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A veces es necesario definir. Si bien las definiciones pueden resultar un hecho reduccionista, simplificador o hasta cerrado, quiero pensarlas aquí como la función del encuadre en la práctica. Es, entonces, encuadre para la teoría, lo que llamamos habitualmente marco conceptual. Algo del ordenamiento, de la delimitación, de la referencia, algo necesario para dar piso a las aperturas, a lo diverso, a lo creativo.
Para quienes nos dedicamos al cuerpo resulta todo un desafío entrar en definiciones. Me refiero a definiciones teóricas. Nos pasa cuando tenemos que dar clase o incluso cuando alguien que no está en el tema nos pregunta: ¿Qué es Trabajo Corporal?¿Qué es Psicomotricidad?.
Partimos de una práctica, valoramos el lugar de la experiencia, y de lo vivencial, como soporte del aprendizaje. Nos interesa la in-corporación de conceptos, que los conceptos se liguen a las vivencias, que se vuelvan experiencia. Ideológicamente el saber está puesto en lo empírico, en el hacer, el saber que da el hacer, tanto el trabajo en relación al propio cuerpo como el ejercicio de la práctica profesional.
Al mismo tiempo, respecto de la teoría, o mismo de la disciplina de la que nos ocupamos, escuchamos decir con frecuencia que “está en construcción”, y en gran parte es cierto. Sin embargo también es cierto que hace más de 30 años hay instituciones y personas comprometidas trabajando en nuestro país para dar un lugar al cuerpo, especialmente en los ámbitos de la Educación y de la Salud.
Podemos así afirmar que ya no es “una práctica más que una teoría”, incluyendo aquí las distintas formas de la práctica y las diversas teorías que conforman el marco conceptual. Hay hechos, y vuelvo a lo empírico, que dan cuenta de esto:
·Profesionales y docentes que se han escrito libros y
publicado artículos, o que dan cuenta en su transmisión de un trabajo de
elaboración teórica.
·El acceso a la oficialidad de estas formaciones del
campo de lo corporal, dentro del Sistema Educativo Terciario y Universitario.
Entonces, las disciplinas del cuerpo tienen hoy, en nuestro país, un “terreno construido”, que involucra práctica, teoría y recursos técnicos.
Ahora bien, también es cierto que como toda disciplina precisa seguir construyendo y reformulando sus saberes, y sobre todo adecuarse a las necesidades que plantea el contexto sociocultural en cada momento.
Actualmente nadie puede escapar del estado crítico que vive nuestra sociedad, ya no es algo que le pasa a otros, sino algo que nos toca a cada uno de nosotros.
En la introducción del libro Aportes para superar la crisis de la sociedad argentina, dicen los autores: “Nuestra sociedad se encuentra destruida. Sólo un tercio de sus habitantes puede reconocerse, efectivamente como sujeto portador de derechos y capacidades. El surgimiento, por primera vez en la historia nacional, de inmensos contingentes de compatriotas excluidos del derecho, de la protección, de los consumos, sometidos a la violencia de la necesidad y la penuria, aislados de cualquier inserción futura en el mundo del trabajo, la sociabilidad y la ciudadanía... El panorama descripto no es el fruto de la casualidad. La vigencia casi irrestricta en los últimos veintiséis años que tuvieron las políticas de corte ortodoxo y neoliberal...” (1).
Ahora bien, también es cierto que como toda disciplina precisa seguir construyendo y reformulando sus saberes, y sobre todo adecuarse a las necesidades que plantea el contexto sociocultural en cada momento.
Actualmente nadie puede escapar del estado crítico que vive nuestra sociedad, ya no es algo que le pasa a otros, sino algo que nos toca a cada uno de nosotros.
