incluye la versión del texto en italiano al final
El juego se considera por
excelencia la herramienta ideal del psicomotricista. A través del juego, se
desarrolla la actividad psicomotora para niños y adultos. “Jugar es un asunto
serio. Lo necesita para descubrir el mundo ". ¡Y realmente lo es!
El bebé, inicialmente, crea su
visión del mundo y de los objetos, así como de otros seres humanos a través del
juego, primero un juego sensorial, y gradualmente se va estructurando hacia un
juego simbólico a los 18 meses y finalmente, un juego abstracto.
Al proponer un análisis propuesto
por primera vez por el filósofo Jerry Fodor, los niños pequeños tienen un
"lenguaje de pensamiento" en el que representan los hechos del mundo
para sí mismos. De hecho, el repertorio simbólico de los niños en edad
preescolar en el ámbito de la comunicación va mucho más allá del lenguaje y las
actividades relacionadas con él (Gardner H., 1993). La psicología y la
fisiología han demostrado cómo los mecanismos de juego están presentes desde
los primeros meses de vida del niño que experimenta una dependencia completa de
la figura de referencia. Según lo indicado por Bowlby y otros estudiosos de la
teoría del apego, en comparación con el cuidado que recibe el niño en los
primeros meses de vida, y agrego, desde la concepción, desarrollará una imagen
positiva o negativa de sí mismo, que reflejará con precisión la forma en que
Cuidamos de él. Piense en los experimentos de Harlow con los monos Rhesus,
luego expandidos por los estudios de Mary Ainsworth. Los niños crean un vínculo
sólido e indisoluble con sus padres y sus alrededores. De ahí su relación con
el objeto, tanto estructurado como no estructurado, y por lo tanto con el
juego.
Maria Montessori, en el trabajo
"El descubrimiento del niño", publicado en 1948, después de observar
métodos y estrategias educativas en un contexto pedagógico, dice: "A
través del contacto y la exploración del medio ambiente, aumenta la
inteligencia ese patrimonio de ideas operativas, sin el cual su funcionamiento
abstracto carecería de fundamento y precisión, exactitud e inspiración. Este
contacto se establece a través de los sentidos y el movimiento”. Inicialmente,
el niño juega con la figura de referencia a través de movimientos reflejos
(automáticos) que selecciona los primeros meses y que tienen un valor puramente
tónico-fisiológico. Es en repetición que estos movimientos reflejos se vuelven
más finos, más precisos y más finalistas. Aquí el niño sienta las bases para la
construcción y la idea de un juego estructurado. Es importante y / o
fundamental que el padre, o la figura de referencia, esté presente y cumpla con
las solicitudes del niño. Se formará una idea estable de sí mismo y, por lo
tanto, el juego se convertirá en una extensión, continuación, de su existencia.
Por lo tanto, se convierte en una proyección de sí mismo.
El cuerpo se convierte en parte
del proyecto psicomotor, una herramienta de relación. Además, para garantizar
el éxito terapéutico fundamental, aparece la correlación continua entre el
proceso terapéutico, la historia del paciente, los tipos de figuras parentales
y las diferentes influencias ambientales (Russo C., 1988). La maduración
neurológica, psicológica y relacional permite que el sujeto se adapte al
espacio y lo conozca (Boscaini F., Saint-Cast A., 2012).
Después, el niño comienza a
adquirir una cierta autonomía, alrededor de los 13 meses, edad a la que
comienza a moverse en el espacio. A partir de este momento, el niño observará y
experimentará el entorno circundante desde otra perspectiva: la maduración de
la visión tridimensional, la postura erguida y el ajuste del tono muscular,
para percibirse a sí mismo en dentro de un entorno, un espacio que finalmente
puede ser controlado y manipulado por el propio niño.
El juego de caracterísitca motor
y sensorial es, por lo tanto, el juego que caracteriza los primeros años de la
vida del niño: después de la fase del juego "fusional" en simbiosis,
también a nivel del cuerpo con la figura de referencia, surge la necesidad de
una exploración completa. Uno de los juegos más queridos en esta fase es el
juego del cu-cù desde el cual el niño extenderá su placer al ocultar objetos y
eventos al encontrarlos. Se crea lo que se llama la "constancia del
objeto". A través del juego sensorial-motor, el niño debe estructurar una
autoimagen competente y capaz. Una imagen que lo acompañará y transformará
durante su vida.
Los juegos sensoriales implican
el uso de diferentes materiales y sonidos, parecen privilegiados en este
momento. Esos objetos ayudan al niño a explorar e integrar conceptos aún no
relacionados entre sí: espacio, tiempo y ritmo. Por lo tanto, es importante
permitir a los niños una exploración total a través del cuerpo.
