para terminar, hay que recordar que a mediados de la pasada década (2006) B.A.
introduce tímidamente algunas bases neurofisiológicos
que no habían estado presentes hasta entonces.
Concluyamos
acá. A lo largo de esta exposición, creemos haber demostrado tanto el rigor y
la seriedad de la fundamentación psicoanalítica de la PP , como su vigencia, fruto de
la continuidad renovada de sus esfuerzos de transmisión, práctica e
investigación.
Pues
al final, final, el futuro de la Psicomotricidad , no va a depender de otra cosa
que del deseo de sus propios practicantes.
[i] En esta ocasión, hemos asimilado el
término “psicodinámico” como paradigma y fundamento epistémico al psicoanálisis,
haciendo de ellos un uso indistinto. Es evidente que esto no es exactamente así
y que por sus orígenes históricos, evolución
y prácticas asociadas, pueden encontrarse notables puntos de divergencia.
[ii] Sin duda, que el cuerpo y su experiencia
no sean en absoluto ajenos a los determinantes socioculturales de su tiempo,
implica tomar en consideración y en todo momento dichos determinantes. Si hoy,
y según Lipovetsky (2006 y Sennett,
2007) habitamos un tiempo hipermoderno,
el cuerpo actual no parece tanto el oprimido, el de la falta o el inhibido. Más
bien, en general las manifestaciones clínicas que se nos presentan son la del
exceso, la inestabilidad o las del paso
al acto pulsional.
[iii]Este tema ha sido ampliamente desarrollado
por el autor en el Cap. 2 de su texto La
práctica psicomotriz en el tratamiento psíquico (2013). No olvidemos que a pesar del mérito reseñado,
por el contrario, numerosos conceptos tomados del psicoanálisis, a menudo
fueron tratados por la psicomotricidad sin el rigor y la formación analítica
que hubiera sido menester a tal intento epistémico.
[iv] Ver en
Rodriguez Ribas, 2013b. “Regreso a la actividad motriz espontánea”. Rev. Entrelíneas. Nº 32. Edita
APP. Barcelona.
[v] Cuando
al cotejar la falta de objetivación neurológica de sus pacientes histeriformes
les supuso una traducción psíquica a sus manifestaciones somáticas, inaugurando
lo que se nombraría como la cura
por la palabra (talking cure) y
posteriormente, la práctica
psicoanalítica.
[vi] Fijémonos que, desde esta perspectiva
la presunta y tan promocionada cientificidad de la psicomotricidad queda seriamente en
entredicho. No así, la motricidad humana.
Efectivamente, el hecho de hacer intervenir la subjetividad en el ámbito de
la globalidad somatopsíquica, y a pesar de pretender encontrar una lógica
inmanente sobre la que intervenir, no debe hacernos olvidar que no hay dos cuerpos, ni sujetos, iguales.
Y por lo tanto que las mismas condiciones no pueden ser replicables, ni
extrapolables, a todos.
[vii] Sin duda, esta revisión es
necesariamente incompleta, quedando pendiente, por tanto, de nuevos estudios y
aportaciones. Recordemos además, que a pesar de la preeminencia psicodinámica
de la conceptualización aucouturiana, existen
conceptos fundamentales de la PP
que no necesariamente son psicoanalíticos. En este escrito hemos omitido
cualquier comentario o matización de los conceptos propuestos. Entre comillas,
hemos transcrito algunas citas literales.
Referencias bibliográficas.
Aucouturier,
Bernard. 2004. Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz. Ed.
Graó. Barcelona.
Aucouturier,
B.; Darroult, I. y Empinet, J.L.1985. La práctica psicomotriz. Reeducación y
terapia. Ed. Científico-médica. Madrid.
Aucouturier, B; Lapierre, A. 1978. La educación
psicomotriz como terapia "Bruno".
Ed. Editorial Médica y Técnica. Madrid.
Lapierre, A. 1997. Psicoanálisis y análisis
corporal de la relación. Ed. Descleé de Brouwer. Bilbao.
Lapierre, A.
y Aucouturier, B.
-1977. Simbología
del movimiento. Ed. Científico-médica. Barcelona.
-1977b. La
educación psicomotriz como
terapia (“Bruno”) Ed. Médica y
Técnica. Barcelona.
-1980. El
Cuerpo y el Inconsciente en educación y terapia. Ed. Científico-Médica.
Barcelona.
Lacan, Jacques. 1990. Escritos 1.
Siglo XXI Editores. México.
Lipovetsky,
Gilles. 2006. Los tiempos
Hipermodernos. Ed. Anagrama. Barcelona.
Rodríguez Ribas, José Ángel:
-2001: “La quietud del psicomotricista”. Actas I Congreso Estatal
de Psicomotricidad. ISNB: 84-607-2640-
I. Edita: FAPEE. Barcelona.
-1998: “La
Psicomotricidad en Centros de Día”. Actas de las II Jornadas
sobre Psicomotricidad. Edita: Fundación ICSE. Sevilla.