En la introducción del libro Aportes para superar la crisis de la sociedad argentina, dicen los autores: “Nuestra sociedad se encuentra destruida. Sólo un tercio de sus habitantes puede reconocerse, efectivamente como sujeto portador de derechos y capacidades. El surgimiento, por primera vez en la historia nacional, de inmensos contingentes de compatriotas excluidos del derecho, de la protección, de los consumos, sometidos a la violencia de la necesidad y la penuria, aislados de cualquier inserción futura en el mundo del trabajo, la sociabilidad y la ciudadanía... El panorama descripto no es el fruto de la casualidad. La vigencia casi irrestricta en los últimos veintiséis años que tuvieron las políticas de corte ortodoxo y neoliberal...” (1).
Es notable la
coincidencia de momentos, mientras las llamadas
“Disciplinas del cuerpo” surgen y se instalan en nuestro país, al mismo
tiempo, política vigente hacía desaparecer los cuerpos.
Cuanto más se intenta reprimir, enajenar, alienar, corromper, violentar, desoír lo humano, en tanto “cuerpo de un sujeto en movimiento”(a), con más fuerza emerge desde su interior para hacer presente su imperiosa necesidad de tener y ocupar su lugar.
El lugar del hacer, de la acción, de la participación, del movimiento; el lugar de lo individual, lo diferente, lo subjetivo; el lugar de lo grupal, lo colectivo.
El lugar del hacer, de la acción, de la participación, del movimiento; el lugar de lo individual, lo diferente, lo subjetivo; el lugar de lo grupal, lo colectivo.
En estas Disciplinas
del cuerpo el sujeto y el objeto de estudio se construyen en la acción,
con-fundiéndose o entrelazándose, dado que el objeto de conocimiento es el
cuerpo. Retomando lo que decía al principio, es allí, en el cuerpo mismo, donde
se evidencia el valor de la experiencia del sujeto en relación a los otros, al
espacio y al tiempo.
El sujeto se vuelve protagonista desde su hacer, su percepción, sus imágenes y las palabras que ahí despiertan.
El sujeto y el cuerpo se vuelven indisociables, ya no se sostienen dualismos, salvo para entender los conceptos.
Lo que se ha llegado a construir tanto en prácticas como en teorías hoy requiere de un esfuerzo aún mayor para poder abarcar, como dice Alicia Stolkiner,
El sujeto y el cuerpo se vuelven indisociables, ya no se sostienen dualismos, salvo para entender los conceptos.
Lo que se ha llegado a construir tanto en prácticas como en teorías hoy requiere de un esfuerzo aún mayor para poder abarcar, como dice Alicia Stolkiner,
“la indisciplina de los problemas que se nos presentan
actualmente, la dificultad de encasillarlos...”
“Los problemas no se representan como objetos, sino como demandas
complejas y difusas... Tal es el caso de Salud y Educación... Sostenemos la
necesidad de ser indisciplinados frente a las disciplinas... hay que saber lo
que no se sabe... Uno no puede manejar o conocer todas las disciplinas, pero se
debe tener la referencialidad de que hay
otras disciplinas que dan cuenta también de esta problemática que uno aborda...
Toda relación a una teoría es pasional, podemos someternos a ella, refugiarnos en ella o hacerla trabajar,
desafiarla...”(2).
A partir de esta posición de hacer
trabajar las propias teorías, los marcos
en los que cada profesional sostiene su práctica, y por qué no decirlo, se
sostiene en su subjetividad, sólo desde esta posición es que surgen las
preguntas.
Sirve aquí retomar las palabras de
Santiago Kovadloff, quien sostiene que “el
verdadero conocimiento proviene en mayor medida de la formulación de preguntas”.
A pesar de “lo poco prestigioso
que pueda resultar en ámbitos donde se
valoriza el saber del que responde”, desde las disciplinas del cuerpo
sostenemos el juego de la alternancia entre preguntar o responder.
Ubico aquí mi propia búsqueda y también
algunos accidentes o circunstancias personales, me llevaron a encontrarme en
este momento parada con un pie en la Psicomotricidad y un pie en el Trabajo
Corporal. Ese es el equilibrio
actual, el lugar de un cuerpo-puente que me permite, pisar
acá, pisar allá, y dejar que por mi cuerpo circulen la diversidad de ideas, de
prácticas, de recursos. Puente de invalorable riqueza y apertura de cruces,
puente por donde cruzar el río, puente por donde paso, no para que pasen otros
sino para no dejarlo pasar. Puente como pasaje propio, como recorrido de idas y
venidas, de demoras, de avances sin retorno, de retornos para recomenzar y
re-crear.