Durante las actividades
educativas, como las de terapia, a menudo les pido a los niños que se quiten
los calcetines y que perciban cualquier sensación derivada del cuerpo: el
calor, el frío, lo áspero, lo suave, por ejemplo. La participación total del
cuerpo es crucial. Nos devuelve a las sensaciones más puras como en el útero y
a redescubrir a pesar de la adquisición de etapas fundamentales de autonomía,
la constancia de la figura de referencia, incluso si no está presente. En este
sentido, las experiencias tónico-emocionales juegan un papel fundamental: la
envoltura de las mantas, el buceo en el billar, la casa.
Después de la edad de dos años,
el juego simbólico emerge: es un paso fundamental, ya que permite que el niño
(pero también el adulto en terapia) exprese sus experiencias, sus emociones
haciendo uso de símbolos. Cualquier objeto se transforma en otra cosa: un palo
puede convertirse en un remo de un bote, una sábana puede convertirse en su
vela, etc. Winnicott afirma la importancia del juego simbólico que lleva al
niño y al adulto a un área intermedia donde todos pueden aportar su propia
planificación. En esto, el adulto debe apoyar al niño. La figura del padre en
el juego simbólico se vuelve fundamental: el padre y la madre actúan dentro de
un espacio junto con el niño, que es un espacio imaginario y de fantasía, pero
que trae de vuelta los fantasmas de la vida real. A través de lo simbólico,
todos pueden decidir quién ser y cómo ser.
En la terapia, que discutiremos
más adelante, a través del juego simbólico surgen las experiencias más
importantes para el logro de los objetivos establecidos durante la evaluación.
En el juego simbólico, el espacio y el tiempo no son reales sino que pertenecen
a esa realidad que es externa, irreal, construida. Los adultos apoyan al niño
sin oponerse, pero garantizando la planificación del niño. "En los niños
hay una actitud creativa, la energía potencial para construir un mundo psíquico
a expensas del medio ambiente" (Maria Montessori, 1938). El juego
simbólico por excelencia es el juego de la casa en grupos psicomotores
preventivo-educativos que a menudo juego en la primera reunión y en la última
reunión de cada ciclo, que generalmente incluye 10 reuniones. La casa da una
sensación de contención, pertenencia y apoyo. Los niños se miran, exploran a
sus compañeros con los ojos e integran esta información en la construcción de
su propia imagen. El niño redescubre el sentimiento de contención, pero al
mismo tiempo se ofrece al medio ambiente.
El objeto adquiere lo que
Boscaini define las dos peculiaridades fundamentales: unidad y permanencia en
el espacio y el tiempo. A partir del juego simbólico, el juego de roles se crea
hacia la edad de 6 años, donde los niños crean parodias y asignan a cada uno su
propio papel. Finalmente, con el nacimiento del pensamiento abstracto y
lógico-matemático, el juego se crea con reglas. En realidad, los juegos con
reglas se insertan entre 6 y 11 años precisamente porque el desarrollo de cada
individuo sigue etapas fundamentales con una trayectoria muy similar para
todos, pero alcanzando los objetivos y las etapas con su propio ritmo, un ritmo
que tiene Un personaje personal y único.
El juego actúa como una
herramienta dentro del entorno psicomotor, para mostrar las experiencias de
niños y adultos. El niño derrama sus emociones creando un puente con el conductor
psicomotor que se convierte en una parte integral de un escenario que podría
compararse con un teatro. Los grupos de psicomotricidad compuestos por niños de
edad más o menos similar (grupos de niños de 2/3 años, niños de 4/5 años, etc.)
crean una sinergia entre ellos después de un montón de reuniones (más o menos
después de 3 reuniones). Los niños llegarán a conocerse, observarse y crear su
propio camino, siempre dirigido por el psicomotorista que se hace pasar por un
"conductor".
El juego desde los primeros
momentos de la vida e incluso antes del nacimiento es un puente, un
instrumento, un mediador entre el cuerpo externo que se mueve, actúa e
implementa comportamientos, acciones y experiencias, y un cuerpo interno hecho
de fantasmas, emociones, expresiones. La psicomotricidad como un enfoque global
de la persona explota la posibilidad de jugar en la educación para acompañar a
los niños en un desarrollo armonioso de sus habilidades. La inteligencia del
niño se estructura a través de la exploración del mundo circundante, del
espacio externo que se compone de objetos, cosas y personas. Te pones en
contacto con objetos a través del juego. Cada objeto tiene significados
físicos, simbólicos y afectivos capaces de hacernos regresar por un tiempo al
útero de la madre, o hacernos sentir como un héroe derrotando a un dragón. El
simbolismo es fundamental, así como el aspecto físico que nos permite volver
rápidamente a la realidad.
Los juegos de pelota son un claro
ejemplo de cómo se puede considerar un objeto en sus múltiples características:
la pelota en Psicomotricidad es un objeto fundamental. La pelota en diferentes tamaños y diferentes
composiciones, grande, pequeña, mediana, suave, rizada, más dura, tiene
características físicas perfectas para trabajos de ajuste postural y tónico.
