miércoles, 16 de junio de 2021

“La experiencia de envejecer”. El funcionamiento del cuerpo durante el proceso de envejecimiento.

 


Junio 2008-

 

Por M. Laura Moreno

 

“La experiencia de envejecer”.

 El funcionamiento del cuerpo durante el proceso de envejecimiento.

 

En Psicomotricidad, la experiencia es lo que nos permite encontrar posibles formas de ser y hacer del cuerpo.

L, González es quién trabaja sobre la palabra experiencia, situando el origen del término del latín: Ex – per--ienta: que significa ir- a- través- de, como también “por venir de “.[1] Y dice refiriéndose a la Relajación…”En el transcurso de la experiencia lo que el sujeto recibe de su propio cuerpo y de sus pensamientos va haciendo evidente la diferencia entre lo que es propio y lo que viene del otro”[2]

Para comenzar a introducirnos en el tema de la vejez, un argumento posible seria decir, que cursar la vida es un ir a través de las experiencias, alcanzando un grado de madurez, que le permite al sujeto que envejece, proyectarse con su cuerpo, en un tiempo por venir.

Lo que se observa en la experiencia corporal con los adultos mayores es que en cada encuentro, el sujeto recibe y expresa sensaciones, ideas, representaciones, movimientos, poniendo a funcionar lo que es del adentro, del interior cuerpo, y lo del afuera, lo que viene del exterior, de la mirada del otro, de los objetos, del espacio.

Hablar del cuerpo durante el proceso de envejecimiento, es pensar en las relaciones de lo orgánico y lo psíquico, lo orgánico y lo social y sus efectos en el funcionamiento; si al cuerpo que envejece, se le retira la mirada, sino se lo escucha, no se lo toca, puede caer, detener su marcha, replegarse, silenciarse y morir.

El aspecto emocional y afectivo, la historia de relación del sujeto con los otros y los objetos, afecta el funcionamiento del cuerpo.

Salvarezza, psicoanalista y gerontólogo dice que “tal vez una de las necesidades básicas del ser humano es la de afecto y de cuidado desde y hacia otra persona.  Joven o viejo, sano o enfermo, en el ser humano que deja de tocar y ser tocado, el afecto y la confianza en la conexión humana se deterioran lentamente y se muere emocional o físicamente.”[3]

Durante la vejez el organismo se hace presente con sus declives fisiológicos y limitan por momentos, el desenvolvimiento del sujeto en su hacer cotidiano. Limitar, en el sentido de: “acortar, reducir, restringir”, es decir, ciertas funciones corporales se reducen, se acotan, pero de ninguna manera se detienen, se pierden o dejan de funcionar por el simple hecho de envejecer.

Recordar los términos de desarrollo, crecimiento y maduración nos permite repensar lo que sucede durante el proceso de envejecimiento.

El desarrollo (Coriat-Jerusalinsky) refiere a las” Transformaciones globales del sujeto, incluyendo el crecimiento, la maduración y los aspectos psicológicos.”[4]

El crecimiento posibilita   la transformación del peso, la talla y el volumen.  “La talla y el peso definen, hasta cierto punto, algunos períodos de la vida y alteran las interrelaciones. La sociedad ofrece o exige del hombre determinado papel y le concede un “status” determinado de sujeto, en función de su aspecto exterior,  y él se ve constreñido  a “participar en el juego” y a asimilar su comportamiento en función de la imagen que los otros se hacen de él y del status en el que se le ha encasillado”.[5]

Durante el proceso de envejecimiento, se presentan transformaciones del cuerpo del lado de lo visible, que afectan especialmente la apariencia del cuerpo, arrugas, manchas, pérdida de suavidad en la piel, menor brillo en los ojos, canas; pero también se suceden cambios internos  no tan visibles, como pensamientos, dolores, imágenes que dan cuenta de las vivencias internas frente al hecho irremediable de envejecer, entrelazándose de este modo, lo orgánico y lo psicológico.