-2002:”Un Ensayo sobre los Principios terapéuticos de la Practica (Psicomotriz)
Educativa”. Revista Aula. Nº 109. Edit. Grao. Barcelona.
-2002:
“La “Quietud” del Psicomotricista”. Revista Entrelineas Nº 11. ISSN: 1575-0841.
Edita. APP. Barcelona.
-2003:”Construcción de la Hipótesis Terapéutica
en la Práctica Psicomotriz ”.
Actas II Congreso Estatal de
Psicomotricidad. Revista INDIVISA. Edita: Centro Superior de Estudios
Universitarios La
Salle. Madrid.
-2004: “La Re-
novada Práctica Psicomotriz”. Revista Entrelineas. Nº. 15. ISSN:
1575-0841. Edita APP. Barcelona.
-2004: “Efectos Iatrogénicos en la Práctica de la Psicomotricidad ”.
Revista Cuadernos de Psicomotricidad. No 27. Edita: Escuela de Psicomotricidad.
UNED. Bergara.
-2004: “Un Lenguaje: del Cuerpo al Inconsciente”. Revista Del Cuerpo al Símbolo. Nº 1. Edita: AEPICSE. Madrid.
2005. Comunicación:
“Epistemología de la
Psicomotricidad ”. En III Congreso FAPEE. Barcelona.
-2005:”Las letras del Cuerpo Hipermoderno”. Rev.: ETOR. Revista
Internacional de Filosofía Práctica. Edita: Ediciones X-XI. Sevilla.
-2006:”Proyecto para una Psicoterapia Psicomotriz”. Con Iolanda Vives.
Revista Entrelineas. ISSN 1575-0841. Edita APP. Barcelona.
-2007:”Un ensayo sobre los fundamentos éticos de la PPA ” (1º parte).Revista
Cuadernos de Psicomotricidad. Nº 34.Edita: Luzaro Escuela de Psicomotricidad.
UNED. Bergara. Guipúzcoa.
-2008:”Que sería, entonces, lo específico de la Práctica Psicomotriz ?
Revista de la ACAP. ISSN :
1887-1445. Edita: Paralelo Sur Ediciones. Barcelona.
-2008:”Principios para una ayuda psicomotriz de orientación
psicodinámica”. Revista Entrelineas Nº 22. Edita APP. Barcelona.
-2008:”Un ensayo sobre los fundamentos éticos
de la PPA ” (2º
parte).Revista Cuadernos de Psicomotricidad. Nº 3. Edita: Luzaro Escuela de
Psicomotricidad. UNED. Bergara. Guipúzcoa.
-2009: “El Cuerpo de la experiencia contemporánea” (Avances en
psicoterapia psicomotriz). Ponencia Congreso FAPEE. Bilbao. Inédita.
-2010:“Cuerpo: Inconsciente. Elogio de la presencia”. En Freudiana. Nº
58. Ed. RBA. Libros. Barcelona.
-2010:
“Principios diferenciales entre una práctica (psicomotriz) educativa y una
práctica terapéutica”. Nº26. Ed. APP. Barcelona.
-2011:
Los paradigmas del cuerpo en
psicoanálisis. Tesis Doctoral en Medicina (Psiquiatría). USE. Sin publicar.
Sevilla.
-2013.
La práctica psicomotriz en el tratamiento
psíquico. Ed. Octaedro. Barcelona.
Sennett, Richard. 2007. Carne y
Piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Ed.
Alianza. Madrid.
-2013b.
Artículo. “Regreso a la actividad
motriz espontánea”. Rev. Entrelíneas. Nº 32. Edita APP. Barcelona.
-2013c.
Artículo. “Índices significativos de
malestar infantil”. En: IN: Revista Electrónica d’Investigació
i Innovació Educativa i Socioeducativa, vol. IV, núm. 1, pàg. 95-110.
En: http://www.in.uib.cat/pags/volumenes/vol4_num1/revista/08_Rodriguez_Ribas.pdf.
Palma de Mallorca.
-2014.
Artículo. “El cuerpo obsesivo en
el paradigma psicoanalítico”. Rev. Lúdica. Espacio de creación e
intercambio psicoanalítico. En: http://issuu.com/luis369gm/docs/revista_enero_2014#embed.
Guatemala. Guatemala.
Todo el Equipo de
la Revista agradece públicamente a José Ángel Rodríguez Ribas por enviar este material desde Sevilla, España.
Mady Alvarado
(Buenos Aires-Argentina)
Carlos Caraballo
(Santa Cruz de Tenerife- España)
Karina Gallo
(Tucumán- Argentina)
Macarena Córdoba
Lerma (Barcelona- España)