Insustituible en la práctica terapéutica. Desde un punto de vista simbólico, la
pelota representa a la madre en todas sus formas y consistencias: un niño que
tiende a permanecer en el espacio en el que se coloca la pelota, o que la usa
repetidamente y se enoja si se la quita, aclara un El apego ciertamente
perturbado y necesita ser aclarado. La pelota permite un estado de activación
en el nivel motor y ayuda a los juegos de coordinación global, oculo-breech u
oculo-manual. Se puede usar en muchas actividades de una manera diferente y
siempre original. En el juego de lanzar y recuperar la pelota al estructurar
una presencia y ausencia y la facilidad o no de desapego del objeto en sí, el
psicomotorista observa el comportamiento del niño y el control tónico. En
resumen, la pelota, un objeto trivial, se encuentra dentro del entorno
importante. "La capacidad de intercambiar en estos juegos a veces puede
ser un reflejo de las cualidades de apego que el niño ha podido crear en el primer
período de su vida y su capacidad de descansar de forma segura" (Bowlby
J., 1969). El juego en la gestión clínica: la historia de un caso.
La configuración de
psicomotricidad se refiere a un espacio físico caracterizado por cuatro áreas:
el espacio simbólico, el espacio de la realidad, el espacio motor y finalmente
el tónico-emocional. Cada espacio dentro del entorno nos lleva a expresar una
experiencia diferente y nuestras características personales. El psicomotricista
como mediador del cuerpo al intervenir, actúa como observador del niño o
adulto. Si un individuo entra inmediatamente al espacio terapéutico , por
ejemplo, en el espacio tónico-emocional, tendré claro cómo apoyar, brindar contención
y seguridad. Si un niño o un adulto se muda al espacio de la realidad, la
necesidad de ese momento probablemente será una expresión cognitiva de su
propia persona. Probablemente el sujeto tendrá características rígidas e
inhibitorias. Luego, el psicomotorista recopila esta información y al modular
las necesidades del cuerpo del otro, crea un espacio que se define como
"transicional" donde se crea una realidad paralela que puede conducir
a la expresión y el procesamiento de las propias experiencias y las emociones.
La intervención del
psicomotricista con el adulto o niño permite la creación de un camino basado en
objetivos establecidos siguiendo lo que se llama "examen psicomotor".
Un conjunto de pruebas de diferentes habilidades: desde motrices y práxicas
hasta afectivas / relacionales. Al igual que en el ámbito educativo-preventivo,
incluso en el entorno clínico, el juego se convierte en una herramienta
esencial tanto para adultos como para niños. El juego te permite superar
dificultades y disturbios. Lo que me gustaría contarte es una experiencia en mi
estudio de psicomotricidad en Verona. El caso de Anna: un tratamiento
psicomotor en el trastorno de inhibición primaria.
En septiembre de 2017, llega a mi
oficina después de una entrevista preventiva con sus padres Anna (un nombre
elegante para proteger la privacidad de la niña de 5 años). De la entrevista
anamnésica, nada emerge excepto una gran dificultad para la niña en el
"acercarse a las actividades motoras que requieren una intervención
corporal completa.
Es una niña hermosa, con cabello
rubio y ojos azules. Su constitución es delgada y esbelta, muy alta para su
edad. Cada segmento del cuerpo es proporcional al cuerpo. Anna tan pronto
llega, observa el estudio. Se esconde detrás de su madre y su rostro se vuelve
ligeramente púrpura. Después de unos minutos, acepta entrar al consultorio
conmigo, dejando a su madre en la sala de espera. La niña se sienta
inmediatamente a la mesa en el espacio de realidad. Parece aceptar de inmediato
mi figura, y comienza a contarme sobre sus amistades y la escuela. Poco después
le pido que se mueva conmigo en el espacio motor. Con la mente rígida, el tono
muscular aumenta considerablemente, pero la tranquilizo mostrándole la pelota
suave de tamaño mediano y proponiendo un intercambio dual con sus manos. Anna
sonríe y el tono muscular disminuye drásticamente en poco tiempo. Entonces
comenzamos un intercambio, en el terreno (para permitir la regresión y una
disminución en el tono muscular). Inmediatamente entiendo que ese intercambio
trae mucho más que un acto motor coordinado: es un intercambio simbólico, que
le ha permitido a Anna abrirse a mí y a mí para recibir sus experiencias y su
rigidez (tanto física como emocional).
Se necesitarán dos reuniones más
antes de que Anna se abra completamente, confíe y recupere su ira, su
inseguridad y su determinación dentro del entorno. Dos reuniones de
intercambios verbales y corporales, actividad sensoriomotora estática y
dinámica.
Después de cuatro encuentros, la
niña espontáneamente me pide que use los aros, conos y colchones y
espontáneamente me propone una ruta motora. La autoimagen se había expandido y,
sobre todo, la imagen corporal se mantenía, se sentía aceptada y libre de ser y
expresar sus sentimientos. La rigidez postural y tónica ha dejado gradualmente
espacio para un tono medio y la posibilidad de realizar la técnica de
relajación, una técnica utilizada a través del diálogo corporal y tónico con el
uso de diferentes instrumentos y objetos psicomotores, se ha abierto camino.