 El término maduración se refiere puramente al organismo, siendo “el conjunto de transformaciones que sufren los organismos o algunas de sus células, hasta alcanzar la plenitud.”

Según los especialistas (…) “ algunos de nuestros órganos comienzan a envejecer a los siete años y muchas de nuestra capacidades físicas alcanzan su punto máximo de desarrollo a los 25  y a partir de allí comienza su declinación”[6].

Estos planteos nos hablan de etapas del ciclo vital, situando momentos evolutivos, tiempos cronológicos, biológicos.

La vejez es común a todos los sujetos, envejecer es inevitable, pero el modo en que se envejece, es particular de cada uno; hay tantas formas de envejecer como personas, cada uno lo transita lo experimenta según su historia y en relación al contexto social donde viva.

“El proceso de envejecimiento es un proceso normal,  biológico de la raza humana lo cual implica la alteración gradual de la estructura corporal, de las funciones corporales y de la tolerancia al estrés impuesto por el ambiente”[7].

 Se observa reducción gradual de:

·         la densidad ósea

·          la masa muscular

·          la fuerza muscular

·         en el rango de movimiento

·         declive de funciones sensitivas, (visión-audición).

 

Desde la estructuración psicomotriz se observa:

·         declive de funciones sensitivas, (visión-audición) que puede traer modificaciones en la postura y en el eje corporal (como organizador del movimiento); puede producir problemas en la orientación espacial,  desequilibrios, torpeza por no poder hacer los ajustes necesarios, en el espacio-tiempo.

·         Aumento del tono muscular (en los miembros y en el eje) se dan a ver en algunos casos en actitudes de alerta, de defensa, ante el acercamiento del otro.

·         Repliegue de la postura, disminuyendo los canales de comunicación (mirada y escucha)

·         Cambios en el ritmo de las coordinaciones dinámicas generales. (mayor lentitud, mayor tiempo de espera, mayor duración de las secuencias de movimiento)

·         Los movimientos de correr, saltar, trepar, bailar, que requieren de cierta resistencia, flexibilidad, ritmo continúo y comprometen grandes grupos musculares y óseos se van dejando de lado, salvo excepciones.  Los movimientos se reducen a actividades más sedentarias, como leer el  diario, jugar al dominó o a las cartas, comer, dormir la siesta, caminar, hacer alguna compra.

 

·         Alteraciones en los ritmos biológicos: el sueño se hace más ligero; por cuidados en la salud se modifica la alimentación; los cambios anímicos modifican los ritmos viscerales (digestivos).

Muchas de las transformaciones que suceden en el cuerpo, fueron construyéndose, ligando los aspectos orgánicos y psíquicos. Es el lenguaje el que posibilita que se asiente en el cuerpo un modo de funcionamiento, un modo de ser y de hacer. Las palabras, las miradas, los gestos que el adulto recibe de los otros, se imprimen en la imagen del cuerpo.

 Le Bretón (1990)   nos invita a pensar que “la imagen del cuerpo no es un dato objetivo, no es un hecho, es un valor que resulta, esencialmente, de la influencia del medio y de la historia personal del sujeto”.(…) “El sentimiento abstracto de envejecer nace, por lo tanto de la mirada del otro”.[8]

La imagen corporal es dinámica, varia, fluctúa según los encuentros, desencuentros y vivencias con los otros.

Durante el proceso de envejecimiento el sujeto va tomando posición en cuanto a sus relaciones, elecciones, constituyéndose en un sujeto ligado a otros.  

¿Qué posición asume el cuerpo del viejo, qué formas adquiere? ¿Que del cuerpo se conserva y qué se transforma?

Cuando digo posición me refiero al lugar desde donde el sujeto se piensa a si mismo, lugar desde donde habla y siente. Está en relación a la actitud, a la  postura, tiene que ver con una forma de estar, con el campo tónico-emocional, con el eje del cuerpo. El cuerpo recibe los cambios que acontecen, por el paso del tiempo, y toma un lugar.