-Propuesta de entrenamiento: ¿Qué entrenamos?
- ¿Qué es Trabajo Corporal?
- ¿Qué significa “Operar” con y desde el Trabajo Corporal?
- Acerca de la “Coordinación” de Trabajo Corporal Grupal
- Reflexiones sobre la Formación desde el propio cuerpo.
-Propuesta de entrenamiento: ¿Qué entrenamos?
- ¿Qué lugar para la Teoría en las Disciplinas del cuerpo?
- ¿Qué lugar para las Técnicas en el Trabajo Corporal y en la Psicomotricidad?
- Algunas relaciones entre Trabajo Corporal y Psicomotricidad: Disciplinas del cuerpo.
TRABAJO CORPORAL
Para definir Trabajo Corporal empiezo por donde muchas veces empezamos cuando necesitamos definir un término, por el diccionario:
Trabajo: acción de trabajar, obra efectuada.
Trabajar: ocuparse en una obra, intentar activamente una cosa.
Aparecen otras palabras seguidamente:
Trabar: unir o juntar una cosa con otra, para mayor resistencia; poner trabas.
Traba: instrumento para sujetar una cosa con otra.
Tratar: manejar una cosa; relacionarse con una persona.
Corporal: que remite al cuerpo.
¿A qué cuerpo remite? ¿De qué cuerpo se trata? ¿Cuál es el cuerpo del Trabajo Corporal?
Una primera definición posible se desprende del juego con los sentidos de las palabras:
Esta definición me remite al decir de Leticia González, que “en la clínica psicomotriz se trata de que el sujeto se vuelva capaz de hacer algo con lo que le pasa en su cuerpo”.
Según Elina Matoso: “El Trabajo Corporal es un abordaje del ser humano, cuyo objeto de trabajo es el cuerpo, concebido como cuerpo histórico, místico, social, cultural y anatómico, aunque lo anatómico se relativiza ante lo humano”. (3).
Según Elina Matoso: “El Trabajo Corporal es un abordaje del ser humano, cuyo objeto de trabajo es el cuerpo, concebido como cuerpo histórico, místico, social, cultural y anatómico, aunque lo anatómico se relativiza ante lo humano”. (3).
Concebimos que también
implica una práctica diferente a la Expresión Corporal, si bien puede haber
tomado elementos de ella.
Trabaja en relación al
cuerpo tanto desde lo expresivo, la exteriorización de movimientos, gestos, actitudes; como en los
procesos de interiorización, el ir hacia lo interno de sí mismo, la
concientización, la percepción, el lugar de la recepción, de lo desconocido, de
lo no visible, lo postural, lo tónico emocional, lo energético y el plano de
las representaciones.
El Trabajo Corporal
entendido como un campo disciplinar recibe el aporte de la Sociología, la
Antropología, el Psicoanálisis, Las Técnicas Corporales, la Anatomía funcional,
entre otras. Sin embargo implica una mirada específica al cuerpo que no es la mirada médica, ni psicológica, ni física. Se trata de una mirada a lo
corporal-grupal.
Siguiendo a Elina
Matoso, el Trabajo Corporal
- Es un modo de dar vía al desarrollo del potencial creador que como ser humano tenemos.
- Permite el reencuentro con uno mismo y con los otros.
- Permite diferenciar, rescatar la particularidad de lo individual.
- Es una modalidad de habitar el propio cuerpo, de estar sin necesidad de hacer.
- Valoriza al cuerpo desde sus limitaciones y posibilidades.
- Busca y propone imágenes a sus bloqueos, apostando a la plasticidad de la imagen corporal.
- Trabaja desde la imagen del cuerpo como representación de sí mismo hacia el encuentro con las otras representaciones, “que anidan en la propia imagen como personajes y toman territorio”.