La belleza de nuestro trabajo es
que quien ingresa al entorno psicomotor nunca será el mismo que cuando sale, y
lo mismo ocurre con el psicomotricista. Este se enriquece día tras día, hora
tras hora a través de las experiencias de los demás, les da la bienvenida y,
junto con ellos, los elabora para llevar a cada individuo a una exaltación
completa y armoniosa de sus habilidades y características. La Psicomotricidad
es una práctica que le permite aprovechar las emociones, las reales, que llenan
la mirada, el corazón y el cuerpo.
Bibliografìa
Boscaini F., (1985). Identità corporea e Riabilitazione.
Riabilitazione Oggi, Anno II no. 1, Gennaio 1985, p.9, Verona (VR)
Boscaini F., (1988). I disturbi psicomotori come disturbi
della comunicazione. Riabilitazione Oggi. Anno V, No.7, Verona, Settembre 1988
Boscaini F., Gobbi G., Malesani P., Mazzara g., (1992). Iter
psicomotorio. Collana di Psicomotricità-3. Libreria Universitaria Editrice,
Verona (VR)
Boscaini F., (1993). Lo spazio dello psicomotricista. Res
anno I n.1-2, 1993-p 29-32
Boscaini F., (1993). Lo spazio dello psicomotricista. Res
anno I n.1-2, 1993-p 29-32
Boscaini F., (1993). La Psicomtoricità in Italia.: tra
riabilitazione e clinica. Res anno I n.0 marzo 1993-p. 6-8,
Boscaini F., (1994). L’esame psicomotorio. Res anno II n.1,
aprile 1994-p.3-6
Boscaini F., (1996). Il ritmo fra dipendenza e autonomia.
Res anno IV, n.1, aprile 1996- p 2-6
Boscaini F., (1999). I disturbi psicomotori: una rottura
dell’equilibrio psicomotorio e relazionale. Res anno VII n.2, settembre
1999-p.5
Boscaini F., Gobbi G., (2001). Il corpo tonico-emozionale.
La conoscenza come desiderio in psicomotricità. Edizioni Res, Collana di
Psicomotricità-5, Verona (VR)
Boscaini F., (2002). Valorizzare le competenze dello
psicomotricista. Edizioni Res, Collana di Psicomotricità-7, Verona (VR)
Boscaini F., (2007). Saper leggere i bisogni del bambino
attraverso il corpo. Dal corpo al pensiero in Psicomotricità. Res anno XV n. 1,
aprile 2007-p 6-21
Boscaini F., (2008). Le risposte dello psicomotricista ai
bisogni psicocorporei del paziente. Res anno XVI n. 2, luglio 2008-p. 6-10
Boscaini F., (2009). Lo sviluppo psicomotorio. CISERPP Srl,
Verona (VR)
Boscaini F., Saint Cast. A., ( 2012). Glossario di Psicomotricità. CISERPP srl
Editore, Verona (VR)
Bowlby J., (1980). Attaccamento e perdita. Vol. III. La
perdita della madre. Fabbri Publishing S.r.l., Milano
Galimberti U., (2002). Il corpo. Feltrinelli Editore, Milano
Galimberti U., (2008). Dizionario di Psicologia. UTET
Libreria, Torino
Gardner H., (1993). Educare al comprendere. Stereotipi
infantili e apprendimento scolastico. Feltrinelli Editore (MI)
Jourget N., (2016). I giochi con la palla in Psicomotricità.
Apporti per i bambini insicuri. Res anno XXIV
n. 1, Marzo 2016-p 17-20
Montessori M., (1938). Il segreto dell’infanzia. Edizioni
Corriere della Sera
Piaget J., (1968). La nascita dell’intelligenza del bambino.