Diana Singer, plantea que …”el sujeto psíquico(…) se distingue por la diferencia que establece en relación al lugar y la representación que tiene de ese lugar y de esta relación en convivencia con el lugar que desearía ocupar. La subjetividad deberá sus tensiones y movimientos a ese parámetro intersubjetivo. Los apoyos en juego y sus movimientos la harán pendular y desplazar su posición en diferentes momentos de la vida.”[9]

 La jubilación y la viudez son dos hechos muy importantes, que desestabilizan al sujeto, haciéndole perder referencias espacio-temporales. Roles, lugares, personas, momentos, encuentros que se transforman y modifican el hacer cotidiano y su posición como sujeto.

El hacer del sujeto, da cuenta de quién es.   Las personas hablan de lo que hicieron y ya no pueden, de lo que deben hacer o desean hacer.

Le Bretón afirma que “el cuerpo se hace tanto más dificultoso de asumir cuanto más se restringen sus actividades sobre el entorno. Pero la reducción de las actividades físicas y sensoriales no deja de tener incidencias en la existencia del sujeto. Desencadena su visión del mundo, limita el campo de acción sobre lo real, disminuye el sentimiento de conciencia del yo, debilita el conocimiento directo de las cosas.[10]

 La pérdida de la capacidad productiva del cuerpo, con el alejamiento del rol laboral, hace que el sujeto por momentos, se sienta desocupado, sin nada para hacer.

El hacer del sujeto esta ligado a la relación y el uso que establece con los objetos. El objeto “media” en la relación al otro, crea distancias, promueve posturas, favorece funcionamientos.

¿Qué objetos se identifican  con la vejez? ¿Qué función cumplen para el sujeto y qué posibilidades le brindan?

Durante la infancia al niño se le presentan una cantidad enorme de objetos para estimular su desarrollo, su creatividad, la inteligencia; cómo en el bebé, el chupete, la mamadera, posibilitan el desarrollo de la función de succión, aportan imágenes, representaciones, identificaciones; en el viejo muchas veces, el objeto aparece para marcar un límite en el funcionamiento del cuerpo, suplir una falta, como es el caso de los lentes o el bastón. El uso de estos objetos lleva su tiempo de aceptación y adaptación.

Otras veces los objetos  promueven encuentros, risas, movimientos, como es el caso de los objetos lúdicos que circulan tanto, durante el tiempo libre en la vejez,

como son los juegos de mesa como el dominó,  las cartas, el burako, el ajedrez o los juegos en las plazas como las bochas.

Cuando el sujeto se aleja del barrio o la casa donde vivió toda la vida,  también hay objetos que se pierden o quedan en el olvido y con ellos ciertos funcionamientos. Otra situación es la viudez, hay actividades y objetos que se compartían, que rodeaban la vida en pareja, y que ante la ausencia, quedan perdidos.

Los medicamentos, las pastillas aunque no tengan la categoría de objetos, están muy presentes en la vida cotidiana del adulto mayor, circulan, acompañan y generan diversas situaciones, constituyendo un medio por el cual el sujeto establece relaciones con los demás.

Al ingresar al geriátrico el sujeto vivencia una experiencia de alejamiento de sus objetos, de  sus pertenencias, de sus actividades cotidianas que realizaba con anterioridad. Los espacios íntimos desaparecen  para pasar a compartir con otros, la mayor parte del tiempo. Los tiempos de la higiene personal se reducen y quedan a disposición de los enfermeros

En muchos de los testimonios de los adultos mayores se escucha, el apartamiento de ciertas actividades por el solo hecho de haber perdido a su cónyuge o su lugar. Dejar de bailar, escuchar música, cocinar, peinarse, hacerse la tintura, son algunos ejemplos que aparecen en sus discursos.