- El cuerpo concebido como lugar del placer y del dolor, como territorio de imágenes y escenas, donde al hacer actuar sus personajes internos puedan producirse los “desalojos” necesarios para una transformación saludable y creativa.
Reconstruyendo para una definición
posible sugiero:
El
Trabajo Corporal es una manera de acercamiento (o alejamiento) al cuerpo propio
y al cuerpo del otro, donde se pone a trabajar lo corporal dando territorio a
la percepción, a la imagen, a la escena y a la creatividad. Este trabajo sólo
liga sus sentidos articulando la vivencia al plano simbólico del lenguaje.
Según Mario
Buchbinder la palabra “poética”
significa creación, creación de imágenes o sentidos. En relación al cuerpo
sería la creación de “otros cuerpos”, implica la producción de otro sentido.
Permite salir de los estereotipos, de los sentidos unívocos de la cotidianeidad
para entrar en ese otro cuerpo, el cuerpo- poético.
Sugiero entonces otra
definición:
El Trabajo Corporal aborda al cuerpo
entrando por sus
territorios y saliendo por la
poética.
De algún modo es
convertirse en nómade al mismo tiempo que habitar un único territorio, el
cuerpo de la realidad.
Jugar con las fantasías, con la ficción, es
decir, con otras escrituras posibles, sin borrar la identidad de la escritura
original de la que cada uno parte. Se deja entrar de este modo la
representación de otras identidades, y por qué no, la inscripción de otras
escrituras. De esto se trataría entonces la poética, no porque el objetivo sea
convertirse en escritor, sino por aquello de las escrituras que como huellas en
el cuerpo nos dejan sujetos a un único texto.
En este sentido, salir
de la textualidad de la huella y volverse escritor como metáfora de lo
creativo, de la diversidad de los sentidos, del juego libre entre la palabra y
el cuerpo.
OPERAR con y desde el TRABAJO CORPORAL
¿Qué significa operar en este campo del saber? Vuelvo sobre las definiciones:
Operación: acción de operar; ejecución de una cosa.
Operar: manipular en un organismo vivo, con ayuda de instrumentos, para corregir lesiones o deformaciones.
Continúo con palabras que siguen por orden de aparición:
Operador/a: que opera; técnico encargado de la fotografía en el rodaje cinematográfico.
Ópera: poema dramático puesto en música.
OPERAR con y desde el TRABAJO CORPORAL
¿Qué significa operar en este campo del saber? Vuelvo sobre las definiciones:
Operación: acción de operar; ejecución de una cosa.
Operar: manipular en un organismo vivo, con ayuda de instrumentos, para corregir lesiones o deformaciones.
Continúo con palabras que siguen por orden de aparición:
Operador/a: que opera; técnico encargado de la fotografía en el rodaje cinematográfico.
Ópera: poema dramático puesto en música.
J.Piaget,
desde la teoría constructivista, define el término operación de la siguiente
manera:
“Una operación no es más que una
representación de una transformación, ella es en sí misma una transformación
del objeto”.
“Una operación sigue siendo
entonces una acción, y no se reduce por ende ni a una figura ni a un símbolo”.
(4)
“Es necesario que todas las
operaciones hayan sido ejecutadas materialmente como acciones para luego
construirlas en pensamientos”.
“Son instrumentos mentales que
permiten una coordinación lógica y que tienen como característica ser
reversibles”. (5)
A partir de estas
definiciones intento pensar la implicancia de Operar en Trabajo Corporal.
Operar es una forma de
pensamiento que surge de la experiencia.
Se opera para cambiar, para
transformar.
Encontramos una sorprendente
relación con la palabra ópera y surge esta pregunta:
¿Cómo operar
desde el Trabajo Corporal para que el drama (o la tragedia) se convierta en ópera
(o en comedia)? ¿Cómo no quedar congelado en una escena, en una máscara, en una
imagen, sino producir con todo eso el rodaje cinematográfico de la vida?