Giunti-Barbera, Firenze (FI)
Russo C.Roberto., (2019). Psicomotricità. Nuovo approccio
valutativo e intervento globale: terapia psicomotoria, sostegno genitoriale,
collaborazione sociale. Zanichelli Editore, Bologna
Francesca Sordina
Francesca Sordina
Il gioco in Psicomotricità: pratica educativa e clinica in
Italia
Il gioco è considerato per eccellenza lo strumento ideale
dello Psicomotricista. Attraverso il gioco si dispiega l’attività psicomotoria
per i bambino e per l’adulto. “Il gioco
è una cosa seria. Gli serve per scoprire il mondo”. ED è proprio così! Il
bambino inizialmente, crea la sua visione del mondo e degli oggetti, nonché
degli altri esseri umani attraverso il gioco, dapprima un gioco sensoriale, e
via via sempre più strutturato divenendo gioco simbolico ai 18 mesi ed infine,
gioco astratto. Proponendo una analisi proposta per la prima volta dal filosofo
Jerry Fodor, i bambini piccoli possiedono una “lingua di pensiero”, in cui essi
rappresentano a se stessi i fatti del mondo. Il repertorio simbolico dei
bambini infatti, in età prescolare, nella sfera della comunicazione va ben
oltre il linguaggio e le attività ad esso stesso legate (Gardner H.,
1993). Psicologia e fisiologia hanno
dimostrato come siano presenti meccanismi di gioco sin dai primi mesi di vita
del bambino che vive una completa dipendenza dalla figura di riferimento. Come
indica Bowlby ed altri studiosi della Teoria dell’attaccamento, rispetto alle
cure che il bambino riceve nei primi mesi di vita, ed aggiungo, sin dal concepimento,
svilupperà un’immagine di se stesso positiva o negativa, che rispecchierà
proprio il modo in cui ci si è presi cura di lui. Si pensi agli esperimenti di
Harlow con le scimmie Rhesus, poi ampliati dagli studi di Mary Ainsworth. I
bambini creano con i propri genitori e con l’ambiente circostante un legame
solido, indissolubile. Da qui, ne deriva il loro rapporto con l’oggetto sia
esso strutturato e non, e quindi con il gioco. Maria Montessori, nell’opera “La
scoperta del bambino”, pubblicata nel 1948, dopo l’osservazione di metodi e di
strategie educative in un contesto pedagogico, afferma: ”Per mezzo del contatto
e dell’esplorazione dell’ambiente l’intelligenza innalza quel patrimonio di
idee operanti, senza le quali il suo funzionamento astratto mancherebbe di
fondamento e di precisione, di esattezza e di ispirazione. Questo contatto è
stabilito per mezzo dei sensi e del movimento”.
Il bambino inizialmente gioca con le figure di riferimento attraverso i
movimenti riflessi (automatici ) che caratterizzano i primi mesi e che hanno
una valenza puramente tonico-fisiologica. E’ nella ripetizione che questi
movimenti riflessi divengono più fini, accurati e finalistici. Il bambino qui
pone le basi per la costruzione e l’ideazione di un gioco strutturato. E’ importante
e/o fondamentale che il genitore, o la figura di riferimento sia presente ed
assecondi le richieste del bambino. Andrà a formarsi un’idea di se stesso
stabile e quindi il gioco diverrà prolungamento, continuazione, della sua
esistenza. Diviene quindi una proiezione di sé. Il corpo quindi diviene
all’interno del progetto psicomotorio, strumento di relazione. Inoltre, per
garantire il successo terapeutico fondamentale appare essere la continua
correlazione tra il processo terapeutico, la storia del paziente, le tipologie
delle figure parentali e i diversi influssi ambientali (Russo C., 1988). La maturazione neurologica, psicologica e
relazionale, permette al soggetto di adattarsi allo spazio e di conoscerlo (Boscaini
F., Saint-Cast A., 2012). Dopo il raggiungimento delle tappe motorie di base,
il bambino inizia ad acquisire una certa autonomia, intorno ai 13 mesi, età in
cui inizia quindi a muoversi nello spazio. Da questo momento in poi, l’ambiente
circostante sarà osservato e vissuto dal bambino stesso da un’altra
prospettiva: la maturazione della visione tridimensionale, la postura eretta e
la regolazione del tono muscolare, aiutano il bambino a percepire se stesso
all’interno di un ambiente, di uno spazio che finalmente può essere controllato
e manipolato dal bambino stesso. Il gioco senso- motorio è quindi il gioco che
caratterizza i primi anni di vita del bambino: in seguito alla fase del gioco
“fusionale” in simbiosi anche a livello corporeo con la figura di riferimento,
nasce la necessità di esplorazione completa. Uno dei giochi più amati in questa
fase è il gioco del cu-cù dal quale il bambino poi estenderà il suo piacere nel
nascondere gli oggetti e successivamente ritrovandoli. Va a costituirsi quella
che viene nominata “costanza dell’oggetto”. Il bambino attraverso il gioco
senso-motorio va strutturare un’immagine di sé competente ed in grado di fare.