Existen otras Instituciones que posibilitan al adulto mayor mantener cierta independencia y ligazón con sus objetos. Este sería el caso de la habitación privada, lugar que se puede reacondicionar, “habitar” con objetos propios, personales como el portarretrato, la radio, el reloj, la cama, la mesita de luz, etc…que permiten al sujeto sentirse identificado con eso que forma parte de su historia.

La historia del cuerpo de la vejez, está determinada por la mirada del otro,  por los acontecimientos sociales vividos, marcado por  la cultura que adjudica roles, supone ciertas formas, modos de ser, de vestir, de estar.

Transitar una posición saludable en la vejez nos habla de la posibilidad de continuar en contacto con otros, para no volverse sobre si mismos; asumir que se ha llegado a un tiempo de madurez neuro-psico-biológica que no tiene por qué marcar un techo, un límite para participar de nuevas experiencias.

En la actualidad muchos hombres y mujeres se encuentran liberados de las tareas hogareñas o el trabajo y ocupan su tiempo libre, para hacer aquello que les quedó pendiente retomando estudios, realizando cursos, viajes, salidas, posibilitando arman nuevos grupos y relaciones afectivas.

La función de abuelidad aparece como otro rol posible de ejercer, en este momento de la vida, que renueva los lazos y posibilita ocupar otros sitios dentro de la trama familiar.

Esta posición nos habla de un campo tónico-postural fluctuante, de una actitud flexible.

 Nuestra tarea como psicomotricistas será justamente poder observar de qué modo el sujeto, recibe y se acomoda a estas transformaciones; cómo afectan en sus relaciones afectivas, en las actividades diarias y cómo se las ingenia el sujeto para seguir adelante. 

La postura, la actitud, serán los puntos a observar e intervenir. Una posición flexible, fluctuante desde el armado tónico-postural, ligado al campo afectivo, promoverá nuevos modos de estar con uno mismo y con los otros.

 

 

Bibliografía

  • Jerusalinsky, A y col (1988) Psicoanálisis y problemas del desarrollo infantil. Apéndice lll: Coriat y Jerusalinsky, “Desarrollo y Maduración, Buenos Aires. Nueva Visión
  • Le Breton, David (1990) “Antropología del cuerpo y la modernidad”. Cap.  7 . Editorial Nueva Visión.
  • Salvarezza, Leopoldo. Psicogeriatría Teoría y Clínica. Paidos Psicología profunda.
  • Singer Diana,”Los trabajos del envejecer”. Asociación de Psicoanálisis de las configuraciones vinculares de Córdoba. Agosto 1998.

 

·         Leticia, González, “Reflexiones sobre los Aportes de la Psicomotricidad a la problemática de la Adicciones y los Trastornos de la Alimentación.” Conferencia, Córdoba, 2001.

 

 



[1] González, L (Córdoba 2001) “Reflexiones sobre los aportes de la Psicomotricidad a la problemática de las adicciones y los Trastornos de la Alimentación.

[2] Op cit 1.

[3]Salvarezza, Leopoldo, “El placer en la tercera edad” Articulo revista encrucijadas. UBA

 

[4]  Jerusalinsky, A y col (1998) en Psicoanálisis y problemas del desarrollo infantil. Apéndice lll “Desarrollo y Maduración, Buenos Aires. Nueva Visión

 

[5] J. De Ajuriaguerra, “Manual de Psiquiatría infantil”.     Edición, Toray-Masson

[6] Salvarezza, L (1997, 4 Edición) Psicogeriatría .Teoría y Clínica.

[7] Gerontología. Universidad Maimónides: Evaluación y Prescripción del ejercicio para poblaciones de ancianos. Agosto, 2005.

[8] Le Breton, David Sociología del cuerpo. Cap. 7 “El envejecimiento intolerable: el cuerpo deshecho.”

[9] Singer, diana, Asociación de Psicoanálisis de las Configuraciones vinculares de Córdoba. Agosto, 2008. “Los Trabajos del envejecer”.

 

[10] Le Bretón David, (1990) “Antropología del cuerpo y la modernidad, “El cuerpo supernumerario.