Dicho de otro modo:
¿Cómo
ofrecer un lugar al otro para que pueda atravesar los cambios, las
transformaciones, las propias operaciones de desestructuración y
reestructuración a las que este movimiento convoca?
¿Cómo
facilitar la creatividad y el riesgo que conlleva en un entorno cuidado, que no
invada al otro en su temporalidad y
ritmo propio en estos tiempos que corren?
¿Cómo
sostener la desestructura interna en medio de las desestructuraciones del
contexto?
Parece
necesario negociar (como operador, como coordinador, como terapeuta) entre los
ideales y la realidad, y como formulamos al principio, adecuar la intervención
y el encuadre a las necesidades del entorno socioeconómico y cultural, que son
también las necesidades y posibilidades propias.
Según lo
dicho anteriormente operar refiere más bien al trabajo corporal individual, al
proceso subjetivo que puede acontecer en relación con la intervención desde una
determinada posición.
Este lugar desde donde operamos en la práctica
profesional en este campo cuenta con una condición de posibilidad fundamental:
la relación de transferencia entre el sujeto que opera y el sujeto de la
operación.
Entonces, retomo el sentido de
operar en este campo. Operar como corte, como desalojo y transformación de lo
siniestro en creación. Operar como intervención, no quirúrgica sino simbólica, que da lugar al cuerpo más
allá de lo visible, del déficit, más acá del síntoma, de lo indecible.
COORDINAR TRABAJO CORPORAL en GRUPOS
Según lo dicho anteriormente operar refiere más
bien a lo individual, el proceso subjetivo en relación con la intervención
desde una determinada posición, teniendo en cuenta el vínculo, relación o transferencia
entre el sujeto que opera y el sujeto de la operación.
Coordinar “es una tarea
grupal” (b). Podríamos decir que implica varias operaciones a la vez, implica
multiplicidad y centramiento del coordinador más allá de su deseo. Implica distancia y cercanía.
Cabe preguntarse ¿Coordinar
qué? ¿Un grupo? ¿Una tarea o propuesta? ¿Una
puesta en escena de emergentes, deseos, necesidades, demandas?
Cuando hablamos de propuestas
grupales éstas pueden responder a distintos encuadres u objetivos: un grupo de
trabajo sobre sí, un grupo de capacitación o formación sobre alguna
temática, un grupo terapéutico en torno
a alguna problemática en particular, un grupo por recreación u otros.
En cualquier caso se
entrelazan varios elementos a coordinar, es decir, que la coordinación se ejerce en diversos
planos simultáneamente.
Es oportuno
entonces vislumbrar el desarrollo de la coordinación en la temporalidad de un proceso en el que el
coordinador desde su rol irá tomando distintos lugares y ocupándose de las
diversas cuestiones emergentes, en la alternancia de presencia-ausencia necesaria para promover la “autonomía
grupal”.
Al igual que al operar o intervenir en forma individual,
el coordinador grupal obra siempre desde una posición propia que condensa su
forma de pensar, sentir y hacer con los recursos con los que cuenta o domina y
aquellos de los que carece o no domina.
“DISCIPLINAS DEL CUERPO”
LOS RECURSOS TÉCNICOS: ABRIR LA CAJA DE
HERRAMIENTAS.
Algunas
relaciones entre Trabajo Corporal y Psicomotricidad. El lugar de las técnicas
corporales. Reflexiones sobre la formación desde el propio cuerpo.
Las “Disciplinas
del cuerpo” no son técnicas ni métodos, tampoco ciencias.
Me refiero con esta
denominación a las construcciones teórico-prácticas y técnicas que tienen su
campo propio de acción, sus recursos para la intervención y una concepción de
cuerpo como cuerpo de un sujeto, unidad y fragmentación psicosomática.
Se
caracterizan por estar al servicio de la Salud
y la Educación, en la medida de introducir esta forma de concebir al
cuerpo. El modo original en que pensamos al cuerpo hace a la manera de mirarlo,
de escucharlo, de aproximarse a él, de darle su lugar en lo que hace al
aprendizaje y al síntoma.