Un’immagine che lo accompagnerà e si trasformerà durante l’arco della vita. I
giochi sensoriali che prevedono l’utilizzo di materiali diversi, di rumori
diversi, appaiono in questo momento i privilegiati. Quegli oggetti che aiutano
il bambino all’esplorazione e all’integrazione di concetti ancora slegati tra
loro: lo spazio, il tempo ed il ritmo. E’ importante quindi permettere ai
bambini una totale esplorazione attraverso il corpo. Durante le attività
educative come quelle in terapia spesso chiedo ai bambini di togliere le calze
e di percepire ogni sensazione derivante dal corpo: il caldo, il freddo, il
ruvido, il liscio per esempio. Il coinvolgimento totale del corpo è
fondamentale. Ci riporta alle sensazioni più pure come nel grembo materno ed a
riscoprire nonostante l’acquisizione di tappe fondamentali di autonomia, la
costanza della figura di riferimento anche se non presente. Le esperienze tonico-emozionali
ricoprono in questo senso un ruolo fondamentale: l’avvolgimento nelle coperte,
le immersioni nella piscina di palline, la casetta. Successivamente all’età di
due anni, emerge il gioco simbolico è una tappa fondamentale poiché permette al
bambino (ma anche all’adulto in terapia) di esprimere i propri vissuti, le
proprie emozioni facendo uso di simboli. Un qualsiasi oggetto si trasforma in
qualcos’altro: un bastone può diventare un remo di una barca, un telo può
diventarne la vela e così via. Winnicott afferma l’importanza del gioco
simbolico che porta il bambino così come l’adulto in un’area intermedia dove
ognuno può portare una propria progettualità. L’adulto in questo, deve
sostenere il bambino. La figura del genitore nel gioco simbolico diviene
fondamentale: il padre e la madre agiscono all’interno di uno spazio insieme al
bambino che è uno spazio di fantasia, immaginario ma che riporta i fantasmi
della vita reale. Attraverso il simbolico ognuno può decidere chi essere e come
essere. Nella terapia, di cui parleremo successivamente, attraverso il gioco
simbolico emergono i vissuti più importanti per il raggiungimento degli
obiettivi stilati durante la valutazione. Nel gioco simbolico spazio e tempo
non sono reali ma appartengono a quella realtà che è esterna, irreale,
costruita. Gli adulti sostengono il bambino senza opporsi, ma garantendo la
progettualità del bambino stesso. “Nel bambino esiste l’attitudine creatrice,
l’energia potenziale per costruire un mondo psichico a spese dell’ambiente”
(Maria Montessori, 1938). Il gioco simbolico per eccellenza è il gioco della
casetta ce nei gruppi di Psicomotricità preventiva-educativa spesso svolgo nel
primo incontro e nell’ultimo incontro di
ogni ciclo che solitamente prevede 10 incontri. La casetta dà una sensazione di
contenimento, appartenenza e di sostegno. I bambini si guardano, esplorano con
lo sguardo i loro compagni ed integrano queste informazioni nella costruzione
della propria immagine. Il bambino riscopre la sensazione di contenimento, ma
nello stesso tempo si offre all’ambiente. L’oggetto acquisisce quelle che
Boscaini definisce le due peculiarità fondamentali: l’unità e la permanenza nello spazio e nel tempo. Dal
gioco simbolico si crea verso i 6 anni il gioco di ruolo, dove i bambini creano scenette ed assegnano a
ciascuno un proprio ruolo. Infine, con la nascita del pensiero astratto e del
pensiero logico-matematico, si crea il gioco con regole. In realtà i giochi con
regole vengono inseriti tra i 6 e gli 11 anni proprio perché lo sviluppo di
ogni individuo percorre si tappe
fondamentali con una traiettoria molto simile per tutti, ma raggiungendo gli
obiettivi e le tappe stesse con un ritmo proprio, ritmo che ha un carattere
personale ed unico. Il gioco si pone come strumento all’interno del setting
psicomotorio, per far emergere i vissuti dei bambini e degli adulti. Il bambino
riversa le proprie emozioni creando un
ponte con lo psicomotricista che diviene parte integrante di uno
scenario che potrebbe essere paragonato ad un teatro. I gruppi di
Psicomotricità composti da bambini di età più o meno similare (gruppi di
bambini di età di 2/3 anni, bambini di 4/5 anni e così via), creano una
sinergia tra loro dopo un tot di incontri (più
o meno dopo 3 incontri). I bambini si conosceranno, si osserveranno e
creeranno insieme un proprio percorso sempre diretto dallo Psicomotricista che
si pone come un “maestro d’orchestra”. Il gioco dai primi momenti di vita e
ancor prima della nascita è un ponte, uno strumento, un mediatore tra il corpo esterno
che si muove, agisce ed attua comportamenti, azioni e vissuti, e un corpo
interno fatto di fantasmi, di emozioni, di espressioni. La Psicomotricità come
approccio globale alla persona sfrutta la possibilità del gioco nell’educazione
per accompagnare i bambini ad uno sviluppo armonico delle loro competenze.
L’intelligenza del bambino si struttura attraverso l’esplorazione del mondo
circostante, dello spazio quindi esterno che è fatto di oggetti, di cose e di
persone. Si entra in contatto con gli oggetti attraverso il gioco. Ogni oggetto
detiene significati fisici, simbolici ed affettivi capaci di farci tornare per
un po' nel grembo della mamma, o di farci sentire come un eroe che sconfigge un
drago. Il simbolismo è fondamentale, così come l’aspetto fisico che ci permette
di tornare rapidamente alla realtà. I giochi con la palla sono un chiaro
esempio di come un oggetto può essere considerato nella sua multipla
caratteristica: la palla all’interno del setting è un oggetto fondamentale. La
palla in diverse dimensioni e diverse composizioni, grande, piccola, media,
morbida, di spugna, più dura, ha caratteristiche fisiche perfette per i lavori
posturali e di regolazione tonica. Insostituibile nella pratica terapeutica.
Dal punto di vista simbolico la palla rappresenta la mamma in ogni sua forma e
consistenza: un bambino che tende a permanere nello spazio del setting in cui è
posizionata la palla, o che ne fa un uso ripetitivo e si arrabbia se gli viene
tolta chiarisce un attaccamento di sicuro disturbato e necessita di essere
chiarito. La palla permette uno stato di attivazione sul piano motorio ed aiuta
giochi di coordinazione globale, oculo-podalica o oculo-manuale. Può essere
impiegata in tantissime attività in modo diverso e sempre originale. Nel gioco
di lancio e recupero della palla nella strutturazione di una presenza ed
assenza e facilità o meno di distacco dall’oggetto stesso, lo psicomotricista osserva il comportamento
nonché controllo tonico del bambino. Insomma, la palla, oggetto banale, è
invece all’interno del setting importante. “La capacità di scambio in questi
giochi può a volte essere lo specchio delle qualità di attaccamento che il
bambino ha potuto creare nel primo periodo della sua vita e alla sua capacità
di poggiarsi su una base sicura” (Bowlby J., 1969).
Il gioco nella presa in carico clinica: il racconto di un
caso.
Il setting di Psicomotricità fa riferimento ad uno spazio
fisico caratterizzato da quattro aree: lo spazio simbolico, quello di realtà,
quello motorio ed infine tonico-emozionale. Ogni spazio all’interno del setting
ci porta ad esprimere un vissuto diverso e le nostre caratteristiche personali.
Lo Psicomtoricista come mediatore corporeo durante la presa in carico, si pone
come osservatore del bambino o dell’adulto. Per questo è fondamentale osservare
dove appena entrato in stanza il soggetto va a porsi. Se un individuo va
immediatamente per esempio nello spazio tonico-emozionale avrò chiaro come la
necessità di quel momento da sostenere ed elaborare, sia un aspetto che ha a che
fare con il contenimento, la sicurezza e la possibilità di un supporto. Se un
bambino o un adulto si sposta nello spazio di realtà, la necessità
probabilmente di quel momento sarà un’espressione cognitiva della propria
persona. Probabilmente il soggetto avrà caratteristiche rigide e di inibizione.
Lo Psicomotricista quindi raccoglie queste informazioni e nella modulazione con
il corpo dell’altro dei suoi bisogni
crea uno spazio che viene definito “transizionale” dove si crea una realtà
parallela in grado di portare all’espressione e all’elaborazione dei propri
vissuti, delle proprie emozioni. La presa in carico psicomotoria dell’adulto o
del bambino permette la creazione di un percorso sulla base di obiettivi posti
in seguito a quello che viene chiamato “esame psicomotorio”. Un insieme di
prove di competenze diverse: da quelle motorie e prassiche a quelle
affettive/relazionali. Come nell’ambito educativo-preventivo, anche nell’ambito
clinico, il gioco diviene strumento essenziale sia con l’adulto che con il
bambino. Il gioco permette di superare difficoltà e disturbi. Quello che vorrei
raccontarvi è un’esperienza all’interno del mio studio di Psicomotricità a
Verona.
Il caso di Anna: una presa in carico psicomotoria in
disturbo di inibizione primario
Nel settembre del 2017 arriva presso il mio studio in
seguito ad un colloquio preventivo con i genitori Anna (nome di fantasia per
tutelare la privacy della bambina” di 5 anni. Dal colloquio anamnestico non
emerge nulla di particolare se non una grande difficoltà della bambina
nell’approcciarsi ad attività motorie e che richiedono un intervento completo
del corpo. Una bellissima bambina, dai capelli biondi e gli occhi azzurri. La
sua corporatura è snella e longilinea, molto alta per la sua età. Ogni segmento
corporeo è proporzionato al corpo. Anna appena arriva osserva lo studio. Si
nasconde dietro la mamma ed il suo viso si fa leggermente paonazzo. Dopo
qualche minuto accetta di entrare nel setting con me lasciando la mamma in sala
d’attesa. La bambina si siede immediatamente a tavolino nello spazio di realtà.