Estas disciplinas intervienen
en la relación del sujeto con su cuerpo a través de distintos recursos técnicos
y prácticos. De este modo las Técnicas corporales, las actividades lúdicas y
grafoplásticas que componen su “caja de herramientas”, son subsidiarias de la
necesidad del sujeto, de su demanda, de su padecimiento y en todo caso, de la
relación al terapeuta o coordinador.
En relación a las técnicas corporales , si
bien cada propuesta tiene su propio
fundamento y un modo de proceder sistemático y exhaustivo, en este caso podemos
aplicarlas de manera no tan estricta, ya que no se trata de enseñar una técnica
aprendida, sino que lo que importa es lo que acontece en el campo
transferencial. La técnica no estaría delante del trabajo, ni guiándolo, sino
al servicio del mismo. No se trata de saber una técnica sino de lo que la
técnica permite atravesar convirtiéndose en medio para otros aprendizajes, mediante
otro cuerpo que se ofrece para tal efecto.
Dicho de otro modo, las
técnicas corporales no se aplican de manera estricta porque no se utilizan con
un fin pedagógico. Las técnicas remiten a la práctica, a los modos de
abordaje, a los recursos o herramientas con que cuenta el terapeuta o
coordinador para entrar en trabajo con ese otro cuerpo, individual o grupal.
Lo que importa no es la técnica en sí;
podríamos estudiar múltiples métodos o técnicas corporales, tanto orientales
como occidentales, y sus correspondientes filosofías o concepciones, que
seguramente en muchos casos tienen incumbencia en nuestro quehacer. Sin embargo
este recorrido queda en todo caso del lado de la propia experiencia del
terapeuta o coordinador respecto de su cuerpo, en qué quiere o puede ahondar,
por donde atraviesa sus propios dolores, angustias, tensiones, disturbios,
desarmonías, aprendizajes, logros, placeres, desbloqueos.
Las técnicas corporales resultan así un medio
y no un fin en sí mismas. Podría decirse, un objeto más entre otros de los que
contamos en nuestro salón o consultorio de trabajo: una soga, una colchoneta,
un ejercicio de Eutonía, una mirada, una tela, un silencio, una Máscara, una
postura de Yoga, un aro, una música, un disfraz, un ejercicio de Relajación, una
palabra, un espejo. Un objeto que se ofrece o se retira, mediando nuestro
propio cuerpo, en la relación de transferencia.
Nuestro cuerpo y su propia trayectoria de
recepción y de acción, a través de las técnicas aprendidas y vivenciadas, y en
la vida cotidiana.
Nuestro cuerpo entrenado para el uso
alternativo de recursos, para la plasticidad de tomar o dejar lo que aparece,
inspirado y guiado por lo que emerge y sorprende en cada encuentro cuerpo a
cuerpo con el otro. Fenómeno de “mediación corporal” (c), por una “distancia
operativa” (no diría óptima, porque nunca es ideal), un estar implicado y
discriminado.
Las técnicas, entonces, se
presentan como un elemento a disponer al servicio de la transferencia, sea en
la relación coordinador/grupo, terapeuta/paciente, docente/alumno.
En este sentido, en la
formación desde el propio cuerpo se trata de entrenarse en el juego de las
distancias.
Un saber
(en el sentido de D. Calmels, de sabor, de experiencia), un saber dónde pararse, hasta dónde meterse o
hasta dónde salirse, frenar, alejarse.
Quizás esa
es la técnica por excelencia, una metodología que sólo se logra parcialmente y
en el constante ejercicio de nuestra práctica.
Es distancia y es acercamiento, un trabajo
corporal que sucede en la alternancia temporo-espacial de la fluctuación
tónico-postural.
Retomando, las Disciplinas del
cuerpo en sentido general implican una manera de pensar y de actuar en relación
al campo corporal del sujeto. Esa concepción ética y metodológica subyace y
sustenta a la utilización de técnicas.
Sin embargo, dicho esto,
parece importante ubicar que en un sentido inverso, hay técnicas que por su
forma de tomar lugar dentro de las disciplinas se constituyeron en el punto de
origen y base práctica de una construcción teórica específica. Me permitiré acá
realizar una comparación, o establecer un paralelismo, desde ya objetable, pero
que aparece como claro ejemplo de esto.
Para cierta vertiente de
trabajo en Psicomotricidad, en la que he profundizado bastante, la Relajación
Terapéutica es mucho más que una técnica. Introducida en Argentina por Leticia
González, la Relajación Terapéutica es para esta orientación de la Psicomotricidad, como la Máscara, el Mapa Fantasmático
Corporal (MFC) y el Trabajo en Lugares Simultáneos (TLS), creados por Elina
Matoso y Mario Buchbinder, respectivamente, para el Trabajo Corporal.
En estos casos, más que una
técnica o un recurso, como expresó Patricia Mercado en el Motrics 2002, son
lugares de “condensación conceptual”.
De cualquier modo la forma de
utilización de estas técnicas tampoco es ortodoxa, si bien se privilegia el
dominio y conocimiento de las mismas, siempre se enmarcan en su aplicación como
objeto mediador en la transferencia.
Lo que varía y hace diferencia con otras
técnicas, es que estas dieron soporte práctico a la construcción teórica que
hoy tienen estas disciplinas, dentro de esta orientación o línea de trabajo.
En Psicomotricidad se
habla de Trabajo corporal al referir a las propuestas vivenciales que se
realizan tanto en la Formación Personal Corporal del Psicomotricista como en la
práctica clínica o educativa. De este modo el Trabajo corporal es lo que
hacemos con y desde el cuerpo a través de los recursos que se privilegian en la
práctica: el juego espontáneo con o sin objetos, las técnicas de relajación y las actividades grafoplásticas y
de escritura.
En el epílogo del libro
“Cuerpo y Comunicación” (1982) dice: “La
Psicomotricidad se constituyó bajo la presión de un imperativo práctico: la
comprobación de desórdenes motores que no responden obligatoriamente a lesiones
neurológicas. Estos desórdenes se han revelado rápidamente, no sólo como la
alteración de la función motriz, sino quizás también como la expresión de
enfermedades afectivas que confirman así la unidad de la psique y del soma”.
Luego agrega: “Definición: la reeducación
psicomotriz es neurofisiológica en su técnica, ya que recurre al cuerpo en su
función voluntaria y controlada; es psicológica y psíquica en su meta, ya que
está destinada a actuar a través del intercambio del cuerpo sobre las funciones
perturbadas del niño, del adolescente y del adulto”. (6)
Tomo esta cita porque al
referirse al origen de la disciplina ,
ubica en el contexto histórico de su devenir, lo que en su momento era el
bagaje técnico de la Psicomotricidad: “ejercicios” tomados de la
Neurofisiología que apuntaban a reeducar, es decir, corregir, arreglar,
reparar, ejercitar al cuerpo desde su función voluntaria, dando preeminencia al
cuerpo que llamamos instrumental o motor. Casi como una máquina, que en caso de
fallar, había que reparar, acercándola a los parámetros de la norma madurativa
esperable para la edad.
Sabemos que la Psicomotricidad
en su recorrido se fue nutriendo de otras influencias disciplinares,
especialmente de la Psicología Genética y del Psicoanálisis, también algunas
orientaciones tomaron aportes de la Psicología Social en los abordajes
grupales. Me refiero al aspecto “psi” de lo psicomotor.
En cuanto al bagaje técnico, y
bajo estos paradigmas diferentes, se fueron abandonando los ejercicios, en el
sentido de lo planificado y pautado previamente según el tipo de trastorno,
para dejar lugar al surgimiento de “lo
espontáneo” como técnica (especialmente el juego espontáneo, con o sin
objetos), explorando y descifrando el trabajo desde lo que emergía por parte
del sujeto (o grupo).
El juego espontáneo y las
actividades grafoplásticas cobraron el lugar de los recursos privilegiados.