Appare accettare subito la mia figura iniziando a raccontare le sue amicizie e
la scuola. Poco dopo le chiedo di spostarsi con me nello spazio motorio. Lei
immediatamente si irrigidisce, il tono muscolare aumenta notevolmente ma io la
rassicuro mostrandole la palla di dimensione medie morbida e proponendole uno
scambio duale con le mani. Anna sorride ed il tono muscolare diminuisce
drasticamente in poco tempo. Iniziamo così uno scambio, a terra (per permettere
la regressione ed una diminuzione del tono muscolare). Comprendo subito che
quello scambio porta con sé molto di più di un atto motorio di coordinazione: è
uno scambio simbolico, che ha consentito ad Anna di aprirsi nei miei confronti
ed a me di accogliere i suoi vissuti e la sua rigidità (sia fisica che
affettiva). Serviranno altri due incontri prima che Anna si apra completamente,
si confidi e riporti la sua rabbia, la sua insicurezza e la sua grinta
all’interno del setting. Due incontri fatti di scambi verbali e corporei, di
attività senso-motoria statica e dinamica. Dopo quattro incontri la bambina mi
chiede spontaneamente di utilizzare i cerchi, i coni ed i materassi e propone
spontaneamente un percorso motorio. L’immagine di sé si era ampliata e soprattutto
l’immagine corporea era sostenuta e lei si sentiva accettata e libera di essere
e di esprimere i propri sentimenti. La rigidità posturale e tonica ha lasciato
via via spazio ad un tono medio e si era fatta strada la possibilità di
eseguire la tecnica di rilassamento, tecnica utilizzata attraverso il dialogo
corporeo e tonico con utilizzo di diversi strumenti ed oggetti psicomotori. La
bellezza nel nostro lavoro è che chi entra all’interno del setting psicomotorio
non sarà mai uguale a quando ne uscirà, e lo stesso vale per lo
psicomotricista. Lo psicomotricista si arricchisce giorno dopo giorno, ora dopo
ora dei vissuti degli altri, li accoglie ed assieme agli stessi li elabora per
portare ogni individuo ad una completa ed armoniosa esaltazione delle proprie
competenze e caratteristiche. La Psicomotricità è una pratica che consente di
usufruire delle emozioni, quelle vere, che riempiono gli occhi, il cuore ed il
corpo.
Bibliografia
Boscaini F., (1985). Identità corporea e Riabilitazione.
Riabilitazione Oggi, Anno II no. 1, Gennaio 1985, p.9, Verona (VR)
Boscaini F., (1988). I disturbi psicomotori come disturbi
della comunicazione. Riabilitazione Oggi. Anno V, No.7, Verona, Settembre 1988
Boscaini F., Gobbi G., Malesani P., Mazzara g., (1992). Iter
psicomotorio. Collana di Psicomotricità-3. Libreria Universitaria Editrice,
Verona (VR)
Boscaini F., (1993). Lo spazio dello psicomotricista. Res
anno I n.1-2, 1993-p 29-32
Boscaini F., (1993). Lo spazio dello psicomotricista. Res
anno I n.1-2, 1993-p 29-32
Boscaini F., (1993). La Psicomtoricità in Italia.: tra
riabilitazione e clinica. Res anno I n.0 marzo 1993-p. 6-8,
Boscaini F., (1994). L’esame psicomotorio. Res anno II n.1,
aprile 1994-p.3-6
Boscaini F., (1996). Il ritmo fra dipendenza e autonomia.
Res anno IV, n.1, aprile 1996- p 2-6
Boscaini F., (1999). I disturbi psicomotori: una rottura
dell’equilibrio psicomotorio e relazionale. Res anno VII n.2, settembre
1999-p.5
Boscaini F., Gobbi G., (2001). Il corpo tonico-emozionale.
La conoscenza come desiderio in psicomotricità. Edizioni Res, Collana di
Psicomotricità-5, Verona (VR)
Boscaini F., (2002). Valorizzare le competenze dello
psicomotricista. Edizioni Res, Collana di Psicomotricità-7, Verona (VR)
Boscaini F., (2007). Saper leggere i bisogni del bambino
attraverso il corpo. Dal corpo al pensiero in Psicomotricità. Res anno XV n. 1,
aprile 2007-p 6-21
Boscaini F., (2008). Le risposte dello psicomotricista ai
bisogni psicocorporei del paziente. Res anno XVI n. 2, luglio 2008-p. 6-10
Boscaini F., (2009). Lo sviluppo psicomotorio. CISERPP Srl,
Verona (VR)
Boscaini F., Saint Cast. A., ( 2012). Glossario di Psicomotricità. CISERPP srl
Editore, Verona (VR)
Bowlby J., (1980). Attaccamento e perdita. Vol. III. La
perdita della madre. Fabbri Publishing S.r.l., Milano
Galimberti U., (2002). Il corpo. Feltrinelli Editore, Milano
Galimberti U., (2008). Dizionario di Psicologia. UTET
Libreria, Torino
Gardner H., (1993). Educare al comprendere. Stereotipi
infantili e apprendimento scolastico. Feltrinelli Editore (MI)
Jourget N., (2016). I giochi con la palla in Psicomotricità.
Apporti per i bambini insicuri. Res anno XXIV
n. 1, Marzo 2016-p 17-20
Montessori M., (1938). Il segreto dell’infanzia. Edizioni
Corriere della Sera
Piaget J., (1968). La nascita dell’intelligenza del bambino.
Giunti-Barbera, Firenze (FI)
Russo C.Roberto., (2019). Psicomotricità. Nuovo approccio
valutativo e intervento globale: terapia psicomotoria, sostegno genitoriale,
collaborazione sociale. Zanichelli Editore, Bologna
Traducciòn en Espanol