Algunas orientaciones de trabajo siguieron la línea técnica de le reeducación
con ejercicios, otra orientación se permitió volver a “lo técnico”, en el
sentido de la sistematización de un método, pero desde otro lugar. Esta
orientación es la que incluye la Relajación Terapéutica como modo de abordaje,
con niños y adultos.
A mi entender, esta vuelta a
la técnica abrió un nuevo camino, una nueva perspectiva, no sólo por lo que
expresara anteriormente, su lugar en tanto condensación conceptual, sino
también por lo que permite hoy preguntarse si es posible la in-corporación de
nuevos recursos técnicos que enriquezcan el abordaje psicomotor manteniendo, y
aún reforzando, lo obtenido hasta el momento.
Pongo en cuestión lo que yo
misma he salido a buscar, ampliar los recursos sin perder la especificidad.
Admitir nuevos aportes interdisciplinarios que permitan seguir creciendo en
práctica y teoría resulta todo un desafío.
Me pregunto, al mismo tiempo
que ensayo, los aportes del Trabajo Corporal, y su propia construcción práctica
y conceptual, los aportes del Psicodrama y del área de la Creatividad.
Quiero decir que mi pregunta
guarda una sospecha, una intuición, (y porque no un deseo). La Psicomotricidad
puede seguir volviendo a lo técnico, en el sentido de incluir en su caja
de herramientas una mayor variedad de métodos y técnicas corporales,
desde este otro lugar ya construido por la inclusión de la Relajación
Terapéutica.
Sería posible así reequiparse
como disciplina, ya que desde su origen se sostuvo en las redes del
intercambio, la complementariedad y la interdisciplina, como su propio nombre
lo indica.
Alejandra Papandrea
Trabajo presentado
en el Instituto de la Máscara . Buenos Aires,
2002.
Reformulación para la Cátedra Formación Personal Corporal
II de la Licenciatura en Psicomotricidad de la Untref. Buenos Aires,
2005
Versión 2016 para
www.revistadepsicomotricidad.com
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
1) Equipo
de Estudios de la CTA. “Shock distributivo, autonomía nacional y democratización”.
Aportes para superar la crisis de la sociedad argentina. Introducción. Editado
por Página/12. Bs. As. Noviembre 2002.
2) Alicia
Stolkiner. “De interdisciplinas e indisciplinas”. Artículo.
3) Elina
Matoso. “El cuerpo, territorio escénico”. Introducción, punto 1 y 4. Ed. Paidós
4) Jean Piaget. “Estudios de Psicología
Genética”. Cap. IV. Ed. Emecé.
5) Ídem. Cap. I.
6) Francisco
Alonso Fernández. “Cuerpo y comunicación”. Epílogo.
TERMINOLOGÍA
UTILIZADA
a) “Cuerpo
de un sujeto en movimiento”. Expresión conceptual del psicomotricista Esteban
Levín.
b) “Coordinar es una tarea grupal”.
Expresión conceptual de la prof. Marta Souto de Asch.
c) “Mediación
corporal”. Expresión conceptual de Jean Bergés.
d) “Caja de herramientas” – Expresión
conceptual utilizada por M .Bernard y D.
Calmels
Agradezco que www.revistadepsicomotricidad.com me propusiera publicar este artículo tan querido. En él se
expresa un momento muy significativo de mi trayecto formativo y profesional.
Por esa razón decidí que se publicara sin reformular su contenido original.
Comparto la enorme alegría de
esta versión 2016 esperando que les sirva a los lectores al menos un poquito de
lo que me sirvió a mí.
Alejandra M. Papandrea
Queda prohibida la
reproducción total o parcial de este texto y su diseño gráfico sin citar la
fuente de procedencia:
Papandrea, A. (2016). PARA
LAS “DISCIPLINAS DEL CUERPO” SON TIEMPOS DE DEFINICIONES. Algunas articulaciones entre Trabajo Corporal
y Psicomotricidad. Extraído de www.revistadepsicomotricidad.com el (Fecha de extracción)
www.revistadepsicomotricidad.com agradece públicamente a Alejandra Papandrea por
enviar este artículo desde Argentina